Sigo con el Diario del África, este fragmento me gusta, expresa parte de los malestares que padece una persona en un país rico, la futilidad de las riquezas materiales, la incapacidad de encontrarle un sentido verdaderamente valioso a la vida, la soledad del individuo contemporáneo. Sobre todo que he terminado por comprender que se trata de una persona que tiene unos 35 años, profesional, que vive entre París y el sur de Francia y está a la busca de algo: ¿el amor, la comprensión?...
Viernes, 19 de setiembre del 2003, Bobo Dioulasso
Mi frustración es muy grande al verme obligado a regresar a Francia. No necesito de todas las riquezas acumuladas allá. Esta mañana me levanté a las 5 de la madrugada para poder ver la salida del sol. He visto cómo se despertaba la ciudad y no tenía ganas de irme; durante la mañana las mujeres van hacia el centro de la ciudad y es la paz... Para los hombres. Y como soy un hombre, el África está hecha para mí, como sometida a mis sentimientos. Porque en realidad todo mi problema es que en Europa estoy sujeto a la agresividad del sistema, incapaz de reaccionar, tetanizado por ella. La única salida sería ser violento y aunque mi moral no me lo prohibe, la sola prohibición de la ley, la autoridad, la brutalidad fría de la estructura estatal, hacen que me inhiba de ejercer cualquier tipo de violencia a lo mejor liberadora (aquí, me gustaría que hubiese sido más claro, pero, ni modo). Entonces, dos soluciones se imponen, someterse o huir hacia mi pobre paraíso, África. He ahí mi proyecto de vida, vivir en el África, construir a mi ritmo, lentamente.
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