A mi regreso de Guadalajara contemplaba el paisaje y me doy cuenta de que en el Perú la cordillera de los Andes divide el territorio de forma rotunda y nos da la sensación de hallarnos en otro mundo. El paisaje mexicano que vi a través de la ventana del autobús (con Internet!) era más suave, más plano y menos escarpado, aunque esa es solo una parte, pensaba en esa sensación que siempre me han inspirado las montañas en el Perú y que no sé si volveré a sentir, ese lado inaccesible, pero también espiritual de su soledad. Necesidad de espiritualizar lo que se vive, ya sea a través de la música, de la escritura, la lectura, o las conversaciones, cosa que me hace falta ahora, a no ser que no sean por Internet. Qué cambia en la conversación frente a frente? Que tenemos una mirada, un rostro, y una presencia que hace que ese diálogo se haga concreto y sensible y más espiritual.
video: una pequeña imagen de Guadalajara con amigas, en el taller de una artesana muy simpática, me gustaba su manera de hablar...
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