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jeudi, juillet 12, 2007

Huir


Por instantes pienso que muchas veces es necesario huir. Irse, no demisionar, mantener silencio, huir del mundanal ruido. Cuando el diálogo se hace imposible, cuando, en posición crítica, nos convertimos en inquisidoras. Porque no soy animal doméstico, no. Lo siento. Cada vez entiendo más la actitud de un Blanchot o de un Claude Simon (desconocido para mucha gente aunque nóbel, supongo que eso le importaba poco). Recuerdo muy bien una entrevista con una periodista que trataba de ser simpática y que pasaba por aduladora para Simon. Ella le preguntaba cómo podía resumir su extraordinaria novela (sic), lo que todo el mundo pregunta: y de qué escribes, qué tipo de novela, y qué historia -inútil tratar de explicarse otros códigos- Simon contestó exasperado: Si pudiese rsumirla en dos frases no hubiese escrito 200 páginas! La periodista dio un salto y luego no supo qué decir. No era cruel su respuesta, era solitaria, indignada por esa falta de atención hacia lo que es el otro y a la incapacidad que todos tenemos de incluir, en nuestro lenguaje, en su gramática, al otro, como OTRO.


Por eso, a veces la actitud ermitaña tiene sentido. Para qué gastar tanta energía si es un diálogo de sordos? En esta época en que muy pocos nos interrogamos por los contenidos de lo que decimos, por la alienación de nuestros discursos y gestos, en esta época de afirmación del sujeto, pero como sujeto que duda (diablos!), para evitar la esquizofrenia y la despersonalización, aislamiento, austeridad, pueden ser una opción vital sana. Sino queremos entrar al circo, sino queremos ser una caricatura, pues, por qué no, huir? El y la que escribe, escribe, escribe, si es un acto de supervivencia, siempre será la única epifanía y la única forma de comunicar con los demás, los lectores, desde el silencio de un texto, una imagen.


Hay un texto de Jean Philippe Toussaint que se titula Fuir, huir, un texto intenso, sensible, vivo. Pienso en este texto en el instante de escribir esto...
Foto: una de las pocas imágenes de Murice Blanchot que siempre huyó del mundo exterior, refugiado en su casa de la banlieu parisina. Escribía mirando a un muro, con poquísimos objetos. Lo sé por Millet que visitó su casa y ha publicado un libro sobre él en Gallimard: Blanchot.

1 commentaire:

Fernando Visbal Uricoechea a dit…

¡¡bello texto!!