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dimanche, janvier 08, 2006

Las flores de Tarbes


Siempre he querido saber si el azar existe, o si es como lo pensaban los surrealistas un azar objetivo, que sucede por cierta necesidad. Durante varios años he vivido entre Tarbes y París, yendo y viniendo y, muchas veces protestaba por el hecho de tener que hacerlo. Pero cuando llegaba a Tarbes (casi siempre pensaba en que André Gide había vivido entre Uzés y París, buscando la calma), reconocía que en Tarbes podía escribir con tranqulidad. Cada hecho que en París se me presentaba entre el tumulto y la promiscuidad de la ciudad, en Tarbes se me obligaba a verlo sin decorados, ni brillos fatuos, es decir, más cerca de lo que eran. El silencio de sus calles, sus grandes espacios, y la concentración de los principales servicios en un centro compacto, me dejaban tiempo para soñar y concentrarme en lo esencial. Ahora, ¿vine aquí por azar? Cuando llegué estaba dándole vueltas a la idea de hace runa tesis sobre Flora Tristán, después, por una conversación, pensé que podría incluir a Lautréamont. Y el conde de Lautréamont empezó a escribir sus Cantos de Maldororor, aquí, encerrado en el Liceo Imperial de Tarbes. Théophile Gauthier nació aquí, y tal vez debería leerlo porque según Jean Echenoz no es tan malo como se cree, Jules Laforgue, ídem, otro ilusre del sur-oeste. Hay un libro, interesantísimo, uno de los mejores en crítica literaria, Las flores de Tarbes, de Jean Paulhan. Es curioso porque este libro, Paulhan lo concibió mientras se fue a dar una vuelta por el Jardin Massey, uno de los jardines públicos más bonitos que he podido ver en Francia, y un día yo decidí escribir algo sobre este escritor a quien una mujer le había consagrado un libro, con la idea de hacerse querer por él. La historia es real, Pauline Réage, autora de la novela erótica Historia de O, y secretaria personal en la NRF de Jean Paulhan, decide escribir este libro porque se siente poco atractiva y duda que este escritor se fije en ella. El libro se convierte en un éxito fenomenal, todo el mundo reslata la sobriedad del estilo y la elegancia de su historia, todo el mundo piensa que es Paulhan quin lo ha escrito con un seudónimo femenino. Pasan los años y nos olvidamos del asunto, hasta que, un día, una anciana de 80 años revela al New Yorker que ella es la verdadera autora de esta novela, y la verdad sobre ella: era simplemente un gesto de amor.
Bueno, ahora, Historia de O, es un clásico. Leerla es entender un poco la relación entre las palabras dichas y oídas y su poder erótico, como que todo es lenguaje en nosotros, incluso los actos más carnales.

En la imagen, el Jardin Massey.

1 commentaire:

Carlos Barbarito a dit…

El 20 de junio de 1887, en el curso de una violenta tormenta, cayó del cielo una piedra en Tarbes, Francia. M. Sudre, profesor de la Escuela Normal de Tarbes, la describió a la Academia Francesa como de trece milímetros de espesor, dos gramos de peso y recubierta de hielo. El objeto parecía haber sido cortado y modelado por medios casi humanos. Se trata de un disco de piedra muy regular. Seguramente ha sido trabajado, escribió M. Sudre. (Charles Fort, El libro de los condenados. ).