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jeudi, juin 25, 2009

Cronopios

Hago una rectificación a la mención que hice sobre la autora dle libro de Cortázar antes de copiar el texto que mencioné. No fue su última esposa sino la primera, según me cuenta Elba, con quien Cortázar mantuvo siempre una amistad. Voilá.

Entre mi propia versión de "Rayuela" la mayoría de lectores (entendiendo por mayoría a los jóvenes, mucho más sensibles a ese libro que la gente de mi edad) hay un curioso cruce de perspectivas. "Triste, solitario y final", como dice Raymond Soriano, escribí Rayuela para mí, es decir para un hombre de más de cuarenta años y su circunstancia-otros hombres y mujeres de más de cuarenta años. Muy poco después ese mismo individuo emergió de un mundo osbtinadamente metafísico y estético, y sin renegar de él entró en una ruta de participación histórica, de apoyo a otras fuerzas que buscaba y buscan la liberación de América Latina. A lo largo de un decenio, problemas considerados como capitales en Rayuela pasaron a ser para mí algunos de los muchos componentes de la problemática del "hombre nuevo"; la prueba, creo, está en el "Libro de Manuel". Así, en mi visión personal de la realidad, Rayuela sigue siendo una primera parte de algo que traté y trato de completar; una primera parte muy querida, seguramente la más honda de mi ser, pero que ya no acepto con la exclusividad que le conferían los propios protagonistas del libro, hundidos en búsquedas donde el egoísmo de tanta introspección y tanta metafísica era la sola brújula.
Pero entonces, sorpresa: En esos diez años de que hablo, Rayuela fue leída por incontables jóvenes del mundo, muchísimos de los cuales eran ya parte de esa lucha que yo sólo vine a encontrar al final. Y mientras los "viejos", los lectores lógicos de ese libro escogían quedarse al margen, los jóvenes y Rayuela entraron en una especie de combate amoroso, de amarga pugna fraterna y rencorosa al mismo tiempo, hicieron otro libro de ese libro que no les había estado conscientemente destinado.
Diez años después, mientras yo me distancio poco a poco de Rayuela, infinidad de muchachos aparentemente llamados a estar lejos de ella se acercan a la tiza de sus casillas y lanzan el tejo en dirección al Cielo. A ese cielo, y eso es lo que nos une, ellos y yo le llamamos revolución.

Tomado de Papeles inesperados, Julio Cortázar, Alfaguara 2009, p. 171-172.

Curioso esta lectura a posteriori de Julio Cortázar, un libro revela siempre en los ojos de los demás otra lectura de las cosas, otro sentido.

2 commentaires:

Rocamadour a dit…

"[...]una primera parte muy querida, seguramente la más honda de mi ser, pero que ya no acepto con la exclusividad que le conferían los propios protagonistas del libro, hundidos en búsquedas donde el egoísmo de tanta introspección y tanta metafísica era la sola brújula".

Si entiendo bien, Cortázar dice que el camino de la introspección y la metafísica finalmente es una trampa, la duda que se muerde la cola, o peor aún, una lectura pasiva y egosísta sobre la realidad circundante que no propone ninguna acción revolucionaria en un terreno fáctico. ¿Qué hacer con la literatura?

Patricia De Souza a dit…

Sí, es una lectura que hace desde otro momento de su vida, pero se olvida que si no hubiese escrito Rayuela, no sabríamos de él. La literatura sigue el ritmo de nuestras contradicciones y estados de lucidez. No sé qué se pueda hacer, seguir escribiendo. La respuestas vienen solas...