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vendredi, mai 09, 2008

Valladolid

Ayer, mientras hablábamos en la carpa de la Feria de Valladolid con algunos escritores y la lluvia caía torrencialmente, el debate derivó, en mi caso, al problema de "la crisis del lenguaje". Yo quise decir que todas las experiencias violentas marcan nuestro lenguaje, que este no queda intacto (hablé de la ciris de la novela que siempre menciono), que se impregna. A veces, el lenguaje no puede nombrar ciertas experiencias porque son una herida. El lenguaje no puede decir a veces lo que es el dolor, la pérdida, la ofensa, la vejación, el desprecio. Es ahí cuando explotamos, en mi caso, cuando veo que es imposible establecer un vínculo afectivo con el idioma, afectar, hacer que el otro se sienta concernido. Ayer, a raíz de una desagradable conversación telefónica con alguien a quien creía conocer mejor, empecé a pensar, con malestar, en qué significaba la injuria: nada me ofende más que el desprecio, la desvalorización de mi situación como mujer, mi exigencia de derecho a la palabra. Creo que puedo ponerme muy soberbia cuando alguien atropella mis derechos como persona. Y me convierte en una caricatura de mí misma... No creo ser la única, algunas mujeres se resignan al maltrato, otras, luchan por sobrevivir y muchas veces terminan solas para no perder el mínimo de dignidad que les queda. Hay situaciones peores, de hecho, aquellas en que mordemos el polvo, la nada... Esas situaciones son innombrables, como el personaje de la novela de Beckett, ya no se es un humano sino un guiñapo, y si una persona es incapaz de identificarse con ese sentimiento, hay un código que no está bien, hay algo ahí que no funciona. Eso me digo cuando alguien comete una brutalidad y no siente ningún remordimiento, cuando alguien llega a tener la soberbia, la alienación de ignorar... no respetar a una mujer, un hombre, por su color de piel, su género, o sus ideas... eso, me parece condenable, triste e indignante...

Se me acaba de ocurrir algo!!..., copiado de E. Jelinek, empezaré a publicar la versión bilingue de mi novela La disparition... Me gustaría que el lector vea el trabajo in progress de esta novela sobre una relación, una desaparición., como dice el título...

2 commentaires:

Fernando a dit…

Lamento la situación con el amigo, pero ocurre a veces que el afecto que sentimos por algunas personas nos acercan bastante a cosas de ellos que nos molestan y no sabíamos de antemano que existían. Sin embargo, y a pesar del dolor, no todo podría estar perdido. Del otro lado ocurre tambien lo mismo y si el afecto es recíproco, él puede hacer la magia de hacer que algunas posiciones se reconsideren. La persistencia de algunas personas en sus ideas es el resultado de una falta de contrastación de puntos de vista contrarios, puede ser debido a una falta de exposición a ideas diferentes y opuestas. Elevarse por encima de los prejuicios con los que crecemos les cuesta a algunas personas más que a otras. Ya veremos!
Y ciertamente la incapacidad del lenguaje para reflejar ciertos estados emocionales, ciertos traumas, es una verdad psicológica. Es un mecanismo de defensa. Cuando la realidad es muy dura e insoportable la conciencia reprime y convierte en un punto ciego toda referencia a ella, como una manera de mitigar el dolor y el sufrimiento producto de ella. Por ello las víctimas de abusos de todo tipo, como decía el personaje de una película, ellos son los mejores actores, pues viven ocultando la verdad de sus verdaderas desgracias.

Rain (Virginia M.T.) a dit…

La subjetividad: ¿hasta qué punto uno está considerando que le agreden cuando en ello no hay una intención realmente pérfida?

Por lo que entreveo, dudo que actues con la sola emotividad. Espero que esta visicitud pase y si no, de todos modos habrá sido mejor para ti (aunque hiriente) que develes a ese individuo/a.

(Uno se siente bien en tu espacio, Patricia).