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vendredi, mars 25, 2011

Las edades de Eva

He tenido también veinte año y no dejaré que nadie diga que es la edad más hermosa de la vida. Creo que siempre busqué madurar, desapegarme, aprender a renunciar. Como aprender a callarse, algo que todavía no aprendo. Anoche, en la presentación de la antología de cuento publicada por Gallimard, con prólogo de Vargas Llosa (dos páginas) y seleccionada por Gustavo Guerrero (consejero de la misma editorial) y Fernando Iwasaki, peruano que vive en España desde hace más de treinta años, me producía cierto escosor oír hablar de "literatura femenina"como categoría natural, como si las mujeres estuviésemos marcadas para siempre por el género, casi animalizadas. Lo que me sorprende y abruma, es que normalmente estos temas podrían ser parte de un debate, pero la disposición es nula, la puerta, cerrada. Es una lucha por imponer una idea de la literatura decimonónica, reductora y sexista, que no permite el diálogo sino la imposición, es decir: yo poseo la verdad. El conocimiento, o lo que se considera conocimiento como la religión de la verdad, y la no aceptación de puesta en duda. Pero también una normatividad del discurso, es decir, hasta qué punto aceptamos puntos de vista divergentes, como decía Foucault, desde una forma hegemónica de saber al que podemos contestar como autoridad.
Pensaba mientras oía esos, digamos, slogans, literatura "no política", "literatura femenina"... desmontarlos, parece imposible, pero cada es vez más necesario. Yo creo que los blogs, pronto, los libros digitales, servirán a hacer circular otra información y entraremos a una época completamente comparatista, más compleja, pero también más rica. Ese es el lado bueno de las cosas...

Y tengo que correr para la cena...

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