Me encanta la flor de mimosa, me gusta su olor y su forma suave, casi como una caricia. A Ribeyro le gustaba la "higuerilla", que es esa flor en forma de trompeta , color violeta que sobrevive en los acantilados secos de Lima. Pero todo esta flora tiene que ver con mi tenperamento. Lo pensaba mientras caminaba por el malecón, mirando la bahía, feli de cotemplar la caída montañosa de la Herradura, activando un desfile de edificios y de barcas sobre el mar, con un efecto cinematográfico. Sé qu tiene que ver con mi carácter "ourageux", con dar patadas y no conducirme como lo hacen todas las mujeres. Lo siento, y lo siento por aquellos que sufren los embates, pero nunca he podido, ni sabido, conducirme según la reglas de la tribu sino las individuales, las que me cuesta dar forma y que son mucho más interiores.
Empiezo a acstumbrarme a mi ritmo limeño, a disfrutar de mis amistades, de mi familia, de mis signos... Me gusta saber que me encuentro con un amigo en un bar, que sé por qué esta calle me lleva a otra más corta, supongo que todos amamos de vez en cuando lo que conocemos aunque no podamos prescindir de la aventura de lo desconocido...Y empiezo a escribir así que me gusta Lima, y que me gusta caminar y sentir los olores y por qué no ir a comer con una luz muy tenue a un restaurante de Barranco, es verano y sé que hay personas que esperan en alguna parte, esa caricia, ese pliegue, ese dejarse llevar por el ritmo del exterior, con cadencia, con toda la sensualidad.... ese movimiento...
Anoche, a la lectura de Albertine Disparue, no pude evitar ponerme a llorar. Por qué? porque sé que la herida que curo está hecha de lenguaje, de una frase que alguna vez llegó com una bomba y me estalló en el interior, de una ruptura casi epistemológica en ese lograr conocer a las personas que amamos a través de lo que dicen y de la que solo nos queda esa frase dicha o escrita. Por eso, Proust me parece extraordinario...
Empiezo a acstumbrarme a mi ritmo limeño, a disfrutar de mis amistades, de mi familia, de mis signos... Me gusta saber que me encuentro con un amigo en un bar, que sé por qué esta calle me lleva a otra más corta, supongo que todos amamos de vez en cuando lo que conocemos aunque no podamos prescindir de la aventura de lo desconocido...Y empiezo a escribir así que me gusta Lima, y que me gusta caminar y sentir los olores y por qué no ir a comer con una luz muy tenue a un restaurante de Barranco, es verano y sé que hay personas que esperan en alguna parte, esa caricia, ese pliegue, ese dejarse llevar por el ritmo del exterior, con cadencia, con toda la sensualidad.... ese movimiento...
Anoche, a la lectura de Albertine Disparue, no pude evitar ponerme a llorar. Por qué? porque sé que la herida que curo está hecha de lenguaje, de una frase que alguna vez llegó com una bomba y me estalló en el interior, de una ruptura casi epistemológica en ese lograr conocer a las personas que amamos a través de lo que dicen y de la que solo nos queda esa frase dicha o escrita. Por eso, Proust me parece extraordinario...
4 commentaires:
Me cuesta imaginarme a la autora llorando. Pero quizás eso tiene que ver con mis prejuicios masculinos donde la imagen de fortaleza y poder no están asociadas con el llanto ni las lágrimas.
Tengo que añadir más datos, actualizar mi percepción de fortaleza: el panorama de los acantilados no es únicamente de roca pura, tambien lo es de delicadas flores, delicados arbustos que suavizan la visión del espectador.
No deberé sin embargo olvidarme, confundirme, de donde viene o que hay debajo de tanta belleza o detrás de esas lágrimas...
Hoy yo comí chifa por San Borja
pero tengo ganas de ir a algún restaurante de barranco sobre todo por el malecon, es hermoso almorzar con la vista al mar.
Me encantó lo del caracter "ourageux", aveces nos cuesta definirnos o mas que definirnos entender nuestra personalidad. Yo tampoco me dejo llevar por la tribu.
bello...
Es hermoso percibir aquella fuerza de la fragilidad confesada, sin concesiones, que surge de nuestras más intimas convicciones...me viene bien cualquier flor, aunque mis paisajes siempre estuvieron acompañados por la higuerilla de Ribeyro...escena mágica en Barranco, si tan sólo el rumor de las olas pudiera trepar por los acantilados y, en un instante, se recogieran con la resaca los ellos que se amontonan en nuestras historias, las luces serían innecesarias
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