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vendredi, août 04, 2006

El páramo

Qué difícil cuando tratamos de de estetizar una situación que se nos hace insoportable, cuando no hay epifanía, cuando la experiencia parece cerrada, infértil, solitaria. Pensaba esto a raíz de una cierta dificultad para encontrar interlocutores. Poco a poco nuestras exigencias nos van dejando solas, sin muchas personas con quien dialogar, me refiero al verdadero diálogo, en el cual dos personas se involucran y se la juegan sin ninguna lucha por el poder. Es una forma de entrega, de juego limpio que no siempre se logra por más que se trate de afinar el oído. Me refiero a la generosidad, que se da con mayor dificultad en situaciones de riesgo. Por ejemplo, siendo extranjera, siento que muchas veces algunas personas se sienten en peligro porque se confrontan a una forma de vida que no es la suya, sin arraigo, sin ataduras, siendo mujer, a una relación muchas veces violenta con los hombres que no desean ese modelo y lo ven como una subversión a las reglas de juego. Pues bien, hay que buscar y buscar interlocutores a la altura, alejarse de lo fatuo, lo superficial. Y sin embargo, cuando, creyendo que la situación es reversible, hablamos y forzamos al lenguaje para tratar de tender un puente (como cuando se escribe un libro y se sueña con que alguien lo lea y se identifique) y este se cae, lo volvemos a poner, pero ese puente brilla por su soledad, nadie camina por él y tenemos que recoger nuestras cosas, y marcharnos a caminar por el páramo a meditar. . Lo importante es haber recorrido ese trayecto, lo que encontramos, la ausencia, nuestra propia existencia entregada a su contingencia, es decir, que por más que se trate de labrar una piedra, si esta es lisa, todo resbala por ella, poco importa, nos habrá mostrado algo, nos devolverá a nosotro(a)s mismo(a)s. Qué importa la sordera, el cretinismo, la pobreza en el diálogo, lo que importa es lo que hemos hecho por nuestro lado. Por eso, cuando empequeñezco y me dejo contaminar por una situación, cuando la punta acerada de una mirada me ignora y me niega la existencia y me pone una máscara, cuando hay ese encierro, la única forma de salir de él es dándole vuelta a la situación, continuar andando sin temor a caminar por el páramo: llevamos nuestra existencia cuestas, y aunque se tenga miedo y tristeza, seguir avanzando, hasta que la experiencia termine encontrando su espacio, lo más seguro, el olvido, que con el tiempo, siempre llega.

1 commentaire:

Anonyme a dit…

leo tu texto desde mi recientemente vaporizado páramo amoroso y, sabes, no sabía qué hacer con los huesos que habían quedado, y tu texto me ha dado una idea: les voy a sacar brillo.

me gusta tu blog y tu traducción de michel leiris, felicitaciones!!