lundi, novembre 21, 2011
El tabú del sexo, Roudinesco, Freud
Después de las euforias del regreso, con la mirada limpia por el viaje, el aterrizaje, el cuerpo que regresa a su sitio, el resfrío cesa, la combustión se hace más lenta. Algunos temas me viene a la cabeza, justamente sobre el cuerpo. De cómo sigue siendo un tema tabú pese a todas las "laicisaciones", de todos los avances. El cuerpo siempre es un conflicto y se necesita mucha valentía intelectual para hablar y escribir sobre él. Tal vez todavía no podamos "tocar impunemente el sexo, los asuntos de familia, la pulsión de muerte y la barbarie que esclaviza a mujeres, los homosexuales, los marginales, anormales, sin tener que pagar un costo", como escribe Elisabeth Roudinesco en un alegato para defender a Sigmund Freud de los ataques de Michel Onfray, en un libro que creo que se llama "El crepúsculo de un ídolo", y que ha despertado mucha polémica. En serio, ¿podemos hablar de estos temas con completa libertad? No lo sé, esta madrugada pensaba en mi libro erótico escrito con plena libertad de pensamiento. Pienso en mi idea de erosionar los roles clásicos, salir del maniqueísmo "femenino-masculino", encontrar otras imágenes, codificar de otra manera. Y pienso en cuántas, cuántas personas, salvo algunas excepciones, han mantenido un cierto pudor para hablarme del tema. Hay una escena en la que una mujer hace el amor con dos hombres, pues nadie, nadie, ha dicho una sola palabra sobre este tema. No lo hice por provocación, sino porque esa escena me vino a la cabeza y pensé que sería una manera de sacar a la mujer de la esclavitud de "buscar a un hombre". Me encanta cuando Le Clézio es capaz de decir que" estaba casi enamorado de una mujer por ser capaz de vivir sin un hombre, por su independencia" (a ella le dedicó el nóbel, no a su esposa, como se habría podido esperar). Recuerdo que yo disfruté mucho escribiendo esa escena sin cuestionarme por su contenido. Pero, luego, pienso, si hubo, hay una censura. El libro, salvo en México, pasó sin hacer ruido por las redacciones españolas, nadie abrió la boca, y menos, se atrevió a preguntarme si era autobiográfico. Por supuesto que cada personaje lleva nuestra carne y nuestros pensamientos, por supuesto que muchas veces son modelos. Tal vez un día invente personajes femeninos a los que no desee parecerme, pero por ahora, me interesa crear otros modelos, sino, el mundo me parece irrespirable. Y, finalmente. Erótica o escenas de la vida sexual, está discretamente en un escaparate, sin que nadie se atreva a mirarlo de frente (cuando pienso que alguien me dijo que mucha gente no compraba el libro de Catherine Millet, La vida sexual de Catherine M porque aparecía desnuda en la portada, pienso que algo no anda bien), no salimos del oscurantismo de otras épocas y queda mucho terreno por recorrer...
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