Y como no puedo despegarme de Proust, a lo mejor porque yo también no he renunciado al pasado (para establecer una continuidad con el instante presente), salgo a caminar por la calle cubierta de árboles de Amsterdam, en medio de la noche, con las luces sobre el rostro y recuerdo, recuerdo, sobre todo que nunca he hablado mucho de mi padre, y que le debo eso, hablar de él como he hablado de mi madre, con más convicción. Sé que tenemos pocas imágenes de infancia, al menos yo, sí. Son pocas, y aquellas en las que me veo con mi padre, aún más. Escuchaba Adamo, c'est ma vie ( no Capri c'est finit, la cancion aue le encantaba a Marguerite Duras), una de mis pocas relaciones con Francia, ahora tan presente. Y veo, me veo: parada, esperando el bus para llevarnos al colegio, veo la falda gris, tableada, el cabello desplegado sobre los hombros, la subida al bus, la música de Adamo, la sensación de que está todo en orden, que podía vivir así, con serenidad, mirando ese cielo de Chaclacayo, quieto y austero, donde mi padre había comprado nuestra casa. Digo nuestra pero casi siempre no estuvo, y llegaba, a veces, en su camioneta de ingeniero civil para llevarnos a los Andes, recorrer rutas austeras, enterradas, altísimas, como la de Ticlio (a 5000 metros de altura) y bajar a la ceja de selva, internándonos en ella, contemplando un paisaje alucinante. Sí, mi padre es un aventurero y de ahí también mi fascinación por la ficción. No sé qué sucedió con ese hombre que me traía siempre libros para leer (un día dejó de leer), que, entonces yo detestaba proque me separaba de mis amigos de colegio, pero sí, debo reconcoer que he sido feliz en esos viajes por el Perú, soñando con otras vidas, otros rostros... Hablo un poco en Electra de mi padre que se trasforma en muchos, pero que está, y no lo sabe. O sí...
Mi Balbec, mi Combray, donde espero ir pronto, es Chaclacayo, mis excursiones al cerro (así se dice allá) pelados, con algunos cactus y la sensación de pisar el suelo con unas botas que mi padre me ha comprado. Luego, en París, salía a caminar por la avenida Mozart, salía detrás de esas sensaciones, las quería revivir para ponerlas por escrito y no me atrevía. Eric me seguía de cerca, para cuidarme o porque le daba celos que estuviese sola, con mis recuerdos. Y en París, lejos, mirando el Sena, o las calles de ese barrio XVI, he revivido más que nunca mi infancia, a mi padre, y a mi madre, y a mis hermanos, y esos instantes de colegio y de espera, sosegados bajo ese sol que nos contemplaba impasible. He ahí mi reino, he ahí, mon bonheur. Y ahora, muerta de hambre después de leer a Proust, me voy a comer. Cuelgo un video de Nina Simone cantando Ne me quitte pas... extra-, con imágenes de Los amantes de Pont neuf, película que hay que ver, de Leos Caraz, con Juliette Binoche et Denis Lavant... Cuántas personas, cuantas calles, cuántas imágenes... vuelvo sobre mis pasos...http://fr.youtube.com/watch?v=CK5wgHu9NSs&feature=related
No me olvido de la traducción...
Foto: Esos son los cerros de la sierra peruana, ojo, la foto del albún sale grande, la segunda imposible, no es vanitas vanitatis, espero! !Es cogito ergo est... imagen parcial de Chaclacayo, no encontré otra, no es sublime?
2 commentaires:
Je suis désolé.
El link que estaba supuesto a mostrar el artículo de Vargas Llosa no salió completo. De todos modos puede encontrarse de manera manual en la edición impresa de El País bajo el título "Karl Popper, al día" en fecha 27 de abril de 1989.
Y en cuanto a las fotos, con vanidad o sin ella, están bellísimas (interesantes los contrastes en ambas: ¿oasis?)
Es un post que suscita un rizo de música/sensaciones.
Esas piedras y tu imagen...y el video,
¿sabes?
no he visto este film y Juliette Binoche es una de mis actrices predilectas.
Nina Simone maravillosa.
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