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vendredi, octobre 16, 2009

aprender a vivir de otra manera

Justo ahora que estoy en París, que todo incita al consumo (y confieso que me dejo seducir, aunque deteste esa debilidad en mí), encuentro una frase de Emmanuel Lévinas, a propósito de la reedición de sus obras completas en Grasset: Después del campo de concentración, aprendimos la diferencia entre Tener y Ser. Aprendimos qué poco espacio y qué pocas cosas son necesarias para vivir. Aprendimos la libertad.

No es hermosa?? Acabo de comprar un ejemplar del Courrier international donde habla de una nueva época en ciernes, otros valores, decrecimiento económico, poco consumo, lentitud en vez de aceleración, una época más sabia y menos suerpeficial. Pero, estaremos a la altura? Es decir, sabremos elegir esos valores? Nos imponen tantas necesidades inútiles, tantas imágenes impuestas desde el exterior que no significan felicidad. Lo repito, el lujo, el éxito entre comillas, no son sinónimos de felicidad, todo está en la manera cómo interpretamos. No sé pero cada vez estoy más convencida que muchas personas viven, vivimos, atrapadoas en la imagen que proyectamos en el etxerior pero no convivimos con nosotroas mismoas. Esa sensación la he sentido constantemente, en el café Select, del Bd de Montaparnase (pensando en cómo hacía Beauvoir) donde hablaba con una amiga ausente, en mis conversaciones con otras amigas, muy pendientes de la imagen que van a proyectar, lejos de su eje...

Y la verdad, me produce una gran ternura, ternura, el hombre que sube apurado las escaleras del metro, cargado de bolsas para hacer su cena de representación (el rol que representa en la sociedad), donde dirá muy pocas cosas que de verdad le importen, donde no existirá de veras más que unos instantes, o quizás nunca, o la mujer que empuja el coche de su hijo, convencida de que cumple con la sociedad, que tiene un valor concreto, hasta verse aislada, sola, sin saber qué hacer con el paso de los años.

He estado también en la exposición de mujeres artistas olvidades en el Beaubourg (Elles), me dio también pena, porque hay mucha somatización, mucho cuerpo enfermo, alterado por una mirada inquisidora y represiva... una cosa de pesadilla, y sin embargo es importante saberlo. Quiénes visitan esas exposiciones? No la mujer que empuja el coche ni el hombre que sube apurado, una elite. Y eso es triste, triste porque les ayudaría a comprenderse mejor, una paradoja dolorosa, al final...

Y no es que esté triste, es que la frase de Lévinas se ha convertido en una extensa reflexión que me ha reconciliado con mi soledad, con mis exigencias interiores y mis malestares materiales... Y sino, estoy... exhausta... caminado horas de horas, apenas si me puedo parar... pero la moral está fuerte y quiere seguir adelante.

1 commentaire:

marichuy a dit…

"aprendimos la diferencia entre Tener y Ser. Aprendimos qué poco espacio y qué pocas cosas son necesarias para vivir"

Patricia

Hermosa y profunda esa, más que frase, filosofía de vida. Cuando uno vive (y sobrevive) en un medio adverso, aprende eso. No hay de otra y su escala de valores, por fuerza se modifica. Pero nuestro mundo del consumo es terriblemente seductor... qué horror. A vece me remuerde la consciencia, pues a medida que pasa el tiempo, más necesidades superfluas nos vamos creando.

Saludos desde la soleada Ciudad de México,