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mardi, novembre 29, 2005


Las mujeres y la novela


Siempre me ha producido cierto asombro el ver la poca cantidad de mujeres que escriben novelas. Pero más que juzgar, me interesa comprender mejor las razones. Siempre he pensado que escribir necesita de una confianza en la capacidad de proyección del propio autor y en el lenguaje. Las novelas se inscriben más en el terreno de la doxa, del mundo concreto, del de la prosa del mundo, como lo decía Kundera en su ensayo, La cortina. Obvio, no? No tanto, porque el hecho de que en las novelas se hable del mundo factual y concreto, hace que las mujeres sean pasivas. Las reglas de la tribu no pueden ser trastocadas, hay que preservar la especie y para escribir se necesita tiempo, soledad y cierta arrogancia para decir, Yo en voz alta.... ¿Se contradice esto con la maternidad? No, no necesariamente aunque no sea madre, tal vez sea incluso una manera de trascendencia, de experiencia metafísica. Lo que sí pienso es que las creencias culturales mantienen las cosas intactas, los roles sociales casi en la misma situación que el siglo XIX.... El siglo XX será de las mujeres, anunció Víctor Hugo con ánimo de predestigitado. Y no lo creo porque los movimientos en el pensamiento son impredecibles y hay un retorno a una manera de pensamiento racional, apodíctico, desconfiado de todo lo que se le escapa. La frase se Simone de Beauvoir, uno no nace mujer, lo deviene, no satisface a muchas mujeres y se prefiere hablar de esencia femenina y masculina. Es decir, ¿lo femenino es una esencia, o es simplemente una huella cultural, que puede ser trascendida? Tal vez nuestra identidad sea mucho menos imprecisa, y aunque tenga que ver con un cuerpo, con su volumen y su forma (un buen acomodamiento de átomos???), tiene que ver con un mundo interior, psicológico y complicado, con los símbolos que se forman a través del tiempo y a los cuales hemos ido poniendo nombres. Hace poco, la guerra contra el psicoanálisis declarada por un libro negro, me hizo pensar que la época desconfía de los símbolos, de su imprecisión y su aleteo interno. Un acontencimiento, un atentado, una guerra, un terremoto, actúa en forma de símbolo y rompe la cadena de representaciones, bloquea el lenguaje, lo hace incomprensible. Para mí, todo acto linguístico, sobre todo el escrito, es afectivo. Por eso, que las mujeres escriban y escriban novelas, depende de la confianza que sientan en sí mismas, de la capacidad de crear su propio relato, su auto-bio-grafía, en el sentido pleno. Lo difícil es que como decía Simone Weil, cada relato fundamental empieza por la dominación del hombre, la Biblia, los textos clásicos, Occidentales y Orientales. La mujer no es origen, y sin embargo es la que da vida. El hombre es el creador porque es él el logos, él el que nombra y da sentido, y toda mujer que se atreva a querer usurpar ese lugar puede ser neutralizada. Nombrar, es el comienzo de esta historia, atreverse, el reto. Hummm, pensaba en si las cosas son tan dífíciles, pienso en voz alta, pienso en Duras, en Woolf, en Mac Cullers, en Beauvoir... Y no, no hay tantas... Geo-políticamente las cosas parecen presentar un androcentrismo irreversible, no veo una posibilidad de cambio sino es en los países de América donde las cosas están menos determinadas y el movimiento permite que los roles no sean arquetípicos, quiero decir estigmatizados, sino concretos. Para que las mujeres conquisten el terreno de la novela, tienen que poder seguir escribiendo, tienen que confiar en su lenguaje y en la forma en cómo se representan el mundo, tienen que romper con la autoridad masculina. Olvidar ciertos traumas, acontecimientos, como pueden ser las imágenes de una mujer golpeada, torturada o lapidada. Aquí sí, es terrible como un cuerpo es un cuerpo, un cuerpo frágil que no puede defenderse. Pienso en un crimen espantoso, duecedido hace una semana en París, el de una joven quemada viva por su novio que no aceptó negativas a su propuesta de matrimonio. Una mujer muere violentamente por causa de un hombre cada 4 días, un hombre cada 16...

foto: Sartre et Beauvoir.

1 commentaire:

Von Krolock a dit…

Creo que hay mucho de razón en todo lo que dices. Yo tengo una amigo que dice que hay muchas menos escritoras que escritores porque ellas tienen la maternidad; el acto supremo de creación. Ante eso la literatura, el arte, no puede competir. No digo que tenga razón pero da que pensar.

En cuanto a la cuestión en sí; la cosas no cambien al ritmo deseable, es cierto, pero quien sabe si el 21 no será el siglo de la mujer novelista.

Un saludo carótido.