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jeudi, février 28, 2008

Proust


Leer a Marcel Proust no nos deja indiferentes, por eso, a veces, no entiendo cómo se sale sin marca de una lectura como esa. Releo el prefacio de Albertina desaparecida, en su edición francesa. Me gustan los prefacios, sí, ese trabajo de lectura que completa el del autor. Este es de Anne Chevalier.


La novela de Albertine empieza co su desaparición, es la novela de una ausencia, y veremos que desde su partida y su muerte se desarrollan los argumentos que le dan en La búsqueda, el lugar de una reina. Su imperio se extiende casi a todos los dominios-salvo del lado de Guermantes- donde se construye la vida de su héroe: ella reemplaza a Gilberte, pero con toda la fuerza de un amor adulto y carnal, comparado con un amor de infancia; ella sustituye la abuela del protagonista en el duelo y los sueños nocturnos, ella toma el lugar de la madre por la ternura de los besos cotidianos; ligada a la madre y a Balbec y el mar, ella está también ligada a Venecia, por su elegancia; ella sucita, como Odette, los tormentos de los celos; encarna Gomorra, rodeada de extrañas y populares Nereides, pecadoras, lavanderas...


Yo pienso que es justamente eso lo que hace que Proust no suelte la madeja, ese mundo de mujeres ordinarias, le es tan enigmáico como ajeno: es impenetrable.


Anne continúa: La totalidad de Albertine desaparecida, es crepuscular. Es la frase de Albertine: No olvidaré ese paseo dos veces crepuscular (puesto que la noche llegaba y que nos íbamos a separar) y no se borrará de mi memoria más que con la noche completa. Toda la última parte sucede una habitación en duelo, cuyas espesas cortinas dejan pasar, a veces, un rayo de luz que hace mal, como un corte de cuchillo. Cada eco sonoro y luminso que llega desde el mundo exterior es un recuerdo doloroso de la vida con Albertina. El protagonista está rodeado de imágenes alegres y terribles de una Albertina de la que termina por comprender que es una proyección de sí mismo: había comprendido que mi amor era más que un amor por ella, un amor que estba solo en mi interior.


Voila, hasta qué punto no es una invención de nuestro propio lenguaje y su incapacidad de dejar que esa persona amada exista, lo que se denomina amor? No lo sé, pero habría que releer a Levinas y tratra de entender, de impregnarse de su concepto sobre la Alteridad...

1 commentaire:

Fernando a dit…

Con razón un joven de 25 años graduado en neurociencias quedó tan impresionado con Proust que su primer libro es un reconocimiento a este escritor: http://www.jonahlehrer.com/About%20Me%202.html
Parece que no me queda mas remedio que.......