Imagínense esto. Salgo a la calle, trato de leer, pero nada me parece familiar: es desafecto, sin afecto. Anodino. Comprar cigarrillos, me cuesta, me cuesta porque la persona que atiende no es amable, es seca y yo quiero abrigarme con las palabras. Camino, no me olvido que soy mujer, que no escaparé a las reglas tribales, a ninguna convención. Es previsible y nadie, nadie lo va a cambiar. Mi sensación de aislamiento viene de un interior demasiado tumultuoso, que bulle como una caldera y que se aburre no bien entra en contacto con la realidad. Pero como soy un ser humano, no puedo excluirme del grupo, lo necesito. Mi pensamiento se hace cada vez más abstracto, pero sé que nada es más concreto que lo abstracto. Llego a casa, los cláxones empiezan a sonar... La gente vive a toda prisa, siento que no vamos a "hablar", es decir, a comunicar de verdad. Las barreras culturales, el lenguaje. De pronto pienso que soy la única que piensa estas cosas, más sensación de aislamiento. Y llego y cojo El libro de las fugas, de Le Clézio. Leo: cómo escapar del lenguaje, de la novela, aunque sea una sola vez, o de la palabra?
Sed de sentido, sed de encontrar en las palabras oídas, dichas, una especie de irradiación luminosa. Y eso, casi nunca sucede. Estadísticamente solo hay unas cuantas personas que andan buscando lo mismo (no hay tiempo dixit). Aunque tal vez me equivoque. Y no es que me sienta original, soy como todoas, me preocupan las mismas cosas, solo que desearía, pòr una vez, escapar a ese determinismo social, a esa dictadura social de las normas. Hace muy poco traté de hablar son una persona sobre mi idea del "trabajo no remunerado", es decir, de excluir el dinero como la única forma de valorizar el trabajo, por ejemplo el intelectual. Esas reglas del intercambio, pago contra entrega, son las que rigen todo, incluso el arte. Y es ahí cuando no adhiero: no se trata de obsequiar el trabajo, no, porque es trabajo y hay que respetarlo, pero que la única forma de medir y comprender su valor sea el dinero que se obtiene a cambio, me abruma. Me deja en el más absoluto exilio interior. Un poco de gracia, de areté, en el sentido griego. No la gracia vacua, la gracia que es compañía, es presencia. Creo que eso es lo que me falta.
1 commentaire:
Necesitamos de la gente, bañarnos de pueblo.
Suele suceder que esas personas secas se ablandan después que uno visita mucho su negocio, hay vendedores que tratan mejor a esas personas que ya conocen, a los que los frecuentan mucho, especialmente cuando ellos trabajan en lugares en los cuales atienden a miles de personas que jamás volverán a ver y a veces de ahí surge el comportamiento: "Si no te vuelvo a ver más para qué te saludo."
A mí siempre me sorprende ver que estas personas que ofrecen un servicio, y están 'supuestos' a ser sociables ya que esto puede ayudar mucho a su negocio no lo son. Uno se pregunta cómo será que sobreviven?
Este mundo está plagado de gente insatisfecha que odia sus trabajos, pero tienen que hacerlos por que no hay de otra. Es una pena tener que encontrarse con ellos, especialmente cuando uno anda buscando calidez.
En República Dominicana te abrasarían todos esos vendedores con sus jocosas y calidas palabras.
Saludos
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