Volviendo el tema de Modiano y de la sensibilidad, ayer, que intervine en una clase de alumnos de 12 años, sentí que estaba a lo que es Francia ahora: un conglomerado de orígenes y nacionalidades. Había una niña de Camerún, tímida, al margen del grupo. No se atrevía a hablar porque cada vez que lo hacía, sus compañeros se burlaban de ella. Cuando la profesora me comentó la apatía de sus estudiantes, yo no pude seguirla porque yo siempre he sentido lo mismo que ellos en el colegio, falta de ganas porque la educación no me parecía un descubrimiento sino un adiestramiento, un lavado de cerebro. Y en medio de esa sala, la niña de Camerún, que se llamaba Alexandra, me hizo pensar en mí, sola, en un rincón de la clase. No por las mismas razones, que son muy violentas, sino porque siempre andaba castigada por mala conducta. De pronto, me sentí identicada con esa “pequeña bijou”, perdida en medio de su clase. Creo que se puede decir que ese es un trabajo de observadora (o de observador, caso Modiano) que sirve para escribir, reconocer esos rasgos de vulnrabilidad en los demás.
Luego pensaba, mientras hablaba, en cómo comunicar con ellos, cómo hacer que pase algo, una sensación, que no me identifiquen con la inquisidora o la autoridad. Porque el lenguaje, la palabra dicha o escrita, puede ser una pared entre nosotroas, y los otroas, una pared por la que todo resbala. Hay muy pocas conversaciones verdaderas como existen pocas relaciones verdaderas, porque, a veces, la palabra vaga en el interior de nosotros en busca de un significado afectivo y no lo encuentra, vaga sin sobre afectivo, abandonada a su suerte. Pienso en que muchas veces, muchas personas, optan por hacer que el lenguaje “no diga nada de lo que sienten”, sino que esconda, que haga que el que la posee se pierda en una especie de autismo. Y a lo mejor es lo que sentían esos estudiantes, que no valía la pena hablar porque no se les va a entender ni escuchar. A fuerza de aseptisar todo (la educación en le paradigma del éxito sin tener en cuenta quién es el que la recibe), más que nada por miedo al fracaso, se acepta pasar de lado de lo que nos importa, nos toca o nos duele. Ahora que leo el diario de Kafka, me doy cuenta de que padecía dolores de estómago constantes debido a la angustia, y yo creo que era una angustia por no falsear del todo lo que escribía. Por eso se empeñaba en mantener al día su diario, porque no conocía otra estrategia para poder estar cerca de sí mismo. Me doy cuenta que el silencio también puede ser una forma de estar como una isla perdida, de no estar presente porque hablar, escribir impide que la palabra se pierda, y pierda su carga humana, la carga de sentido que inscribe nuestra vida mostrando todas sus imperfecciones. Es nuestro espejo. Pero muchoas personas tienen miedo de mirarse, a lo mejor porque los demás les han, como a esos niñoas, quitado la confianza de que pueden mirarse incluso con todos sus defectos, dejándolos en ese desarraigo que se convierte en desinterés, como si se hablase en un patio vacío.
3 commentaires:
la sintonia mediante lazos emocionales entre maestros y alumnos es esencial para el desempeño en el apredizaje escolar, alguna vez lei que aquellas burlas como las que sufrio la niña de Camerun, no son mas que la manera que tienen los "otros niños" de expresar su propio miedo a estar en una situacion estresante...la maestra deberia preocuparse por su responsabilidad frente a esa apatia, digo yo...somos lo que escribimos, alguien dijo por ahi
Es tambien la paradoja de la comunicacion. Porque es imposible no comunicar. Pues aun a traves del silencio se esta diciendo, se esta comunicando algo. Y por suerte todavia hay personas que escuchan en el silencio y pueden leer donde no hay nada escrito.
Y quizas tiene mucho sentido aquella frase biblica que hace alusion a aquellos que tienen ojos para ver y no ven, a los que tienen oidos para oir y no oyen.
patricia, mi comentario no era desagradable ni mucho menos para censurarlo, en fin
:-(
amor
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