Muchas veces, cuando leo un libro, busco una voz que me hable, que tenga un cierto tono, que sea un acontecimiento. En el avión me vine leyendo Morir es un arte, de Mariela Dreyfus, editado por Cecilia Podestá; libros objetos, de una delicadeza rara en nuestro medio. No pude dejarlo aunque el tema, la madre, la infancia, la familia, me iban cargando de una energía melancólica y al mismo tiempo suave.
Esa música, densa y monótona de la herida, la herida de la pérdida, de la desaparición de un ser querido. En sus anteriores libros, Mariela tocó el tema de la maternidad, Pez (Santo oficio, 2005), de la mujer y la libertad en Memorias de Electra, o de seres materiales y seres vivos en Onix, en este libro, aunque los elementos naturales estén vivos, tan vivos, que un huevo frito es un ojo que observa y señala de forma fatídica el destino de una mujer, lo importante son los ritos afectivos, los que sirven para recordar y mitificar a la madre que se va, o el acompañante que ha abandonado. Es una celebración solitaria e íntima, donde la voz de la hija reclama, pide a la madre (y al amante) que estén atentos, que sean un espejo donde reconocerse y tocar el origen.
Este nuevo texto poético de Mariela es una música de serena desesperación, intensa y lejana como una canción de cuna que una niña canta en medio de la oscuridad, sabiendo que, aunque sea una adulta, siempre seguirá siendo una niña. Va un poema:
Instantánea
¿Es eso ahora mamá:
una fotografía colgada en la pared o de pie en la repisa
entre los libros?
La plana filigrana el gesto inmóvil
mamá que ya no puede sonreír (aunque sonríe)
que ya no tiene voz que no se oye
salvo por este ruido acá en el vientre
este nudo que es suyo esta obstrucción
mamá y su colapso en plena vena
un retorcerse suave un grito de dolor siempre discreto
siempre mamá callada sin quejarse
tan en su sitio aún tan solitaria
en la ambulancia el suero de emergencia
mamá y las toxinas los narcóticos
el innombrable opio la morfina
mamá adelgazando en dos semanas
delgadita marrón entre las sábanas
su mirada que se abre y se cierra
y en la foto sonríe entristecida
ya mamá y sus ojos en el aire
con el gesto perdido en la mano
que me dice un abrazo y abrazadas despedidas las dos
acá en su cuarto mamá yo pequeñita y ella el ángel
eso es todo mamá y un flash que suena.
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