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vendredi, février 16, 2007

la ficción

Nunca he podido dejar de soñar, con un mínimo movimiento, con un mínimo de cosas. Sé que sueño con una camioneta corriendo por la Panamerica Sur hacia el Cusco, imagino la magnitud del paisaje, el silencio de las montañas de los Andes.
O cuando camino por las calles de París y una persona, una presencia, me hace imaginar lo que podría ser su vida, lo que podría vivir o sentir esa persona.
A veces, siento que debo pedir disculpas por ser así, por haber perseguido mis sueños sin pensar mucho en los demás. Miedo de no estar sufiente tiempo del lado de los que de veras me quieren, miedo de fallar. Sé que no es muy responsable soñar tanto, sé que no se pude vivir la vida así, pero... este atenuante... tal vez no sea más que una forma más de vivir...

Leo la vida de Stendhal y qué? 380 páginas para entender a Matilde (Del amor), otras tantas para contar su vida, La vida de Henry Brulard... Por qué sentirse mal de ser así? Quizás porque es un trabajo que es considerado como un lujo, cuando debería ser posible para todo el mundo... poder soñar. Quiero decir, preservar la inocencia, siempre proteger, siempre la alteridad, y el deber de injerencia. Lo siento, no veo otra salida.

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