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vendredi, octobre 21, 2005

premios




Renaudot

En Francia se viene el mes de los premios, el Renaudot, luego, el Goncourt, famoso porque una vez le fue negado a Louis Ferdinand Celine, el autor de Viaje al confín de la noche, premio que ahora tiene como favorito a Michel Houellebecq. De paso, pongo el vínculo con el diario El Comercio, de Lima, sección Dominical del 9-10, http://www.elcomercio.com.pe, en el que he publicado una crítica sobre su última novela, Una isla posible, que debe aparecer en la editorial Alfaguara. Sucede que los premios se han convertido en una especie de campaña publicitaria para autores conocidos, y han dejado de ser la compensación de un trabajo o su descubrimiento. Por eso, si un libro no se vende o no gana premios, sus autores podrían decir lo siguiente:“es que el mundo va bien”, porque lo contrario sería sospechoso. Y hablando de eso, el premio Renaudot está a punto de designarse, Richard Millet, amigo mío, está entre los favoritos, pero no lo tendrá, no lo conseguirá porque Millet es un autor difícil, poco simpático (lo siento Mill), virtuoso en extremo, pero de alguna forma anacrónico, encerrado en ese mundo extraño de su infancia en Siom, en La corrèze francesa, entre fantasmas de mujeres que cuidaron de él y lo hicieron incapaz de soportar el displacer, por lo que sus libros son como él, terribles, (Ma vie parmi les ombres, Gallimard, 2003, es uno de los mejores), épicos, trágicos, extensos como el hilo de Ariadna, porque el aliento de su frase es impresionante, en fin, porque es un escritor y ningún premio legitimara la nobleza que debería tener ese nombre.

Goncourt

El presidente del premio Goncourt, François Nourrissier ha dicho que sino se lo dan a Houellebecq renuncia al premio o algo así. En comida con el Presidente Jacques Chirac, le comentó su deseo y él le contestó con la parsimonia que lo caracteriza: pero, mi estimado Nourrissier, Houellebecq es un escritor del bosque (sic: por querer decir, supongo el bosque de Boulogne, donde se prostituyen mujeres y transexuales)... (¡!)
Hay un autor que es el anticongourt, alguien a quien conozco y quiero mucho, ese autor se llama François Weyergans y ha escrito un libro conmovedor, Tres días en casa de mi madre, Grasset 2005, es un libro sobre el deseo, el deseo en su forma más irreverente (en ese sentido, es su lado trágico, el deseo nunca se extingue) y más libre, sobre cómo nunca, nunca renuncia a él y se mantiene vivo a través del contacto con los otros, y a través del pensamiento que es refinado y agudo, sin nada de cinismo, casi como la mirada de un niño que no deja de sorprenderse. En este libro el motor en marcha (a diferencia de Houellebecq en el que el deseo pierde y amarga a su protagonista, Daniel) es el amor, entonces, su autor es quizás la muestra de esa historia solitaria, apasioanada, inmadura, por rebelde, indomable, que es la creación. Al final, Weyergans, gana la partida. De hecho.
Otra novela, sublime, es la de Jean Philippe Toussaint, no sé si le den el Goncourt, pero haberla leído ha sido una inyección de sensualidad, de delicadeza en la mirada de ver el mundo y la relación entre un hombre y una mujer: Toussaint, no es muy conocido, aunque los rumores dicen que se habla mucho de esta novela cuyo título también es poético y sutil: Fuir (Huir, Minuit, 2005).
He visto la exposición sobre la melancolía en el Grand Palais, en los Campos Elíseos, que reúne una cantidad impresionante de obras de arte de todos los tiempos, desde grabados de Durero hasta cuadros de Francisco de Goya, pasando por Di Chirico, en todos los casos, para hablar de la melancolía, la acedia, como la conocían en la antiguedad y que ha pasado a ser conocida en nuestra época como depresión. Había fragmentos de Robert Burton, el genio que escribió el Tratado de la melancolía, traducido primero al español, y también fragmentos de Chateaubriand, Madame de Rolland, una autora epistolaria brillante, hasta fragmentos de Sartre y Houellebecq... Me decía, mientras miraba los cuadros de Goya y algunos grabados de Durero, que España había desaprovechado un lugar de privilegio en el relato cultural Europeo ( no se le considera como una país que brille por su cultura), no sólo por Cervantes y su aporte a la novela, pero por Goya y Velázquez, dos genios indiscutibles, insuperables en la historia del arte.

En la foto, arriba, jurado del premio Renaudot (atribuído a Celine, a Jean Marie Le Clézio, en la foto, en la primera fila, a la izquierda, y Michel Butor, entre otros autores).

1 commentaire:

Magda Díaz Morales a dit…

Una foto de colección.