mardi, janvier 17, 2006
El sensualismo en Lima
Una cosa curiosa sucede cuando se llega a Lima: la sensación de una languidez extrema. Nadie sabe lo que puede un cuerpo, escribió Spinoza. Y un cuerpo se nutre de alimentos y respira. Lima tiene ese clima envolvente y voluptoso (nunca cruel ni persistente de los países temperados) que hace que nos abandonemos un poco, que creamos que la vida siempre esa sí, suave y clara como la luz de la mañana. Ahora, el cuerpo es lo que come. Y en eso, esta ciudad se ha convertido en una especie de paraíso para los que desean comer bien. Nunca en mi vida he visto tantos restaurantes y tantas mezclas en las comidas, fusiones de comida asiática y peruana, andina y costeña... etc... Ayer, comíamos con una amiga en un rincón (el Bodegón) donde algunos artistas van y, con las crayolas que están en las mesas, dibujan algo (había un dibujo de Tola muy bonito), y comentábamos lo bien que nos servían. No he dejado de oír hablar de lugares alucinantes donde comer ceviche, o tal plato... !casi como en Francia¡ Comer bien es pensar bien, pero este hedonismo, me pregunto, es de un sensualismo !casi panteísta!
Mirando los altos bambús de la casa de mi amiga Tatiana, desde donde escribo este blog, me digo que tal vez Flora Tristán, Paul Gauguin sintieron lo mismo aquí y de ahí el Fauvismo de Gauguin y la pasión de Flora por la vida... la vida comprometida e intensa que llevó.
imagen: Puente de los suspiros en Barranco.
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7 commentaires:
Hola Patricia, vuelvo a colocar mi coment. Hace mucho que soy una lectora silenciosa y sin comentarios en tu blog. Interesante el que coloscaste hoy, creo que por eso y todas las cosas que escribes, tu lugar se vuelve un espacio al que siempre vuelvo.
Saludos. Te seguiré leyendo.
Vanessa
Patricia, ante todo perdón por contestar tan tarde. Ocurre que mientras aterrizabas en Lima yo zarpaba del Callao en un barco de la empresa Cunnard.
Bueno, lo cierto es que acabo de ver tu mail porque hace dos horas que anclamos bajo el volcán, sí, se llama Irazú y es uno de los más altos de esta zona, desde su cráter se pueden observar ambos litorales: el Atlántico y el Pacífico.
Pero no estoy acá para hablarte de mí si no de tu post que, tengo que confesarlo: por primera vez me hizo añorar Lima.
No se si hayas venido con ese chico guapo del Met, pero si estabas sola me hubiera encantado llevarte a algunos paraísos algo más respetables que el que colocas en la foto: excepto Juanito y Mochileros, que siguen siendo mis amados bares, Barranco se ha llenado de poetas, novelistas y gente de mal vivir. Ya no es como antes (y eso lo sabe Tatiana Berger –a ella aludes? Si es así, dale un besito de mi parte, plis).
Me hubiera gustado llevarte, digo, por ejemplo a que conozcas un mero al tabaco de cocina y hongos con mantequilla, un corderito en costra de perejil y jugo rostizado al tomillo con su respectivo quenelle de puré de papa, queso de cabra y ensalada de berenjenas grilladas.
Aunque sospecho que una intelectual como tú preferiría esos cerebrales sesos de ternera con sólida ensalada de berros gravitando entre alcachofas y corazones de lechuga más pizza de berenjenas y champiñones a la parrilla con queso de cabra.
¿Dónde? En el fino restaurant de la calle San Martín, rico en objetos de arte moderno flotando en jazz, bossa nova y drum and bass del oeste de Londres. Un sitio de luces que cambian del rojo al verde donde solo hay que pasar el umbral de una pared abierta para pasar al bar. Y deslizarnos en la noche navegando en el verde cristalino de un martini de manzanas.
Pero, claro, para los sabores oriundos del Perú que tu paladar añora, nada mejor que la papa amarilla formando una causa que acoge langostinos en salsa mirasol o camarones de río arequipeño consolidándose en lasagna negra.
¿Dónde? En ese espacio vestido de color vino que combina el diseño moderno con el de una típica casita miraflorina de la calle Bolívar, una especie de cuadro minimalista que adquiere la tenue dimensión de la vigilia cuando el resplandor de las velas arden contra el acero.
Y, para terminar, te hubiera llevado hasta el vértice de la calle Atahualpa con 2 de Mayo: una ensalada de cangrejo al cebollino y anís navegando sobre un espejo de terciopelo de tomate precediendo la aparición de un lomo fino de cordero al comino, un salmón curado con sal y de un antipasto de atún sellado a la parrilla y marinado en aceite de oliva y hierbas. Y todo esto antes de viajar a bordo de dos chuletas de cordero australiano a la parrilla abrigadas en cremoso risotto de alcachofas (¿es una chita horneada en perfume de romero o un carpaccio de higo negro lo que se disuelve entre tus labios?).
En fin.
Lima, cuando quiere, se pone muy rica.
¿Hasta cuándo te quedas?
Ha sido un deleite leer este post y luego el exquisito comentario.
Eso sucede en el blog, es posible saber que te dicen los otros y luego uno/a misma/o participar, como ahora lo hago.
Me percato que estás en nuestra ciudad. Es extraño y a la vez, no lo es. Tú, a quien admiro, camina por las calles que amo
y sin embargo no nos conocemos.
Tu blog es como un libro abierto, al que llegan los lectores como si llegaran a un lugar sagrado, donde
tus posts son el alimento que calma este apetito por conocer, conmoverse, proyectarse.
Sabes que yo soy una aprendiz. Y que en el mundo de los blogs, he encontrado una manera de comunicarme a través de esta necesidad de escribir y escribir.
Desde esta mesa simple y querida , y este verano limeño, te saludo, agradeciendo una vez más a ti y a tu esplendente escritura.
Gracias por lo de "esplendente escritura", vir&
Patty, tienes que darte una vuelta por el Centro de Lima. Incluso de noche, ahora que lo han iluminado todo. Felicidades y bienvenida a la tierra de la mazamorra morada, los anticuchos y picarones.
"...poetas, novelistas y gentes de mal vivir..."
pero q compañia tan interesante nos estaremos perdiendo de barranco...
te leo,y sigo en las noticias
suerte
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