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mardi, septembre 13, 2005

identidad


Una separación siempre nos lleva a hacernos una pregunta fundamental sobre nuestra identidad: ¿quiénes somos y quiénes hemos sido para la persona que queremos? A veces, la respuesta no está cerca, hay que buscarla, reconstituirse en otra mirada. El problema es que en las relaciones amorosas la estructura parece ser la misma: el deseo para mantenerse tiene que permanecer insatisfecho. Si encuentra a su objeto, lo abandona. Es el mito de Don Juan y de Emma Bovary. Entonces, toda relación parece imposible, pero sí sólo aceptásemos que el espejo no refleja nuestro rostro sino uno que se mueve con el agua, igual a un anillo de Moebus, sería menos difícil salir bien parada de este tipo de experiencias. La transformación de todo lo que nos rodea, incluso nuestros sentimientos, no nos deja percibirnos en tanto que unidad y, por supuesto esto nos hace huérfanos para siempre. Como esa frase de Jean Paul: Dios ha muerto! El cielo está vacío... Lloren, niños, ya no tienen padre.

2 commentaires:

Rain (Virginia M.T.) a dit…

Y es como una respuesta a mi inquietud expresada en el comentario anterior...

Cuando los sentimientos están de por medio, creo que la complejidad es más honda, y que se producen choques, también a nivel colectivo, de grupos humanos, fragmentados socialmente...

Magda Díaz Morales a dit…

Totalmente cierto. En lo personal, el conocimiento de lo que sucede en una relación o qué la mantiene unida, lo descubrí ahora, cuando ya no tengo 25 años. Cuando el misterio se pierde al saciarse el deseo, la relación se abandona y brota entonces todo esto que comentas. Desafortunadamente es dificil saber, quizá por falta de experiencia, no se, que el espejo no refleja nuestro rostro sino uno que se mueve con el agua...

Un bello texto.