Por momentos en México, siento una intensa sensación de soledad. Miento, la siento casi siempre, pero la olvido rápido. Aquí se me hace casi cósmica, me transpira por todos lados. A veces, me da miedo mi aislamiento y mis pocas ganas de removerlo. La soledad es mi compañía y a veces me siento una ermitaña, una excéntrica. No sabría a qué atribuirlo: demasiadas exigencias con el exterior, falta de ganas de hacer esfuerzos para establecer la complicidad. La verdad que deploro mi lado serio, grave, cuando sé que puedo ser ligera. Esa sensación de estar siempre sola, me impide muchas veces establecer un contacto con los demás, sé de sus razones filosóficas, existenciales, pero eso no me libera. Y sin embargo sé que todo radica en la interpretación, en el cómo observamos las cosas. Lo peor es cuando nos sentimos culpables de no poder salir de nuestro aislamiento, y buscamos las razones. habría que aceptarlo, mas no somos capaces. Marre, marre de la solitude.
Rilke decía que el amor eran dos soledades que se encontraban, pero.... para asfixiarse, o salir del encierro? Creo que estoy solemne. Lo siento. Ya vendrá un allegro.... por ejemplo, este programa de Alain Vanstein que a mí m ha encantado: http://www.radiofrance.fr/chaines/france-culture2/emissions/jour_lendemain/fiche.php?diffusion_id=67939
1 commentaire:
sería posible vivir una soledad gozosa, tal como lo proponía Diógenes, el perro, o será ya mucho idealismo???, saludos y gracias por tus reflexiones...
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