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dimanche, octobre 25, 2009

saber mirar, recibir

Esta mañana oí en la radio: para amar, hay que saber recibir ese regalo que es el amor, hay que saber estar a la altura de ese sentimiento, y en un debate en el programa de A.FINkerkrault, que escucho a veces porque suele tener buenos invitados, una psicoanalista decía a propósito del mismo tema: es impresionante la cantidad de gente que decide no amar por miedo...

Y pensando en eso, intuyo que esa capacidad de amar es la capacidad de interpretar, de comprender lo que se nos está entregando. Es como aprender a apreciar un cuadro, aprender a leer un libro, es exactamente lo mismo. La vida, el tiempo, la velocidad de las cosas nos hacen olvidar que eso es lo más importante y que vivimos, estamos, de alguna manera, en este planeta para eso, sino, de qué sirve la riqueza, el dienero el lujo si tenemos el alma en harapos?

Por ejemplo, el otro día me di cuenta de que nadie mira el cielo espléndido de Saorge, nadie, es como si ya no importase esa belleza, o no entrase en el interior (en los aviones, nadie mira tampoc el cielo; las nubes, o la tierra, ques e ve tan hermosa) Ayer en San remo, gran paseo con una residente; yo deseaba detenerme; perderme en las calles sin mapas, entregarme al azar, y no podía compartir ese sentimiento: seremos loas últiimoas mohicanoas??? No lo creo! Pitié!!!Pero a veces me hago al pregunta. Desayuno mirando el paisaje espléndido del monasterio, oyendo el zumbido de una mosca, descalza, o al sol, como uvas; me siento realmente una privilegiada, o es que loas que tenemos muy poco recibimos siempre con goce? Será???
Anoche estuve leyendo a Colette: La naisance du jour, donde habla de su madre, de ella misma, es un libro soberbio, breve e intenso. No sé si está traducido, averiguemos.

1 commentaire:

marichuy a dit…

"es impresionante la cantidad de gente que decide no amar por miedo"

Patricia

Y no sólo eso, sino que cada vez es mayor el número de personas que optan por eso. El miedo, la incertidumbre, nos acobardan y no sólo en cuanto al amor, me parece que ante todo (absurdamente, porque a la hora de la verdad, con o sin miedos de nuestra parte, las cosas suceden).

Me encanta mirar el cielo, ya ves que acá en la Ciudad de México no siempre está despejado, pero aún así, lo aprecio cuando se muestra nublado y cerrado de grisura, luminoso y azulado (casi cielo Magrittiano) que es muy escaso y también, cuando está casi negro, apenas ilumiando por la brillante luna.

Saludos