Nunca, nunca he entendido a las personas que no son curiosas. La curiosidad siempre me ha parecido un tesoro, un arma contra el adormecimiento, el anquilosamiento y el envejecimiento. Ayer, al azar, oí una frase de una entrevista a Brassai, el fotógrafo: La felicidad no es a finalidad de la vida puesto que es fija, y la vida es movimiento. La vida es movimiento, es movimiento hacia el otro, hacia los demás...
No sentir curiosidad por tratar de comprender qué pasa por la cabeza de alguien, por lo que siente, es sinónimo de inercia, de abandono. A lo mejor para que sintamos curiosidad tenemos que estar en posesión de nosotroas mismoas, ouparnos para poder movernos hacia los demás sin ese miedo endémico a perdernos. Nunca perdemos porque siempre nos encontramos con algo nuevo. Por eso no entiendo a las sociedades endogámicas, a las personas endogámicas, yo soy exo.... quiero decir, ir hacia afuera para regresar hacia mí más fuerte, más fortalecida. Los otroas no nos dañan tan solo nos hacen ver cosas que no podemos ver soloas... Hay que tener la humildad y la entereza de aceptar que sin los otroas, no somos nada. Y mantener la curiosidad...
foto: el Pont Neuf visto por Brassai.
Llueve mucho en México, todas las tardes... pienso en la liberación de Ingrid Betancourt. Un nexo con lo exterior importante. Traducido un fragmento del libro de Helene Lenoir, corrección de novela, reanimar la creación...
1 commentaire:
Muy cierto lo que dices, sin la mosquita de la curiosidad, este mundo estaría muerto, no existirían las invenciones, seríamos seres sumamente aburridos.
Como decía una amiga en uno de sus últimos posts, esa curiosidad de saber lo que pensaban esos autores es la que nos motiva a comprar sus autobiografías, a leer sus diarios. Se aprende mucho del otro aunque se lleve vidas distintas.
Saludos
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