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mardi, août 11, 2009

Los sentimientos que limitan, literatura y mercadotecnia

Una de las cosas que más cuesta procesar es la culpabilidad. Yo tengo una teoría: creo que si inventamos la existencia de Dios es porque nuestro lenguaje sufre de una falla epistemológica, es decir que no puede explicar ni comprender todo (perootambién como lo decía Goerges Steiner en Presencias reales, evocamos esa presencia divina en el lenguaje, sino sería casi imposible escribir, o no?). Esa falta, que nace con la adquisición del lenguaje, hace que estemos siempre presas de ese sentimiento de incompletitud, de haber fallado algo. La contingencia en nuestras vidas, es decir, el límite de poder elegir, es otra de las razones. Sucede a menudo en las relaciones amorosas, no podemos tolerar la idea de que ese amor nos sea absoluto, divino, casi, y renunciamos a él. Si no por qué justamente cuando amamos con pasión, nos alejamos o estropeamos esa relación. Esto tiene una relación directa con la frase de la novela de la Princesa de Clèves, la pasión y el amor son experiencias abisales.


Si en el amor no hubiese espera, angustia, miedo de perderse (pienso en las frases del libro Fragmentos de un discurso amoroso, de Jacques Lacan), estaríamos siempre bien y la experiencia sería feliz, pero no lo es y es eso, el hecho de que nos pierda, lo que hace que sea tan seductora.

Y pasando a temas venales, pensaba también en que la literatura ahora es una economía, un ejercicio de mercadotecnia, no un arte. Cuando veo las cosas que se publican, el clientelismo, para usar de nuevo esa palabra tan fea, el arrivismo, me dan ganas de retirarme. Suena moralista y lo es, yo creo que si escribo es para completar mis contenidos, para enriquicerlos, pero no para recibir halagos. Debe ser horrible recibir el consentimiento de todo el mundo. Para ser oídoas, hay que vender imagen, mejor si eres gay militante, de un país más o menos rico, peor si eres de un país pobre, no gay, no afectada y dices lo que piensas, las cosas son más complicadas. Pero peor aún si no vendes la imagen de tarjeta postal, algún cliché que haga que la gente consuma rápidamente la idea de que está accediendo a una plusvalía. A,h, fatuidad!! Si dije economía porque me parece evidente que los países con más poder económico ejercen un rol colonizador, venden sus libros a los que tienen men los recursos y con ello una forma de pensar, una lectura del mundo. De los países pobres, los que aceptan ser el eco de los dominantes, son los que tienen más suerte. No hay azar, es casi un correlato. En fin, ser fiel a sí misma, es duro, pero vale la pena. De veras.

Siempre me agobio cuando tengo que resolver cosas cotidianas y no puedo leer y escribir, las ocupaciones de todo el mundo, compra, organizar una casa. Neurosis a galope.

4 commentaires:

marichuy a dit…

Patricia

Hace rato que no te visitaba. Me encantó esto que escribes sobre el amor. Siento que para una gran mayoría de personas –que bueno que Lacan no está aquí para analizarme, je, porque me incluyo- el amor sin esa “espera, angustia, miedo de perderse”, carece de gracia. A veces creo que somos medio masoquistas, pues preferimos esos amores intensos y algo accidentados a los amores sosegados y sin mayores riesgos.

En cuanto a que “la literatura ahora es una economía, un ejercicio de mercadotecnia, no un arte”. Estoy completamente de acuerdo.

Este fenómeno no es exclusivo de los países poderosos; en México, se da con ganas. El mundillo literario mexicano funciona como una especie de mafia integrada por diversos carteles; hay clientelismo, arribismo y mucha adulación. Tenemos vacas sagradas intocables y hay de ti –joven prospecto de escritor mexicano- si tienes la osadía de criticar a alguna de esas vacas sagradas.

Creo que la neurosis es la característica más común, en las sociedades actuales; no obstante, he llegado a pensar que nos es más común a las mujeres.

Saludos

Patricia De Souza a dit…

Sí, Marichuy, la vida sin sal es insípida... voilá, y eso que dices de las mujeres, pues esaos más expuestas a las neurosis, y, como hay que gritar, se termina por parecer histérica... un síntoma de frustración y represión.... dónde vives, en el D.f???

LuchinG a dit…

Varias veces he escuchado la opinión que dice que algunos escritores consiguen lectores mediante su imagen de ermitaños, otros por su prestigio universitario, otros construyendo la imagen de malditos, y otros marketeándose. En ese caso (y suponiendo que quien se marketea no recurre a argollas para lograrlo, y no está tratando de masajearse el ego), ¿por qué el marketeo no sería un medio legítimo para conseguir lectores? ¿Crees que una obra literaria pierde algo cuando el autor se marketea?

Patricia De Souza a dit…

Lo que pienso es que cuando alguien se "marquetea" siempre hace concesiones, desde el inicio. "Venderse" no es una palabra muy bonita y la literatura es para mí un trabajo interior, solitario, sin relación con el mercado.