Oyendo una vez más France culture, una entrevista a una escritora desconocida para mí (Dominique Olmi), pero que dice cosas luminosas, interesantísimas. Primera intuición: no es una casualidad que en este espacio, el del idioma francés, haya tantas personas que tienen tanto qué decir, es que la sociedad coloca a esas personas en situación de pensar, y de pensarse...
Hay entonces encuentros, como dice ella, místicos, trascendentales y que contienen algo de sagrado porque nos ubican en el centro de nuestra propia experiencia y nos permiten actuar con toda confianza. El verdadero amor está siempre cimentado en esa confianza en el otro, que nos permite movernos y mirarnos sin prejuicios, sin culpa.... es esa luz que nos acompaña y nos empuja a caminar por caminos nuevos que algunas personas poseen... hay encuentros que nos extravían y otros que nos empujan a avanzar... son personas gratuitas, no exigen nada a cambio, se dan, se entregan. Y es en esa entrega que se puede producir un verdadero encuentro, el verdadero amor... pero qué lo incita, qué lo promueve? Solo esa disposición generosa, inmensa que es el amor y que hace que el mundo sea más vasto... ese don que hace que perdamos miedo a nuestros límites, que pensemos que podemos mover una montaña...
ese don...
recibo un mensaje muy hermoso desde Ceuta, en el África, una foto de la casa de Colette tomada por esta lectora y que cuelgo en homenaje a esos encuentros que son también importantes, las amistades...
A veces pienso que vivo como una sonámbula, completamnete inmersa en el mundo de mis obsesiones y de mis imágenes, todo eso, para escribir. Por eso cualquier cosa exterior puede alterarme. Es decir, deseo estar en el mundo, al mismo tiempo vivo tocando marcas, diseñándolas, describiéndolas, de ahí que toquemos, que toque algunas fibras internas. Me entrego a ese viaje, pero, a veces, me agoto, un poco como una chamana que acaba exhausta después de la ceremonia. Y me digo que debo también vivir al ritmo de los demás, que no puedo andar siempre suelta al mío y sentirme constantemente jaloneada entre esos dos espacios. Casi es una misión imposible, tal vez en algunas circunstancias esos espacios se unen, en residencia de escritores, por ejempo, solo allí, donde se está para escribir, pensar y observar, me siento en mi lugar.
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