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lundi, juillet 16, 2007

Marx

Esaba leyendo la vida de Karl Marx; sobre sus múltiples exilios, cómo empieza a escribir El capital (muy tarde), su matrimonio con Jenny von Wetsphalen, que me hizo pensar en Emilio Wesphalen, uno de mis poeta peruanos preferidos. Y porque además de sentir ganas de leer E capital (en un grupo de gente, sería interesante), recordé las visitas que hacía con mi amiga Tatiana a la clínica Maison de Santé a E. Westphalen, la sensación de bienestar en su presencia, la curiosidad por sus palabras y sus gestos... Toda una una vida no es sino en parte la búsqueda de esas personas que nos ayudan a comprender y aceptar ciertas cosas, las personas cuya relación es siempre un desafío, ganas de saber, de moverse, de vivir. Pocas veces conocemos a personas que nos van a orientar en esa dirección. También recuerdo que una vez Ribeyro me dijo: Si una persona encuentra a la persona adecuada, en el instante adecuado, todo es posible... queriendo decir que hay azares felices. Yo creo algo más: tiene que haber ganas de provocar esos encuentros, en las amistades, en toda relación afectiva. Escribo esto porque con el tiempo somos más exigentes en nuestras relaciones y la necesidad de otro tipo de alimentos diferentes de la diversión y la evasión. Buscamos contenidos, calidad en el diálogo, pero esto... es cada vez más difícil... quien diga que no, que tire la primera piedra. Si son hombres, tengo la impresión que por razones históricas y sociológicas, hay una fenómeno cada vez más visible: el de Peter Pan, los hombres grandes, que pasan la treintena la cuarentena, son como unos adolescentes incapaces de aceptar su edad, sus responsabilidades frente al mundo y frente a los demás . Son padres e hijos, son amantes y son, también hijos engreídos, qué sucede? Creo que la época nos obliga a tener una responsabilidad y una injerencia sobre los otros y el mundo exterior mucho más importante que antes, y que, no es que las mujeres posean un ship que les permita adaptarse mejor, es que como están predispuestas a ser madres, adoptan siempre una actitud conciliadora, tienden a ser más maduras. Porque, creo que puede ser un síntoma de sociedades más jòvenes, ellas afrontan el lado más pesado de este cambio del mundo en que vivimos. No se pueden permitir ser hijas, son siempre madres. La falta de interlocutores que encontramos ahora, la ausencia de diálogo sino forzamos, sino estamos reclamando, tiene que ver con una pobreza en los contenidos, con falta de ganas en querer saber un poco más sobre nuestra condición en el mundo, con una actitud avestruz... Entonces, peter panes y evas desorientadas, soledad y aislamiento.

1 commentaire:

Caborca Lynch a dit…

hola patricia. concuerdo con aquello de que los contenidos van tomado un lugar de primacia con el paso del tiempo, y que ello es directamente proporcional con la soledad. no sé si es un asunto de géneros. a mi, particularmente, me pasa por igual con mujeres y hombres. tal vez, es la sociedad, las nuevas formas de evasiones, el automatismo de una vida que para muchos parece estar comprada. no lo sé, sólo sé que por mi parte, le tiempo me ha vuelto más solitaria y hasta cierto punto (sólo hasta cierto punto), es mejor asi, por ahí dicen... y no en vano: mejor sola que mal acompañada. (aunque no debería ser de esa manera).

dos saludos