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samedi, août 06, 2005

Rilke y Klossowski


Justo ahora que estoy releyendo el Diario de Westerwede y de París, de Rainier Maria Rilke, leo un comentario de Iván Thays sobre una novela de Alan Pauls sobre Pierre Klossowski. Un día en un café de la calle de los Marroniers, en París, asistí a una especie de lectura de textos de los que formaban entonces (1996) la revista Perpendicular, en la que también estaba Michel Houllebecq. Esa noche no estaba Michel, pero sí Nicolas Bourriaud, actual director del palacio de tokyo.que es un lugar precioso en pleno barrio dieciséis de París. Nicolas me presentó a una escritora que se ha hecho muy conocida, Shan Sa. Su novela, La jugadora de Go está publicada en Anagrama. Shan Sa me contó que era la secretaria personal del pintor Balthus y creo que sentí mucha envidia porque me encanta Balthus. Y en ese instante recordé que era el hermano de Pierre Klossowski, el escritor y también pintor. Yo habia leído algunas cosas de Pierre, su Roberta esta noche (Anagrama, La sonrisa vertical), y el ensayo sobre El eterno retorno, de Nietszche. Shan Sa me dijo que era una persona amabilísima, y que vivía en un modesto edificio del barrio trece. Llamé y me contestó su esposa, luego me pasó a Pierre. Le expliqué que quería hacerle una entrevista. Me dijo que sí y luego llegué a su casa que de veras era pequeña y modesta, una de esos departamentos subvencionados por el Estado francés, a precios muy baratos. En medio de esa austeridad sombría Klossowski, irradiaba una ternura sin límites, una serenidad y una especie de melancolía lenta y sosegada. Hablamos mucho, sobre todo recuerdo que me apretó la mano y me dijo que leyese a Lautréamont, a quien entonces conocía muy mal. Me habló de Rilke y de la tristeza de su madre cuando él se murió. En 1920 empieza una relación amorosa con Baladine Klossowska, madre de Pierre y de Balthus. Esta larga relación, después de aquella con Lou Andreas Salomé, se siente en su corto diario de París. Cuando empezó a hablarme de Rilke, yo pensaba en Nietszche, y en su relación con Lou. Luego miraba a Klossowski, respirando con dificultad sobre su silla mientras tomábamos el té con su esposa, y esa austeridad de la soledad de su vejez, me hizo pensar en las frases de Rilke dirigidas a un joven poeta: aprender a escuchar su propio silencio, que siempre es riquísimo. Salí pensando en que había aprendido una lección de humildad: Klossowski me había abierto las puertas de sus casa, me había regalado un libro que firmó con una mano temblando al sostener el lapicero, transmitiéndome algo cálido el poner su mano sobre mi brazo. Luego, también pensé que había algo que me trascendía en ese encuentro, el hecho de que Balthus llame cuando estaba en casa de ellos para yo imagine la distancia que había entre estos dos hermanos. Balthus vivía en una opulenta villa en Italia, y Pierre en esa casa de techo bajo y estrecha. Le tomé estas fotos con una cámara descartable. He aquí una de ellas.

PS: mientras hablo de Rilke, Klossowski, L.A.Salomé et Balthus, sonaba una canción de Roberto Carlos, y de pronto, la sensación de estar en Chaclacayo, el olor de las mañanas, el sol siempre alto, los cañizales en los ríos, ese tiempo lento, retenido y feliz. Una llamada de R Millet: ahora, lo único que me pone de buen humor, es oír tu voz. Sigue en Saint Malo y yo, en mi cabeza, estoy en Chaclacayo, en una fiesta a la que he ido a husmear. Y es el colegio nacional de la esquina de mi casa, Felipe Santiago Estenós. Quién es ese señor? No lo sé, pero sé que esa imagen es intensa, y esos cuerpos, a lo largo de un patio iluminado de una luz licuada y secreta, la canción de Roberto Carlos, están ahí como una huella. Yo observaba todo eso desde mi condición de excluida, no formaba parte de ese grupo, era como una extraña, y nadie podía imaginar cómo me fascinaba estar presente, respirando profundamente el olor de esos cuerpos y observando sus gestos vitales...
Yo vivo en mi cabeza, decía Rilke... pero se desea vivir en el afuera, en el exterior, con los otros. Espero no ser muy abstracta, pero qué es más concreto que lo abstracto...

6 commentaires:

Magda Díaz Morales a dit…

¡wow! EXCELENTE post, has tocado a dos autores para mi fascinantes. A un escritor mexicano, Juan García Ponce, le debemos ser el introductor de Klossowski en México (hizo las traducciones de su trilogía al español, entre otros de sus libros. Además tiene excelentes ensayos sobre este autor y sobre Rilke). Fue a través de él justamente que yo conocí a Klossowski.
Muchos saludos, me encantó tu texto.

Magda Díaz Morales a dit…

¡Ah!, perdon, se me pasó comentarte que Balthus me fascina. En otro blog que tenía hablamos mucho sobre él, creo que hasta los canse.

En verdad que me ha dado inmenso gusto leer este texto.

Magda Díaz Morales a dit…

Mira, si gustas leer este texto que escribió Juan García Ponce, ojalá te guste:

http://www.garciaponce.com/textos/txt01.html

Saludos.

Rain (Virginia M.T.) a dit…

Qué vejez tan extraordinaria y tú presente captándoola. Se saborean esas presencia, desde esa subjetividad tan profunda que nos inunda...
Me ha sucedido cuando vi a Serafina Quinteros, hcae mucho tiempo. Ella, que escribió 'Muñeca rota' hablando ante un auditorio pequeño, concentrado. Lla diferencia es que aquí Klossowski
estaba tan próximo y te hablaba a ti, directamente.

Motivación de este post: retomar la lectura de este autor...

Sobre las evocaciones que nos traen las canciones (y los aromas, también , ¿sí?) a mí me sucede con
'Adiós verano, adiós amor' que extrañamente no encuentro en cd',
-"Vuelan al viento las hojas...., puede que un día regreses, puede que no vuelvas más..."- y que por ello se redobla su efecto sobre mí, al escucharla raramente y evocar aquel sentimiento experimentado en una noche, caminando por el centro de lima, cuando era tan niña...

Muchas gracias Patricia, nuevamente por ofrecernos posts que se tornan imprescindibles.

Ivan Thays a dit…

Patricia, tienes que leer WASABI de Alan Pauls (lo que colgué en mi blog era una cita de esa novela). En ella, el narrador hace hasta lo imposible por conocer a Klossowski. Tu anécdota le causaría una envidia tremenda (en una escena, por ejemplo, un guardián lo golpea por merodiar la casa del escritor). Aunque sus intenciones eran distintas a las tuyas: lo que él quería era matar a Klossowski. ¿Lo conseguirá? Lee la novela.

PD: ¿Cómo puedes poner Roberto Carlos y Klossowski en un mismo post? Me asustas... ni Monsivais ni Cees Nooteboom han llegado tan lejos...

Anonyme a dit…

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Keep up the fantastic work!