Y sé que es muy difícil sustraerse aniquilar la memoria. Yo sé que cuando piso Saorge, se produce una reminescencia, la de estar en la casa e la hacienda de mi abuelo, en Cora Cora, la llegada a ese lugar que para mí es com el castillo de Combourg de Chateaubriand, esa sala, esa ventana, esa pared blanca, luego viene la enfermedad infantil, durante las vacaciones y mi madre y yo en un campo verde y empinado y las flores, tal vez rojas. Y salvajes. Y esa sensación de no comprender qué sucedía, pero una especie de sabiduría, de bienestar inmediato, al mismo tiempo que conciencia del tiempo. Pensar en mi abuelo me conmueve, lo veo copiando frases de Kafka (y ahora que leo su diario, oh, Kafka, y mi abul, alto y solitario), la mano temblando un poco con impaciencia. Yo he observado mucho a ese abuelo, pero también a mi abuela, una mujer también grande, muy atractiva, secreta. Y sé que su mundo me ha intrigado, porque era distinto, justamente por eso. Es curioso estar en Niza y que esto avive en mí los sentimientos hacia mi pasado. Sé que mi voluntad de ficción se ha nutrido de ellos, de su miesterio, de su amor por la vida y de su secreto, Incluso piendo que la vitalidad de mi madre ha hecho lo que soy. Cielo estrellado en Saorge, lectura de poesía y música del Perú, pas mal, no?
3 commentaires:
Creo que era Claudio Magris el que que decia que escribir significaba transformar la vida en pasado, o sea envejecer.
Me gustó esta entrada porque no tuve abueloas, y hoy fantasie con los tuyos.
es algo particular:
yo ya me cansé de reminiscencias
y ahora último sólo puedo mirar hacia futuro nada más
no queda otra. La vida no se detiene y me duele
deben ser mis 20 años no sé
mmm,paciencia, esperate un poquito mas...
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