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mercredi, juillet 04, 2007

Escribir, dice ella

Vuelvo al tema de que siempre me sorprendo cuando alguien se refiere a escribir como una profesión o un oficio. Y sobre todo, cuando se habla de dinero. Es posible que eso se deba a que para mí escribir ha sido siempre una salvación, una forma de no desesperar del todo. Y no puedo calcular ni medir nada. Si he escrito, he escrito para arrojarme a los cuernos del toro, y me ha dolido, pero no tenía escapatoria. Por eso, no entiendo la plusvalía, los cálculos con los libros, en general, no entiendo nada que no sea afectivo, que no sea encontrar a alguien que escuche y que se entregue o que sienta un mínimo lo que le estoy diciendo. Si escribir es un riesgo, una cura, un trabajo espiritual, no puede haber forma que lo contenga ni que lo abarque, y esa es la razón por la cual no m siento concernida por el debate sobre los géneros (siemplemente no creo en ellos). Si la escritura emerge como una cicatriz, como una huella (palimpsesto), ella muestra el camino, la forma se va dando en la elaboración. Siempre hablo de textos. Hablar de la novela en canónicas es una manera de tratar de sistematizar lo que es siempre un trabajo de búsqueda, de recontrucción del Yo en la que no hay receta ni fórmula que funcione (el otro día vi aquí un anuncio que me sorpendió: curso de narrativa, área: novela) SIC. Se puede enseñar escribir, se puede enseñar a construir un mundo espiritual... se puede enseñar la sensibilidad? No sé, me sorprende la sed de sistematizar un trabajo con el lenguaje que es un terreno de afectos y de pasiones. Ego affectus est... ahí donde entra el ego, está el afecto. Imposible, para mí, utililizar o recomendar fórmulas. La escritura es como trazar una línea que una mi experiencia individual a aquella el mundo, es un trabajo que nunca termina y que siempre me deja insatisfecha. Pero a veces, siento que hablo sola, que pocas personas entienden que cuando digo, No a la narración, digo no a toda idea pre-concebida de construcción de un texto, a toda linearidad en el texto que no esté en armonía con le ritmo de lo que siento, de mi cuerpo y de mi mente. Es tan complicado entenderlo? Entonces es como si el mundo se dividiese en dos: aquellos que silban en la oscuridad y avanzan con o sin miedo, y aquellos que encienden la luz y, seguros de no caerám, construyen sus ficciones. O algo así.
Y como me atrae la noche, la luna, a veces, aparece.

Media luna las armas de su frente
y el sol todos los rayos de su pelo...

(Góngora)

2 commentaires:

Bernardo Felipe Martínez Meave a dit…

Que interesante es esto que escribes, estoy totalmente de acuerdo contigo... Yo no veo la necesidad de limitar en géneros, o sistemas, o fórmulas a lo que sale naturalmente de la mente y el corazón de un escritor, el texto simplemente es lo que es. Como siempre es un deleite leer tu sensibilidad.

Un saludo.

Fernando Visbal Uricoechea a dit…

Sabes que no estás sola, te lo prueba este nocturno...

Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida,
Como si un presentimiento de amarguras infinitas,
Hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
Por la senda florecida que atraviesa la llanura
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectadas,
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban,
Y eran una,
Y eran una,
Y eran una sola sombra larga
Y eran una sola sombra larga
Y eran una sola sombra larga...
Esta noche
Solo; el alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma por el tiempo, por la tumba y la distancia,
Por el infinito negro
Donde nuestra voz no alcanza,
Mudo y solo
Por la senda caminaba...
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida,
Y el chillido
De las ranas...
Sentí frío; era el frío que tenían en tu alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
Entre las blancuras níveas
De las mortuorias sábanas,
Era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte
Era el frío de la nada,
Y mi sombra,
Por los rayos de la luna proyectada,
Iba sola,
Iba sola,
Iba sola por la estepa solitaria
Y tu sombra esbelta y ágil
Fina y lánguida,
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de murmullos de perfumes y de músicas de alas,
Se acercó y marchó con ella
Se acercó y marchó con ella...
Se acercó y marchó con ella...¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras de los cuerpos que se juntan con
[las sombras de las almas...
¡Oh las sombras que se buscan en las noches de tristezas y de lágrimas!...

De José Asunción Silva