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vendredi, mars 10, 2006


Valle de los lobos

Hoy salí a caminar cuando la lluvia que caía sobre París cesó. El bosque estaba sombrío, iluminado por claros que se abrían paso entre las nubes cargadas de lluvia. Era extraño contemplar ese paisaje, extraño e intenso medir su profundidad y confrontarme a la pequeñez de mi existencia. Imagino las sensaciones que pudo haber sentido Chateaubriand mientras se paseaba por él, cuántas cosas habrá imaginado y pensado, cuánta soledad y cuántas presencias habrá tratado de animar. Todo estaba enlodado y la casa se veía iluminada, al fondo. Este paisaje es tan distinto del de Lima, es tan voluptuoso y, al mismo tiempo austero, reflexivo y melancólico, en suma, una paisaje romántico donde se puede imaginar las partes más tempestuosas del ser humano, sus debilidades y sus caídas, pero también la fuerza que puede tener para imponerse a ciertas circunstancias.
Mientras caminaba pensaba en lo difíciles que son las relaciones en las personas, en su constante desfase, como si produciéramos mensajes que nunca pueden ser descfifrados y persiguiésemos una luz intermitente. Y pensaba en las ausencias que nos acompañan, en los gestos que recordamos y de los cuales no nos desprendemos sino por un trabajo de memoria y de olvido. ¿Vemos realmente a los demás? ¿O solo son esas intermitencias de las que hablo? Hay un cedro del Líbano que fue plantado por el propio Chateaubriand, se veía tan inexpugnable, tan alto, como aquello que las cosa que no llegamos a comprender, por eso pensar que podemos reducir la realidad a una sola cosa, contenerla en una imagen o una idea, me parece impensable. Entonces es como caminar en el bosque y respetar sus secretos o abandonarse a ellos. Amor fati.

5 commentaires:

cantares a dit…

Esa habilidad suya de sorprender ciertas experiencias relatandolas desde una perspectiva reflexiva e iluminadora, aglutinandolas bajo un equilibrado trasfondo de ironia sutil, de intimismo elegante, y de un delicado donaire poetico, es lo que nos hace regresar deseando leerle otros y otros posts.

Pregunta impertinente:
Porque lo bueno, siempre nos tiene que llegar a cuentagotas?...

XIGGIX a dit…

siempre e pensado q vivimos en medio de un gran malentendido
ese paisaje se siente realmente como lo describes, hasta la humedad de los pastos y el crujir de algunas ramas y hojas bajo tus pies, andando y conteniendo algunos instantes la respiracion en momentos irrepetibles

Rain (Virginia M.T.) a dit…

En el Museo de arqueología en Pueblo libre, está la Casa de Bolívar. Fuimos mi niño y yo el mes pasado. Anochecía, (día especial en el Museo) y el cuidador nos mostró una higuera de aquellos tiempos de batallas, de aquellos tiempos de la historia,y por el sendero, imaginé las pisadas de los genrales, sus pensamientos, y todo se comprimió mientras mi nino veía todo con gran curiosidad.

Un lugar que invite e esa paz, a ese estado de meditación profunda es el que buscamos en la vida.

Y nuestra disposición a contener el silencio, los silencios, y alguna voz muy honda en el interior.

Gracias Patricia. Llegar y permanecer aquí es como desprenderse de lo que nubla el paisaje: el propio paisaje, el interior.

Un gran salute.

Magda Díaz Morales a dit…

Sí, las relaciones humanas son muy difíciles. Llega un momento, nada agradable, en que ya nada sorprende respecto a esta dificultad, algo así como un saber que existe una lucha de poder (a veces abierta otras connotada) entre ellas que por más que se haga no se logra nada, o casi nada. Si dices, porque dices y sino dices, porque no dices, igual sucede con el hacer.

Yo creo que no, no vemos realmente a los demás, lo que vemos es lo que queremos ver y/o nos conviene ver. Los intereses personales siempre como bandera, es más el usar que el dar o intercambiar...

¿Será condición humana?

Anonyme a dit…

Very nice site!
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