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mercredi, août 09, 2017

crítica a la vida moderna 3

es verano, o se supone que es verano, sin embargo hace frío, 14 grados, 18 grados, máximo.

el día está gris, es una sensación extraña.
en verano el rimto d ela vida en el norte se transforma. La gente abandona las ciudades hacia el mar, campamentos turísticos, hoteles, playas, se saturan de autos y casas rodantes. Estas vacaciones pagadas, o derecho a un mes de vacaciones, es uno de los derechos sociales más apreciados por los franceses, todo el año se planifica el mes de agosto. Desde los años 30, cuando se rueda la película de Jacques Tati, este derecho marca el ritmo del año, todo el mundo espera su recompensa y se abandona el ritmo laboral. En América latina no conocemos estos privilegios, tomamos vacaciones cuando se puede y nadie tiene asegurado ese tiempo de descanso. "Los pobres adoran trababajar", sic, sic.

estoy agotada de las noticias sobre Venezuela, lo que me mantiene en choc es la dimensión de la calumnia y de la mentira. Hay un mundo que funciona gracias a esa dominación, que incluye un desprecio profundo por el otro, una forma de racismo, es terrible. Es algo que me ofende profundamente porque creía ingenuamente que el orden mundial reposaba sobre un respeto mutuo. Me doy cuenta que solo funciona entre quienes se consideran "iguales". De esta manera, tienen derecho a ser llorados quienes son visibles ante la mirada de los dominantes, los países ricos que no pueden hacerse cargo de la existencia de otro que no emerge para él. Me hace pensar en Paul Ricoeur y sus ideas del recorrido hacia el reconocimiento. Hay un trabajo enorme para reconocer al otro como un semejante (connotación religiosa al margen), un igual.

vaya día, pensar en leer en el calor de una camita, esperar a tomar un té y un pastel, pasear por el castillo de Henri IV, mirar las cadenas de montañas pireneicas...

reposar...


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