jeudi, septembre 15, 2005
Los seres felices
Los seres felices, es la última novela de Marcos Giralt (Anagrama 2005) que recien he podido leer. Un título sugerente, casi diría, irónico, porque... ¿quién es feliz y qué quiere decir ser feliz? Esa mirada contemplativa del autor, diáfana, más madura, como un vino que ha tomado cuerpo, nos traza lo que es la evanescencia de la experiencia, siempre en el umbral de la realidad, siempre en un sueño y en el silencio de ese sueño. ¿Y cuánto nos separa de nosotros mismos nuestra imaginación, nuestra necesidad de crear? Es una pregunta que el autor se hace, sin desesperar, con una sabiduría casi budista, nada amargada. Es lo que más me gusta de este libro. Creo que el gran desafío actual es aceptar nuestro propio desarraigo, hacer que nos ayude a mostrarnos más auténticos. Quizás esta sea la época de la imposibilidad de la simulación. Me gusta mucho esa frase de una película de Bergman: ¿Podemos ser mejores si nos autorizamos a ser mejores? La respuesta de Marcos es avanzar a tientas, pero avanzar, incluso con el riesgo de perderse en la escritura.
Naipul
La última novela de Naipul, Semillas Mágicas, parece seguir la huella de su propia vida, desarraigo, escepticismo, frustración y rabia de no poder creer, de no tener ni un pedazo de verdad. ¿Pero, por qué? ¿Acaso la libertad no es el desarraigo, la búsqueda el encuentro y lo efímero la vida? Por supuesto, Naipul es uno de los escritores más lúcidos de este fin de siglo. Alguien que remueve en las fracturas más importantes entre el Tercer Mundo y Europa, los problemas filosóficos y existenciales que esto crea, pero también los psicológicos, despersonalización, terminar por ser extraneros a nosotros mismos. ¿Cómo reconocerse en ese laberinto? Entre la multitud, alzar la voz, trazar algo, no va a ser fácil, pero quizás sea más apasionante.
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2 commentaires:
Patricia:
Creo que estás en lo cierto: la última novela de Naipaul, Semillas Mágicas, sigue la huella de su propia vida. No estoy tan seguro de que no pueda creer, ni tenga un pedazo de verdad. Que la ha buscado desesperadamente, de acuerdo. Que no la haya encontrado (en su aceptación como cosmopolita, como habitante de pleno derecho de la metrópoli y no un simple advenedizo de las colonias) es otra cosa: yo creo que en esas cosas y en su propia literatura radica su propia verdad y creo también (a tenor por sus expresiones tonantes en relación a determinados asuntos) que cree tenerla en sus manos.
Al traducirle (soy uno de los varios que en España lo han vertido en castellano) y conocerle (pasé con él un fin de semana en Londres hace unos años por ese motivo) la impresión que me produjo (y me sigue produciendo) es que, precisamente, vale más su análisis psicológico,su mirada profundamente penetrante que su compasión o su altura de miras filosófica.
A mí me parece uno de los grandes escritores de este siglo, pero no necesariamente uno de sus mejores analistas sociales.
Saludos
Paco
Todavía no he leído a Naipul: soy consciente de que aún tengo tanto por leer...
Y tus posts dan referencias vitales.
tan sólo imaginar esos persoanjes a través de lo que escribes,es ya
apasionate.
Las líneas finales detu post,me llevan a reafrmar esa individualidad que siendo parte de una colectividad, tiene sus esencia...
Salutes y sonrisa.
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