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vendredi, avril 07, 2006

la prótesis


Por fin tengo de nuevo mi computadora y vuelvo a sentirme una persona civilizada. Perdí una parte del disco duro, y fue como si me hubiesen vaceado algo, no sé, una parte interna, íntima. Al final, creo que una computadora es como una prótesis o algo así, una aprende a caminar con ella y si no está, se cojea. O también, pensaba que cuando se es un poco desesperada una se aferra a cualquier objeto, el que sea. Y así la computadora ya no es sólo algo inerte, tiene vida. Pensaba también en esos afectos un tanto neuróticos que mantenemos con las personas que queremos, con la familia, con los hombres, o con los amigos. Seneca decía que todo era affectio, afectación, huella, rastro. Mientras más sensible es la piel, más fácilmente se rasga al contacto con los otros. En su Tratado sobre la melancolía, Robert Burton hablaba de los humores, de los melancólicos, de la vesanía o la bilis, cuando esto se transformaba en cólera. ¿Podremos realmente tener una relación sin conflicto? ¿O es que el conflicto se nutre de esa tensión interna que mantenemos algunas personas por estra presentes de forma íntegra en cada acto, de frente con cada cosa que vivimos? Me gustaría verme como esos personajes sabios, que renuncian a todo, incluso a los afectos, pero Cioran también decía, renunciar no es humano. Y Simone Weil, una de mis filósofas preferidas, que para aceptar algo hay que comprenderlo. Entonces, ¿sino comprendemos qué sucede con nosotros mismos, cómo aceptarnos? El camino es largo, pero tal vez un día terminemos diciendo: Oh, óyeme, he dado tantas vueltas para llegar hasta ti, ¡pero al fin te he encontrado!

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