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mercredi, mars 01, 2006

Chateaubriand


Ma main ne me revient pas, elle meurt par marceaux, es uno de los fragmentos de René de Chateaubriand, escritor romántico, pero más que eso, un escritor a parte entera. Digo esto porque Chateaubriand es inclaisficable. Fue un hombre político y más que nada escritor. Mi mano no regresa, muere por pedazos, ese fragmento es como si hablase de esa fragmentación del tiempo presente en el cuerpo. Cuando Chateaubriand decide refugiarse en el Valle de los lobos, donde compra una casa de jardinero para transformarla en un verdadero Nido, la idea de sus Memorias de ultratumba empezaba a tomar forma. Costruir una tumba personal en vida, rodeado de los árboles que trajo desde los Estados Unidos, lugar que sirve a sus dos novelas, René y Atala. Dos novelas remarcables, cargadas del sentido romántico de la época: grandes espacios, sensación de sublime... Qué hace que Chateaabriand, quien gusta a mucha conservadora en Francia me parezca tan apasionante? Algunos fragmentos de sus Memorias, su infancia en un frío castillo de Normandía, la descripción de ese niño vulnerable, inválido para la vida afectiva. El que escribe, Ma main... Hace unos instantes paseaba por el parque de esta casa que le sirvió de refugio, lejos de Lima, de su sol y de sus cerros áridos, pensaba en cómo se sentía. Estaba pegada al vidrio de la Torre Velleda, de inpsiración italiana, tratando de encontrar algún detalle a ese espacio en el cual empezó a redactar Las memorias, y creo que lo que más me impresionó es la magnitud del jardín, su arboretum plantada por el mismo. Un cedro del Líbano se veía impresionante por su altura, y el bosque, por su paz. En 1818, arruinado por la Restauración (gobierno reaccionario que lo hizo a un lado) vendió esta casa a Mathie de Montmorency, amigo de una mujer muy famosa e independiente, Madame de Recamier. Pero aquí, en este nido, construyó su propia tumba, su monumento frío como el castillo de su infancia.

La Arcadia

Cada vez que dejo Lima me pregunto: por qué, tengo que irme? Para qué? La respuesta que siempre encuentro es: para ser tú. Sin la vida en Francia, sin la soledad y la ausencia, no sería la misma, o no apreciaría las cosas de la misma manera. Aquí, lejos de todo referente, todo es limpio y sin envoltura. Las cosas son lo que son, y hay que aceptarlas. Rozo mis límites, enloquezco debido a los cambios, pero siempre me levanto y logro caminar. Chateaubriand podría ser uno de mis aliados cuando escribe sus Memorias y habla de ese niño desvalido, asustado y que sin embargo sueña y sueña... Y sueña que sueña.

2 commentaires:

Erika Almenara a dit…

entiendo completamente lo que expresas. conozco ese sentimiento, tener que estar lejos para poder ser. sí, los cambios siempre son tan difíciles, duelen tanto porque siempre dentro está esa pequeña niña que le teme a todo, a la misma soledad en la que sólo puede vivir. saludos y suerte

Magda Díaz Morales a dit…

¿Es necesario no apreciar las cosas de la misma manera? No se, me he quedado pensando si acaso esto importa más que dejar lo que amamos. Quizá las ocsas se aprecien de diferente manera, pero la apreciación también se tiene en lo que dejamos, aunque sea diferente, otra.

"Para ser tu"... Me cuesta trabajo de asimilar esto, creo que tu serías tú aqui, allá y adonde fuera.