Pocas personas han despertados tantas pasiones y tantas aversiones, tantos ataques, caricaturas, distorsiones, conflictos...nunca, nadie, ha estado tanto tiempo en el ojo de la tormenta. ¿Por qué? Porque Lacan, como Freud, a atrevieron a hablar de aquellas zonas prohibidas de la existencia, la conciencia, el subconsciente, el deseo, el cuerpo, y la pulsión de muerte. Si para Freud el subconsciente es universal e impenetrable (reprimido), para Lacan (ese es su aporte) está estructurado como el lenguaje, es decir, se apoya en la linguística como estructura lógica y subyacente e universal. El lenguaje es entonces nuestro hilo de oro, nos sostiene.
Pero Lacan es bastante complejo, no impenetrable como pretenden sus adversarios. Yo interpreto que Lacan, con su modelo linguísitico nos ha liberado (a nosotras, la mujeres) de una existencia solo noumenal, como concepto en el lenguaje haciéndola dialéctica, histórica y cultural. La mujer tachada de su frase: La mujer no existe, es un estado de ausencia (manque), de desamparo frente a lo que no podemos nombrar. La mujer no existe porque el hombre, por más que sea el creador del idioma (el padre es que el que funda la autoridad en el lenguaje según él) no puede ser creador de vida.
Lacan era un hombre generoso, cálido, según los testimonios de sus pacientes, incapaz de renunciar al afecto, dos esposas, tres hijos, nunca se pudo separar de ninguna de las dos, Sylvie Bataille, fue la última, ex-esposa de George Bataille... Sin caer en el culto de la imagen, sí, es cierto que lo obsesionaba su apariencia, que se le hacían trajes sobre medida, que tenía manías con los cigarrillos, con los ritos, entre magia y cartesianismo, Lacan no deja de estar vigente en debates, publicaciones, coloquios... Como escritora no puedo desdeñar el hecho de que el lenguaje sea nuestra única forma de expresar lo que somos sentimos, o pensamos, la única de construirnos, transformarnos y humanizarnos... Mi apuesta va por ahí, pero comprendo que otras personas piensen de otra manera.
Lacan es quien vio la cultura, y su fenómeno más importante, el lenguaje escrito y hablado, serían las astas de una especie de tauromaquia: en el centro, siempre estamos de pie, vulnerables...
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