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samedi, avril 08, 2006

El cuerpo de...


Cada vez que veo a una persona corriendo por un parque o haciendo gimnasia. Pienso que el cuerpo se ha convertido en el centro de nuestra existencia. Nos dicen qué cuerpo hay que tener, el cuerpo ideal, el cuerpo deseado. Para empezar, todas las mujeres terminarán pareciéndose a fuerza de modelar sus cuerpos y sus rostros. El cuerpo es ahora el lugar central de la atención (en la época clásica, ver Foucault, fue el lugar de castigo), de las miradas y nada parece más conmovedor que esos cuerpos que se desplazan contentos de estar bien en su piel, ajenos a la decrepitud o la muerte. Esa felicidad siempre me ha conmovido. Pero, el cuerpo o la noción que tenemos de él ha ido evolucionando. Primero, en la época grecolatina, era un cuerpo que se cuidaba, luego, un cuerpo al que se le temía (durante el medioevo) y luego, con el Renacimiento, un cuerpo protagonista, encarnado (pensar en La Gioconda, o Botticelli). Ahora, diría un cuerpo tirano. Un cuerpo que encierra. De ahí que exista una artista francesa, Orlan, que ha hecho de su cuerpo una instalación andante. Ella ha integrado en él todas los excesos de la imposición social y cultural (tiene cuernos!). Por supuesto, un cuerpo es más que un valor agregado, lo que lo hace humano es justamente sus imperfecciones, sus marcas vitales. Recuerdo que una amiga me dijo: nada me conmueve más que ver las plantas de los pies de las personas, proque ahí se lee el tipo de vida que llevan. Pues bien, en esa lotería que es la vida, nadie tendría por qué sentirse prisionera o prisionero de un cuerpo o un color de piel, pero en la práctica sucede así. Supongo que porque los modelos nos vienen desde fuera y porque la alienación es enorme y para que alguien pueda construir su propia noción de belleza, se necesita mucha personalidad, inteligencia y sensibilidad. Nunca he entendido como algunas personas no ven la belleza de las personas del Africa por una cuestión de piel, claro, ahora está de moda Asia, y así, pasaremos a otra moda y luego a otra... Todos la padecemos, pero, assez!basta! enough de tiranías!. Lo importante sería sentirse realmente libre para elegir qué y quién nos gusta. Y sin embargo, no saberlo, justamente esa lucha, hace que surja algo humano. Hay personas que encuentra deplorable el hecho de que una persona se haga cirugía. Pues no, esa también es su humanidad. Y si ahora todas las personas desean parecerse con los rasgos de un actor o actriz de cine es porque lo último que desean es ser responsables de su propio cuerpo puesto que todo el mundo se los señala con el dedo. Guy Debord fue bastante inteligente cuando denunció esta sociedad de consumo, incluso el cuerpo se consume como un producto. Nadie ve la belleza sino es a través de la televisión o la propaganda. Pero la belleza es el ser, o esa cosa que trasciende el cuerpo y que no vemos, la gracia o el encanto. Muy pocos la tenemos, pero sí, sí existen personas realmente hermosas y se necesita un estado de ánimo para contemplarlas. Ahora leía un artículo de un filósofo que decía cómo deberíamos cambiar nuestras sociedades del divertimento exterior, por sociedades del saber ser. Lo decía en el sentido de que existir, no significa estar presentes de manera aparente a los demás (figuración social, éxito, y todas esas baratijas que seducen por su brillo fatuo) sino ante sí mismos, que es lo que importa. Porque un día todos nos moriremos y el cuerpo, sólo ahí, dejará de poseernos.

2 commentaires:

Laura Martillo a dit…

Efectivamente somo esclavos de nuestros propios cuerpos, obesos o anorexicos, esclavos que quieren libertarse en busca de nuevas carceles de huesos, sangre y tendones que nos tipifiquen como seres diferentes. Buecar una sonrisa de bisturi que nos haga parecer felices o una cintura de avispa para ser aceptados. Somos esclavos de un cuerpo que nos exige dietas y nos recompensa con astenia, que nos exige excesos y nos recompensa con terribles acumulaciones adiposas. Ojala no fuermaos esclavos, pero que ligeros y fragiles seriamos sin esas cadenas, que solos nos sentiriamos si al fin logramos ser libres no?

Erika Almenara a dit…

La presión es dura, sin duda, viene desde fuera hacia adentro y desde dentro nos hace caer. Intetemos buscar esa sensibilidad e inteligencia a las que te refieres.
Pienso en el significado que le otorga al cuerpo Diamela Eltit en su estupenda novela "Por la patria".
saludos