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vendredi, décembre 29, 2006

Walser


Me es difícil pasar un solo día sin leer alguna cosa que me estimule. Es como el "pan de cada día", sin él muero de hambre y aburrimiento. Además de los libros que leo mezclando al azar: correspondencias, novelas, ensayos, tengo los blogs, los periódicos y las informaciones que llegan por Internet. Entro al blog de Assouline, en el diario Le monde y encuentro un artículo muy interesante sobre Robert Walser. Assouline escribe: Walser fue quizás un loco, pero un loco de la digresión, como se llama a los habladores con genio. Walser precede para Assoline a Kafka con una literatura del aburrimiento, de la desaparición del autor, y del silencio, que no es un interior sombrío sino uno casi jubilatorio. Walser escribió entre el encierro del sanatorio y la libertad de la caminata solitaria, tanto así que murió en la navida del 1956, mientras caminaba. Assouline también nos recuerda la deuda inmediata de ciertos autores como Jelinek, Vila-Matas y Coetzee con el autor del Instituto Benjamenta y los Hermanos Tanner...
A mí siempre me ha interesado el pathos de los autores alemanes, esa ausencia de artificio, que es un esfuerzo por devolverle al lenguaje su fuerza vital. Leer a Bernhard, es sentirlo, más que imaginarlo o pensarlo.

A veces, tengo la impresión que doy la vuelta a ciertas cosas y me quedo, al final, con las manos vacías. Estar siempre a la caza de ideas y situaciones que nos sorprendan, incluso en su banalidad.
Cerca, la música suena y suena, música de tierra y de barro, o de una arena que siento caliente hundirse bajo las plantas de los pies.
foto: un micrograma de Robert Walser

jeudi, décembre 28, 2006

El mar


Ahora he estado contemplando el mar desde el malecón de Chorrillos. Un viento suave y frío limpia el malecón y yo pienso en la Alejandría de Lawrence Durell, en aquella de Justine. Es un mar que huele intensamente, como si fuese un vientre lleno de seres vivos.


Un barco pasa por el mar lentamente.


Un hombre mayor habla al lado mío, pero no lo escucho, siento mi corazón que late fuerte. Pienso en otras ciudades, en un estado interior que pretendo conservar mientras alguien rueda un objeto pesado, de metal, sobre el asfalto.


He visto la película Babel, de Gonzalez Iñarritu y creo que confirmo lo que intuí con Amores perros, que es un director singular, muy vinculado a su época, sensible y sugestivo. Me fascinan ciertas ecesnas, ciertos rasgos de los personajes. Es casi imprescindible para comprender la rapidez de la comunicaicón actual y la sensibilidad de nuestra época.

mardi, décembre 26, 2006

Bendición


Aquí el soberbio poema de Baudelaire: Bendición.

Después de leer esto, un paseo por el mar para pensar...


Bendición


Cuando por un decreto de los poderes divinos,
el Poeta aparece en este mundo enojoso,
su madre, aterrorizada y profiriendo blasfemias
crispa los puños hacia Dios, que la acoge con piedad:


"!Ah, no haber parido un nido de víboras, antes que alimentar esta irrisión!
Maldita sea la noche de placeres efímeros,
en la que mi vientre concibió mi expiación!
Puesto que me escogiste entre todas las mujeres
para ser el disgusto de mi triste marido,
y no puedo arrojar a las llamas
como una carta de amor, este monstruo desmirriado,


haré recaer tu odio que me abruma
sobre el instrumento maldito de tus mezquindades,
y he de retorcer de modo tal este árbol miserable,
que no podrá hacer brotar sus yemas pestilentes


Ella vuelve a tragarse así la espuma de su odio,
Y, sin comprender los designios eternos,
ella misma prepara en el fondo de la Gehenna
las piras consagradas a los crímenes maternos.


Más, bajo la tutela invisible de un ángel,
el niño desheredado se embriaga de sol,
y en todo cuanto bebe y en todo cuanto come,
encuentra la ambrosía y el néctar rojo.


Juega con el viento, charla con la nube
y se embriaga cantando en el camino de la cruz;
y el espíritu que lo acompaña en su peregrinaje
llora al verle alegre como un pájaro del bosque.


Todos los que desea amar, lo contemplan con desconfianza,
o se enfuerecen con su tranquilidad,
buscan el que lo cubrirá primero de oprobio,
probando en él su ferocidad.


En el pan y el vino destinado a su boca,
mezclan ceniza con impuros escupitajos;
Con hipocresía, botan todo lo que tocan sus manos,
y se culpan de haber seguido sus pasos.


Su mujer va gritando por las plazas públicas:
" Ya que él me encuentra suficientemente bella para adorarme,
haré el papel de los ídolos antiguos,
Como ellos, quiero que me adoren de nuevo";


Y me embriagaré de nardo, de incienso, de mirra,
de genuflexiones, de carnes y de vinos,
Para saber si puedo en un corazón que me admira
Usurpar riendo homenajes divinos.


Y cuando me hastíe de esas farsas impías,
pondré sobre él mi frágil y fuerte mano;
Y mis uñas, semejantes a las de las arpías;
sabrán labrarse un camino hasta su corazón.


Como un pichón que tiembla y que palpita,
Arrancaré ese rojo corazón de su seno,
Y, para saciar a mi animal favorito,
!Lo arrojaré al suelo con desdén!


Hacia el cielo, donde su ojo ve un trono espléndido,
el Poeta, sereno, eleva sus brazos piadosos,
Y los vastos fulgores de su espíritu lúcido
le esconden el semblante de pueblos furiosos:


"!Que seas bendito Dios mío, quien das el sufrimiento
como un divino remedio a nuestras impurezas
y como la mejor y la más pura esencia
Que prepara a los fuertes a las santas voluptuosidades!


ya sé que tú le reservas un lugar al Poeta
en las filas bienaventuradas de las santas legiones,
Y que siempre lo invitas a la eterna fiesta
De los tronos, de las virtudes y las Dominaciones.


Yo sé que el dolor es la única nobleza
De la que no comerán la tierra y los infiernos,
Y que para tejer mi corona mística
Es necesario mandar sobre todos los tiempos y todos los universos.


Más las alhajas perdidas de la antigua Palmira.
Los metales desconocidos, las perlas del mar,
Elevadas por tu mano, no serán suficiente
A esta hermosa diadema deslumbrante y pura,


porque solo estará hecha de luz pura,
Tomada del lugar santo de los rayos primitivos,
Y cuyos ojos mortales en todo su esplendor,
No son más que espejos oscurecidos y quejosos!
Charles Baudalaire, Spleen, traducción de M.B.F, Ediciones 29, calle Mandri, 41, Barcelona.
No dice el año y he corregido un poco la versión.



lundi, décembre 25, 2006

Hijos con hijos

Después de la noche navideña, quedo agotada, sin substancia. Despersonalización cuando me desean "feliz navidad", ganas de decir: no soy creyente, pereza de explicarse. El agotamiento viene de tratar de adaptarse a un ritmo que no es personal, en los esfuerzos por "cumplir" con las obligaciones familiares, para estar a la altura de "sus" expectativas. Me veo caminando con los niños, tratando de entender su mundo, su consumismo exagerado, descubriendo en ellos, sentimientos de adultos, ambiciones venales, poca inocencia, la certeza de que hay muchos "hijos con hijos", adolescentes que tienen hijos sin saber por qué, simplemente porque es así y es natural. Leo en ciertas miradas desconcierto, casi como si fuesen víctimas de una situación. En el taxi, pasando delante de las playas que hormiguean de gente la pregunta. ¿Por qué no irse a un lugar fuera de todo esto?, una utopía seguro, donde no sean los mismos valores, sino nuevos, completamente concentrados en una vida espiritual, si tan solo hubiese una persona dispuesta...
sensación de aislamiento total.
Una imagen: la de una niña que no es una niña, la mirada envejecida por la experiencia precoz y mi desconcierto: ¿cómo se les habla, cómo se les explica, cómo se les hace comprender?
Yo no creo en la inocencia de los niños, no más que en la de los adultos. La inocencia como inconciencia es solo un estado, una forma de ignorancia. La lucidez, cuando forma parte de una voluntad, rinde frutos, se convierte en un motor de acción. Siempre le he temido a esa forma de inconciencia de los niños, me hace pensar en ese niño que juega con una escopeta, y sin querer, dispara, y mata a una persona. He ahí en lo que me hace pensar la navidad!

dimanche, décembre 24, 2006

Noche del 24

Luego de despotricar sobre las fiestas navideñas, por un profundo sentimiento anti-religioso y anti-clerical. Todo lo impuesto es sentido como una camisola de fuerza. Me deprime todo comportamiento gregario y colectivo, es decir, que solo lo acepto si esto permite una cierta calidad en el intercambio, el diálogo. Estoy exhausta y me pregunto sino son los esfuerzos que hago para mantenerme en dos planos: el de estar abierta al exterior y el de mantener mi centro. La estructuras familiares, en Europa, están organizadas, permiten reposar sobre ellas. Es decir, que no son tan vulnerables, puesto que enconómicamente están protegidas. Aquí afrontamos contrastes enormes, situaciones que no son fáciles de asumir. Entonces, como sea, sobreviene un sentimiento de culpabilidad, siempre me sucede. Mi trabajo se impone, pero me hace sentir egoísta.

Leo que en dos años Rilke se mudó 50 veces. Un record...

vendredi, décembre 22, 2006

Juliet, Karen Blixen


Recuerdo que una vez hubo una lectura en Saorge y que sepresentó alguien que se llamaba Charles Juliet, un hombre de expresión grave que leyó unos fragmentos muy hermosos de un libro suyo escrito en ese mismo Monasterio. Hablaba de sus paseos, de su vista a Ventimiglia, la primera ciudad en Italia, amistades con Beckett y Bergman, etc... Pero su mirada era intensa y fértil. Recuerdo que una frase suya me marcó: "Durante mucho tiempo he tolerado la compañía de gente mediocre por miedo a la soledad..." Esa frase la he repetido cada vez que sentía que no encontraba interlocutores. Luego de esa lectura pude conversar con Juliet. Me pareció una persona muy modesta, muy observadora y con una gran dificultad para vivir. Ahora Juliet publica un nuevo libro, nuevo volumen en una obra autobiográfica que mezcla la prosa y la poesía, "La opulence de la nuit", o La opulencia de la noche, un libro que parece la culminación de un recorrido, la madurez: Libérate/Retira de ti/Todo aquello que te molesta y te limita/Luego abandónate/Entra en la pasividad/El estado en que conoces la más alta densidad/La más vasta extensión.

Veo que la colección Quarto, de la editorial Gallimard ha publicado la obra completa de Karen Blixen, escritora danesa de quien no he leído nada, solo sé de ella por la película con Meryl Streep y Robert Redford. "Africa" habla de su vida allá, una vida apasionante, inestable, vertiginosa: Vivere non est necesse, navigare est necesse..., escribe alguna vez.

En estas fechas la bulla, el stress del miedo a los robos, las diferencias sociales, los ánimos exaltados, entran en su opus magnum. Me doy cuenta de que no comparto nada, o casi nada con la mayoría de la gente: no me gusta el pavo, no me gustan las navidades, no creo en la familia, ni en los lazos familiares, ni en la patria, ni en el pasado, no más que en el presente. Si todo el mundo baja por una escalera, yo subo, si todo el mundo se calla, yo hablo. Creo que esa distancia aparece el día en que decido escribir: yo estoy aquí, yo suscribo lo que vivo. También noto algo que siempre sospechaba: mientras más consumo, mientras más se crece enconómicamente, más frustración con respecto a las carencias que se hacen más visibles. A mi modo de ver hay dos movimientos, el del crecimiento económico y el crecimiento espiritual. Si no se crece en ese sentido, lo primero, no sirve de nada. Por supuesto es difícil saber dónde se detienen las necesidades en un país con tanta pobreza. ¿A qué aspiramos si no es a una vida digna? Una vez conseguida, ¿qué hacemos con ella? Esa es la pregunta fundamental. En una sociedad en crisis constante, la generosidad, la alternancia, son casi imposibles, las reemplazan el miedo y el resentimiento. Y si volviésemos a una sociedad de trueque... No lo sé... Lo más importante, lo fundamental, es saber que estamos para partir diciendo esa frase de Sócrates: Yo solo sé que nada sé.
Y no desespero.

Hoy paseo por el malecón, pulmones anchos, la impresión que el mar viene hacia ti. La herradura era una playa muy bonita, ahora está deshecha, abandonada. Algunos obreros tratan de impedir que la piedras las invadan, pero ellas están allí. Antes, en Caplina, había un galeón encallado, uno de esos galeones que el mar, a través del tiempo, había terminado por expulsar, cuando un loco que soñaba con todo el oro del Perú, atravesaba el Atlántico.



Leyendo a Blanchot, me doy cuenta de que comparto los esfuerzos de Rilke por hacer sentir que la conciencia de la muerte es necesaria para valorar la vida, que si rechazamos los aspectos difíciles de la vida, como si de la vida no buscáramos más que las partes más pequeñas, nuestros placeres también serán mínimos, escribe M.B. Y citando a Rilke: "Quien no consiente a lo más consternante de la vida, quien no lo saluda con gritos de alegría, aquel no entrará nunca en posesión de los poderes indecibles de nuestra vida, se queda al margen y no habrá sido ni un vivo, ni un muerto".
foto: Charles Juliet

jeudi, décembre 21, 2006

Fin de año


Me impresiona cómo se ejerce la crítica literaria actual, dividida siempre en dos bloques: los que buscan que la literatura responda a una interpretación potencialmente aplicable a todas la culturas, y los que comprenden que la literatura no es más que el resultado de una interpretación casi siempre subjetiva, y que es en esa subjetividad donde se halla lo general. Mientras más discreta se hace la aparición del autor, más espectacular se nos hace lo que escribe. Porque solo entiendo a esos autores que lo hacen porque necesitan escribir para vivir, y que reniegan de los premios y que se sienten más solos cuando se les aclama... Porque como decía Pascal (hay que leer Los pensamientos, es genial), escribir es una apuesta entre Dios y la nada, y no otra cosa.

Me sorprendo cuando el Ministro del Interior en Francia, candidato a las próximas elecciones por el partido de derecha, Nicolas Sarkozy, recibe críticas por haber dicho una tontería sobre La princesa de Cleves, la novela de Madame de Lafayette que fue en su época, siglo XVI, una novela precursora en el estilo y en la forma. Ganas de traducirla, no me faltan...

Leído, en Le monde, de este jueves, una crítica ácida de Raphaelle Réolle a la última novela de Mario Vargas Llosa, Las travesuras de la niña mala....

Regreso del barrio chino, en pleno centro. Si es cierto que el tráfico es infame, el barrio chino se ve floreciente, lleno de comercios, dueño de su propio ritmo y con personalidad. Es como esas personas que con los años maduran, se hacen sabias, saben crecer y guardar silencio. Son las personas que hay que buscar apartándose de los necios que solo hacen perder el tiempo. Cuando se ama, escribía Henry Miller, se le atribuye genio a la persona amada, luego, es a ella a quien le corresponde estar a la altura.

Comprado el Diario de Ana Frank para mi sobrina Marcia. Si de alguna manera me decidí a escribir fue porque mi padre me lo regaló cuando tenía su edad, haciéndome descubrir la vida íntima de esta niña con quien me identifiqué inmediatamente. Yo llevaba el diario de Ana mi balcón, seguida de mi de ota empleada que traía una frazada para cubrirme mientras leía esperando a que mi madre apareciera. Espero que le gusta a mi sobrina.

Cientos de niños deambulan por las calles vendiendo cositas para ganarse sus navidades, las que nadie les puede regalar. Y esos niños no sonríen. Son como Les étrennes des orphelins, de Arthur Rimbaud.

mercredi, décembre 20, 2006

La enfermedad

La enfermedad ha sido, es, uno de los temas más importantes en la literatura. Pienso en Marcel Proust escribiendo postrado sobre su cama o en Dostoievski, haciendo lo mismo luego de sus crisis de epilepsia, o, más recientemente, en Hervé Guibert, sabiendo que iba a morir. La enfermedad agudiza ciertos sentidos, hace que las cosas, la vida, las realciones, adquieran otro valor. La enfermedad es un estado de conciencia. Y su proceso dinámico, su creación, es el silencio. Digo esto porque desde que llegué me sorprende mucho haber oído hablar mucho, demasiado, sobre enfermedades. Me da la impresión que eso responde a un estado de ansiedad, de sentimiento de inseguridad, como si todos los miedos que la sociedad proyecta se uniesen en un síntoma. De alguna forma las enfermedades son resultados de heridas espirituales que no logran salir, por eso, a no ser que se trate de una infección, o un virus, todo cuerpo está hecho para funcionar. Cuando digo que es impresionante que todo el mundo hable de enfermedades, desde las más variadas hasta las más complejas, como una suerte de sicosis colectiva, nadie me toma en cuenta. No lo sé, pero creo que es como cuando un niño se corta un dedo y llora desconsoladamente porque no comprende la magnitud del corte. Aquí es igual , todo el mundo llama a la madre, o al padre, ausentes, y reclama su atención. En suma, es una sociedad completamente infantilizada, con egos muy frágiles, necesitados de la mirada de reconocimiento. Mucha gente se medica, por ejemplo, si algo va mal, zas!, pastillas antidepresivas, si, hay angustia, pastillas, si me duele el pelo, pastillas. Es una sociedad que consume la medicina como una industria milagrosa, para todo hay una medicina. No es que en Europa sea mejor, ni siquiera que sea menos consumista, sino que se acepta que la enfermedad puede tener otra interpretación menos dramática, es parte de la vida como la noche al día, es el complemeto de un estado sin mella, o algo así. Tal vez si tuviésemos menos miedo, si estas ideas se hicieran menos enigmáticas y más humanas, y también necesarias, no sufriríamos tanto. Sucede así con la idea de fracaso y de éxito. Todo el mundo maneja una idea de fracaso y éxito que hace valorizar una vida en jerarquías no siempre elegidas, sino más bien impuestas desde el afuera. Si solo se vieran estados, situaciones, movimiento, el drama desaparecería. Pero, el drama se nutre de la creencia, de la superstición, de los miedos que atrapan y no dejan libres a las personas que se someten. A veces es un poco más fácil, pero termina siendo una tortura.

lundi, décembre 18, 2006

Cultura Combi


Acabo de hacer una inmersión en la realidad, parada en medio de ella como lo he estado en medio de la Vía Expresa, tomando una "Combi" que se ha convertido en una especie de cultura alternativa decadente, caótica, la síntesis del "capitalismo salvaje", o su peor ejemplo. No puedo creer que servicios como el transporte público, incluso la salud, sean mercancías. Mientras la Combi avanzaba sin respetar ninguna regla de seguridad, maltratando a sus pasajeros, trataba de recordar cómo había sido antes, cuando vivía en Lima. Y recordé mi desarraigo. De pronto he comprendido que le debo el ser escritora a mi abuela paterna (la que me insistió y me costeó mi viaje a París), a quien llamábamos con el "oma" alemán, a raíz de mis primos hermanos, de madre alemana. Siempre que regreso a Lima me indigno por las condiciones de vida duras que enfrentan todos los peruanos, recordando a toda la gente que vive mal, sin derecho a una vida digna, ni siquiera la esperanza de mejorarla. ¿Es posible que no exista en el mundo la voluntad política de cambiar las cosas? Sí, es posible, la prueba. Aunque el crecimiento es notable, éste parece detenerse frente a un muro humano que se degrada, convirtiéndose en una especie de "alternativa desesperada al subdesarrollo", lo que se conoce como cultura "Chicha" y que no es más que un acomodamiento, sumiso, interesado e irreflexivo, al mundo capitalista. Aspirar a sus símbolos desvirtuándolos, lo que se conoce también como "Kich". Siento lejanía con todo esto, sobre todo porque no podría escribir ni pensar bien, pero como una vez me dijo Robbe-Grillet, la obligación de decirlo, de decir, basta! assez!...
foto: la Combi, transporte público deplorable.


dimanche, décembre 17, 2006

Puerto


Esta mañana fui al puerto de Chorrillos a comprar pescado. Miraba los pelícanos mecerse sobre el mar, rodeados de gaviotas que se veían pequeñísimas a su lado. Estaba perpleja por el tamaño de los pescados, de los cangrejos y los mariscos que reposaban medio vivos sobre mesas de cemento, mientras mujeres envueltas en sus mandiles de colores, nos iban proponiendo precios. La vista de la bahía de Lima, desde allí, es muy intensa, hay una gama de colores que no se ve en Europa, son densos, porosos. Me recuerda a Marguerite Duras cuando describe Saigón, hay algo de mundo colonial, de pasado colonial, una situación anacrónica, de pasado y presente golpeándose entre ellos, algo violento y a la vez indulgente. Yo tengo la costumbre de desplazarme a mi ritmo, siguiendo mis pensamientos, casi no dejo que el exterior me invada. Rilke decía en una carta que necesitaba estar metido en sí mismo como en el corazón de una fruta, y Maurice Blanchot empieza su hermoso ensayo, “El espacio literario” diciendo: Parece que aprendemos algo sobre el arte cuando sentimos lo que significa la palabra soledad... Creo que ese ha sido mi estado hasta Lima en que el exterior se me impone, todo se hace concreto. Sin poder soportar mucho tiempo sin bibliotecas, fui a la Alianza, caí sobre uno de los tomos de “En búsqueda del tiempo perdido”, de Marcel Proust. Empecé a leerlo y el texto me fue jalando, como si me llevase a navegar sobre el mar sin que pudiese detenerme. Caminaba con el libro entre las manos con la música de las frases de Proust resonando en el cuerpo, como si todo volviese a desaparecer, pero solo por unos instantes. Luego, en el taxi, sin que pudiera darme realmente cuenta, oí disparos, mientras unas personas corrían detrás de un hombre que parecía desesperado. No entendí qué sucedía hasta que el taxista me pidió un poco desesperado que cierre con pestillo la puerta, pero sin hacerme cargo de su miedo, impregnada de la música de Proust. Me doy cuenta que mucha gente vive prisionera de sus miedos, sé que no hay que ignorar los peligros, pero no deseo dejarme aprisionar, no.

Por el momento no logro dormir las horas que acostumbro. Me despierto por la luz o algún ruido y luego, me pongo a conversar desde muy temprano, pero el sueño me vence por las noches y la sensación en Lima se hace soporífera, casi melancólica.

Traduzco solo un fragmento de La prisionera, de Proust, solo por placer.

Sin duda los primeros días en Balbec, Albertine parecía estar en un plano paralelo al que yo vivía, pero que se había aproximado (cuando estuve en casa de Elstir), luego, reunido conmigo, a medida que avanzaba mi relación con ella, en Balbec, en París, luego, de nuevo en Balbec.

No he puesto puntos y comas (Ch), solo he añadido un verbo, me gustaría releer una traducción al castellano.

vendredi, décembre 15, 2006

Las ciudades invisibles



Poco a poco, la ciudad de Lima vuelve a ser mi ciudad, sin que me cueste mucho reconocer sus ruidos, sus olores, y su ritmo, aunquue ahora distinto, oscilando entre la calma y el estrépito. Pienso en los viajes y en los cambios que producen en nuestra mirada. Cuando se viaja, nuestra existencia se reduce a lo que realmente es: un largo camino para aprender a aceptar ciertas cosas, el paso del tiempo y su final: nuestra desaparición. Me parece increíble que los instantes nos parezcan eternos, que no midamos el nivel de nuestra vulnerabilidad ni los límites de nuestras experiencias (cualquier experiencia, termina absorbiéndose, lo que nos queda es su huella, la sensación), que se van borrando con el tiempo. También se me hace evidente que todo es mucho más sencillo, sin ser banal. La sorpresa, el misterio, cierta superstición, desaparecen cuando a fuerza de comparar y comparar, nos damos cuenta que en el fondo todos estamos igualmente solos. Cuando se llega a la tierra conocida, una se puede abandonar, o, sino mantenerse alerta, como es mi caso, sabiendo que esto, es también pasajero, que el sentido de mi vida no está en una sola elección, ninguna será última ni total, si no en la forma como yo interprete las cosas, los gestos, los afectos, las frases de los demás. Nuestra elección con las personas, con las cosas que debemos valorar, dependerá de nuestra capacidad de atención, de un cierto refinamiento que es una forma depurada de espiritualidad. Estoy casi segura de eso.

mardi, décembre 12, 2006

la haine

Pensaba en cómo se puede escribir a partir del “odio de sí mismo”, quiero decir sentir un tal rechazo de su propia persona que esto se convierta en un espejo donde vemos los defectos de los demás agrandados, convirtiéndose en insensibilidad y falta de compasión. Casi una ausencia total de sentimientos, el “grado cero” de lo que se podía llamar “lo humano”. ¿Qué es lo humano, renegar de toda confianza en la mirada del otro, negarle cualquier posibilidad de reconocimiento? Es una pregunta que surge y que no encuentra una respuesta fácil. Pensaba en cuánta desazón se acumula en situaciones de carencia, en cuánta imposibililidad hay de sublimar la frustración que se convierte en ese desprecio por lo que somos y que sale convertido en un rechazo del otro, del que nos mira. Poder afirmarnos a través d ela miarad de afecto, es la única solución terapéutica al desarraigo de nuestra época, la única salida. Ninguna lucha puede ser victoriosa sin el afecto y simplemente desde lo intelectual. Me refiero que cuando una persona se muestra, por más impúdica que sea us exposición, espera una especie de absolución. Por eso, las escrituras en primera persona me conmueven por el risgo que asumen y el cómo se exponen. Muy pocos comos capaces de decir yo, pero cuando lo logramos, algo se acomoda, algo nos reivindica en la larga cadena humana del lenguaje escrito. Trato de pensar en cuál es la manera de sanar alguas heridas a través de las palabras, a través de algunos textos. Tal vez la música sea el lenguaje de la armonía perfecta, no necesita intermediarios y se dirije directamente a los sentidos. Los libros necesitan lectores atentos, sensibles, muchas veces generosos. Pienso en todos los libros que se publican aquí pese a todo y con mucha ilusión, creo que es un rasgo noble y sano. Pienso en la generosidad de esos jóvenes que se imponen a la dureza del paisaje peruano, y que sueñan con entregar algo de belleza y de espiritual con sus libros. Creo que eso me conmueve. Hoy pensaba: lo que me gusta de los demás son sus defectos, lo que los hace humanos, incluso en lo escrito, es lo que me toca de cerca.

lundi, décembre 11, 2006

Truffaut




Me doy cuenta de que llego a Lima y no tengo tiempo para nada, que me lleno de obligaciones y que no puedo dedicarle el tiempo que se merece a cada persona. Ganas de estar en varias partes y la imposibilidad concreta de hacerlo. También siento mi desorientación con respecto de lo que sucede aquí, la distancia y el tiempo en Francia me han alejado de muchas cosas, mi información es mínima y no me puedo “nivelar” en pocos días. Hoy caminaba con Iván y deseaba dejar que el tiempo pase, sin pensarlo, oler las madreselvas, mirar la noche, simplemente, dejar pasar las cosas, peor imposible cuando cargo varias cosas pendientes en mi cuenta. No sé organizarme de forma sistemática y si en Francia llego a hacerlo, es porque hay un silencio constante y una austeridad máxima en las relaciones sociales. Aquí, es todo lo contrario, todo se multiplica y no sé, de pronto, pierdo centro y me siento dispersa. Espero que esto pase. No leo casi nada, solo actúo. Y disfruto. Al final de cuentas, no está tan mal. Conversaba con Iván de las películas de Truffaut, de “Adele H” y de su pasión desenfrenada por un soldado francés incapaz de comprenderla. Ella fue la hija de Víctor Hugo, su preferida porque era muy vulnerable. Même si je dois marcher sur la mer pour te voir, ce chose là, je la ferais, recuerdo esta frase dicha por Isabelle Adjani en la película de Truffaut, una joya del cine.
Foto: imagen de la película de Truffaut.

vendredi, décembre 08, 2006

Noche


Los días están irrigados de un sol lejano, como un ojo que contempla desde el cielo. Quiero escribir sobre la noche de ayer y la música, sobre el movimiento de esos cuerpos en el concierto del grupo colombiano “Niche”, sus colores, sus gestos, la falta de pudor, casi total, esa soltura y esa sensación de pertenecer a ese espacio pese a sentirme lejos. Tal vez mi amistad con Millet tenga que ver que compartimos a Beyrouth y a Lima, con Francia al medio: cuando me escribe, siento que hay ese puente entre los dos. Creo que puedo confiarle mi alegría y mi desarraigo al mismo tiempo. Si antes sentía que vivía en un tiempo no conjugado, ahora es el presente del indicativo. Es curioso como el movimiento vital nos empuja. Hoy vi a mi sobrino, Patricio. Tiene 19 años y trabaja y ahorra para su universidad. Es lo que cualquier chico de su edad puede hacer en Europa, pero algo me dolía, creo que el hecho de que tenga que haber asumido responsabilidades de adulto tan joven, con una infancia y una adolescencia cortas, como fue un poco conmigo luego de que mi padre se fue, como lo es con cientos de jóvenes aquí y en el mundo, lo sé, eso no me impide sentir cierta frustración…. La literatura, la belleza me parece fútil por instantes, opaca frente al flujo vital de estas escenas… Trato de leer y deseo estar más afuera, encontrarme cerca de las personas que quiero y devolverles un poco del afecto que me han dado. Siempre, siempre pienso que mi voluntad no alcanza, que se queda pequeña.
Un día escribiré sobre todo esto, cuando me paseo, me digo que todo lo que veo entrará en algún libro, de alguna manera.

mercredi, décembre 06, 2006

Punta rocas


Regreso del mar. El ruido de las olas, la luminosidad del día pese a la grisalla, la inmensidad del desierto, ejercen un efecto lenitivo, como si hubiese hecho una larga caminata. Miraba desde la terraza de Bea, en Punta rocas, los autos recorrer la Panamericana sur. Siempre me ha fascinado el hecho de que esa ruta atraviese todo el continente. Ganas de ubicuidad. En el mar, varios tablistas aprovechaban las olas encrespadas que hoy se formaban en el mar. Según me dijeron, hay los verdaderos "surfers" y los "corchos", los de la Morey Boogie(?), que no hacen mayores esfuerzos. Los que entran hasta el fondo, sin miedo de las olas y los que se quedan fuera y se dejan llevar. Linda metáfora de la vida. Un corcho flota. Leído a Elba un fragmento del "Diario de un hombre humillado", de Felix de Azúa. pas mal, diría, si no es que siento algo de cerebral en él que no deja que me acerque demasiado a su texto, solo lo necesario, pero siempre sin intimidad, y a mí me gustan los tonos confesionales, íntimos, impúdicos... Cae la noche, o empieza la noche. Estoy en Lima.

Llegando

Y aterricé en Lima, luego de un viaje larguísimo, después de haber perdido la conexión para Lima en Miami, una catástrofe con la línea aérea, American Airlines, pérdida de maletas y stress adicional. Pero, como sabía que el viaje era largo, acepté las cosas con serenidad y aunque exhausta, estoy en Lima. Cuando miró la ciudad desde el avión, me sorprende comprender que es una ciudad en medio del desierto. Es curioso, porque no debería sorprenderme, y sin embargo me sorprendo y me pregunto, con cierta angustia, cómo hace la gente que vive en las zonas pobres, en donde no hay agua. En Lima no llueve y nunca me he preocupado en saber más de lo que sé sobre ese tema, solo generalidades. De pronto, me gustaría saber cuáles son las reservas de agua… cómo se administran, alguien sabe?
Vista a la feria del libro de Miraflores, no muchos quioscos, pero sí cosas nuevas, no vistas, de las nuevas editoriales. La edición florece, joven, alternativa, interesante.
Me doy cuenta de que aquí se ríe con facilidad, que nadie se esfuerza en renunciar al placer (la comida es uno de los puntos álgidos de ese hedonismo) de la risa y el ovido. Ayer nos desternillamos de risa con Elba sobre detalles ínfimos, burlándonos de nosotras mismas. En medio del paisaje austero los gestos más banales se hacen sensuales y, de pronto, mi experiencia se hace tumultuosa, el tejido humano se extiende. Pese a que es una ciudad enorme, sus dimensiones son humanas. Pensaba en eso ayer que caminábamos por Miraflores o cuando paseaba por el malecón de Chorrillos, desde donde se ve la bahía de Lima inflada de edificios. Una torre como la torre de agua de Barcelona, no estaría mal. Jean Nouvel, el arquitecto del Museo de Quai de Branly y de la famosa torre de bcn, debería hacer algo así en Lima, la perspectiva sería genial. El verano hace que todo el mundo se ponga efervescente, abundan las presentaciones: esta noche, presentación de un libro en el jazz Zone, que finalmente se ha convertido en un verdadero lugar de culto al jazz, homenaje a Carmen Ollé en la Feria, el viernes, remate de cuadros y fiesta en Barranco, según me anuncia Tatiana. Es gracioso, después de la austeridad humana en la inmensidad de París, esta efervescencia me recuerda los años cincuenta allá, porque no sé, creo que ha desaparecido o se ha hecho más dispersa y menos visible, es lo que conversaba con Millet antes de partir. Por el momento no hace sol, está nublado y me he despertado con el ruido de las cuculís y los pericos salvajes que vuelan por todo Lima. Los jardines están flor y hay muchos picaflores, algo que también me sorprende. Me encanta mirarlos absorber la miel de las flores. Tal vez incursión en la playa del sur para ver el mar…
Antes de partir, pensaba, en el RER de París a Charles de Gaulle: si todo el planeta fuese una gran confraternidad humana donde hubiese verdadero intercambio, económico, pero también humano, todo el mundo estaría feliz. El sueño de un mundo así, no sé, tal vez no sea imposible.

dimanche, décembre 03, 2006

A punto

He aquí con las maletas listas para atravesar el Atlántico vía Miami. Trato de imaginarme la sensación al llegar a Lima, la calidad del aire, el olor de sus calles. Sé que es una sensación que no deja indiferente. París está de noche todavía, imagino a toda esa gente que se prepara a salir para sus trabajos y que a veces cruzo (sobre todo emigrados) sin poder entrar realmente en contacto con ellos. El frío parece que aseptisara las relaciones. Es extraño, a fuerza de razón y de orden, se ha perdido una cierta espontaneidad. No hablo de invasión, de ignorar dónde está el espacio del otro, pero sí de flexibilidad. La exposición de Antonin Artaud, en la Biblioteca nacional, no deja de sorprenderme. En realidad era un dibujante alucinante y alucinado, sus autoretratos son numerosos, un poco obsesivos, pero lo que más me impresionó fue un dibujo titilado: El hombre y su dolor. Ahí vemos realmente la fragmentación de Artaud, su sicosis y su locura. Allendy, psicoanalista, que fue amante de Anais Nin, y quien también se enamoró de ella, trató de analizarlo, pero Artaud se negó. No quería que lo curen de su locuraque consideraba visionaria. Yo creo que hubiese sido difícil porque sus síntomas eran físicos. Una carta pidiendo a su psiquiatra un medicamente para el dolor, me impresionó mucho. Según Anais Nin es de una herida humana de lo que se enfermó Artaud, la guerra, la locura de la guerra y el no poder entenderla. Y eso me conmueve mucho. Primera vez que veo el rostro de Anais Nin en vivo, es uno hermoso, muy equilibrado, con expresión de niña traviesa.

Pienso en los rostros hermosos que no tienen contenido, es decir, que no tienen “gracia”... el de Yannik Noah, ex-tenista, ganó el Rolland Garrós hace mucho tiempo. Visto en el restaurante Joe Allen, con Weyergans. Un rostro bonito, estéticamente bonito, pero la miradas es lisa, no hay relieve, está de acuerdo con el resto de su cuerpo, es equilibradamente banal. No sé cómo explicarlo. Me gustan los rostros con personalidad, pero sobre todo con alma. Miren y busquen uno... generalmente se encuentran más allá de los rasgos o del color de piel.

Hasta la vista Paris.

fatums

Fatums


Una pregunta que siempre me hago es si nosotros somos completamente responsables de lo que nos sucede. En cierta forma creo que sí. Que cada cosa que nos pasa es consecuencia de una acción, de un gesto de nuestra parte. Lo que es imposible saber es si realmente hemos elegido, y en eso consiste nuestra idea de libertad. Muchas veces necesitamos tiempo para comprender las cosas, e incluso, no siempre estamos en condiciones. Ayer di un largo paseo por París en automóvil. Pasamos por la Tour Eiffel, los Campos Elyseos, el Arco del triunfo, La escuela militar, los Invalides, etc, y todo eso, no tenía el mismo significado de antes. Quiero decir que yo no lo miraba como la primera vez, como algo extranjero, si no como algo familiar y sin mucho misterio, pese a ser hermoso. No sé si sea así con todo. Yo nunca he sido supersticiosa, ni creyente, siempre pienso que las cosas sueceden como deseamos que sucedan, y sin embargo, nunca he podido explicarme las tragedias colectivasm ni tampoco las individuales. Tal vez esta última sea más comprensiblepara mí, el hecho de que una sensibilidad determinada sea incapaz de adaptarse a cietros cambios. Hay personas que nunca desarrollan el sentido común ni práctico y esto las hace marginales, excéntricas, antisociales, pero, en general, son las que más me gustan porque yo también me reconozco parte de ellos. Si una persona es práctica y tiene sentido común, sabe establecer jerarquías, dar valor a las cosas según sus necesidades. A mí me sucede que muchas veces tiendo a la indulgencia, por una especie de soberbia, en realidad, que me dice, tú estás por encima de esas cosas, como si nada me alcanzara. Y eso es falso. Si me alcanzan ciertas cosas, y si hubiese sido más cautelosa, estaría protegida, mas no sé hacerlo. Lo que tiendo a hacer es comprender para integrar esa parte a mi relato íntimo de forma que no quede fuera de mi existencia. A veces, puede que haga todo de mi parte para sabotearme(yo misma entrego las armas). Es quizás un sentimiento de culpabilidad, por sentir que no se merece lo que se tiene y que hay que pagar una deuda. No debería estar tan mal si de veras no nos saboteraría ciertas cosas, nuestras relaciones con los demás, por ejemplo. En todo caso, toda persona que puede pensar, sabe trascender los fatums e intepretarlos como tales, casualidades, o conjunciones de situaciones que se han ido decantando y que se nos aparecen como evidencias en algún momento, mostrándonos algo que antes no hemos visto. Anoche soñé con un gato pequeño y desvalido, supongo que ese gato era yo. O alguien a quien quiero. Borges siempre se soñaba con tigres, yo me sueño con gatos... Y voy a ver la exposición de Antonin Artaud. Antes de partir a Lima.

samedi, décembre 02, 2006

Método

Hay situaciones que nos reclaman serenidad. Cuando las cosas parecen a punto de abortar, retroceder, pensar, tratar de observar los detalles. Nunca sabemos si estamos en contacto con las personas adecuadas, pero podemos confiar en que nuestra intuición no nos falle. Hay ideas que podemos tener y que pueden ir a contracorriente. Me pregunto si no es el fondo de mi trabajo de tesis que amenaza con abortar. Estoy yendo en la dirección que la universidad como intitución espera, o simplemente mi reflexión es antiacadémica y subjetiva, un rasgo que me identifica? No lo sé. Pero no evita que me ponga en duda. Un trabajo crítico necesita reflexión y tiempo, y si nuestra perspectiva no satisface ciertas exigencias de método, puede ser que carezcamos de él. Es curioso porque tengo una duda profunda sobre estos temas, sin dejar de ponerme en duda yo misma. De todas formas todo trabajo es una construcción y el hecho de retomar o retroceder, no puede si no enriquecernos... veremos...


Ayer, mientras hacía trámites administrativos, observaba a las personas, de todas las nacionalidades, que acudían al lugar. Creo que lo que más me conmovía, era la actitud de ciertas personas de origen africano. Me conmueve y gusta mucho su manera de moverse en el mundo, hay un encanto, una cierta delicadeza, o vulnerabilidad. Su manera de hablar es lenta, sosegada, no es rápida como la de los occidentales. Creo que eso también me lleva a pensar en mi trabajo. La cuestión del método, se puede reflexionar de otra forma que no sea metódica? En fin, todo nos lleva siempre a una nueva respuesta. Ayer en la exposición de Ives Klein, artista nacido en Niza, encontré unas reflexiones sobre el arte interesantes: la necesidad de ir hacia algo neutro, casi de desaparición del artista en su propia obra, sin método. Es una forma, de conocer, sensible que no sé si no está confrontada a otra forma de ver el mundo más racional. Seguiré con este tema.