Empiezo por evocar el verano como algo pasado. Cuento las horas: no quedan muchas hasta tomar el avión. Trato de imaginar cuál va ser la sensación cuando esté en el frío de París. Y me pregunto si podré recordar todo esto con precisión, las texturas, los olores, sobre todo los rostros. Ayer noche caminaba por la calle con un amigo tratando de impregnarme de los olores. Esos olores sé que los perderé.
Entonces veo el rostro de... y la sonrisa de, y escucho la voz de... y sé que eso estará en tiempo pasado, muy pronto. Ah, el problema del tiempo, esa franja que siempre atravesamos y que se ensancha de acuerdo a las experiencias. Siento que han pasado más de dos meses, que me alejo de ciertas cosas, y que obedezco a la ley de mi especie, partir, siempre. Mi verano aquí es mi presente, pero también mi vida en Europa, y aunque no sé cómo conjugar esos espacios tan distintos, aunque no sé, nunca, qué cosa es más importante (como si fuese un poco ciega), sé que me guía la intuición. Y sé que confío en ella, y cierro los ojos y pido que una mano se coja de la mía y poder andar, al final, lo esencial es estar siempre en movimiento.
Tengo un día agitado, incursión al centro de Lima, despedidas, desarraigos, encargos, todo, así, en bloque. Es como una luz que nos penetra y nos enceguece por su potencia, pero conforme nos vanos acostumbrando a ella, empezamos a ver mejor.
Suelo pedir siemrpe una sola cosa a la vida (que es amí misma): saber dar el justo valor a las cosas, que es: !un mínimo de sabiduría!
2 commentaires:
Supongo que ya estás en París. Y que las nostalgias no te arruinen el presente. Solo déjalas que ocurran, pero que no pelechen. La vida en como la veamos. Saludo.
Partir. Imagino que pronto estará en casa, espero que no olvide la calidez de Lima tan pronto. Me comentó una amiga que hace mucho frío en París estos días, abríguese.
Saludos
Vanessa
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