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jeudi, janvier 26, 2006

los editores

Cuando se piensa en un editor, se piensa que realmente es alguien muy cercano. Al entregar un libro se da algo muy íntimo y personal. Por eso las editoriales impersonales, las empresas editoriales, son desalentadoras, a mí, me abruman. Lo que hace que un libro sea un don, un regalo, es que se humanice justamente en su cadena de producción. Recuerdo que una vez fui a visitar a Jerôme Lindon, el editor de Becket, el que descubrió a Duras y a todos los del Nouveau roman en su minúsucula editorial de Minuit. Era una persona sencilla, amable y cálida. Sabía que sus apuestas eran arriesgadas, Robbe-Grillet, una de ellas, y sin embargo las asumía con entrega y pasión. Una anécdota divertida es que le dio un espacio a Robbe-Grillet para que se acomode en el local de la editorial (en ese entonces RG era lector), cerca del Boulevard Saint Germain. En su capharnaum, Robbe-Grillet había acomodado tantos libros que casi lo asfixiaban. Resulta que un día se casa y que él sueña con irse a vivir al campo. De acuerdo, pero no a cualquier lugar le dijo ella. Y resulta que otro día están por Normandía (la rima y todo!), visitando castillos. Uno de ellos, del siglo XVII, fascinó a la pareja de RG, cosa que era imposible para él, apenas una autor conocido, atacado por el stablishment y la crítica francesa. Entonces Jerôme Lindon ofreció: si deseas te compro ese castillo y me lo pagas con tus derechos de autor. RG contestó: imposible, vendo muy poco. JL compró el castillo en ruinas y se lo regaló. No le costó muy caro, pero era una forma de apoyar a RG y a su pareja... Hace poco leí que otro editor, Léo Scherr, ayudó a uno de sus autores Medhi Behan Kacem, a mudarse con otra escritora. La pregunta es: hasta qué punto un editor puede y debe comprometerse con la vida personal de un autor. Escribir no se trata de una profesión sino de resistir en un mundo que tiende a alienarnos. El dinero, es el principal elemento. El que escribe pensando en ello está perdido, el que no lo tiene, ídem. Resistir, siempre resistir. Algo termina por brillar al final, tal vez el triunfo de no traicionarse nunca.... never, jamais!