"Royal Romance" (Julliard, 2012) es el título del último libro de Francois Weyergans (premio Goncourt y Renaudot), uno de los autores más importantes en idioma francés. "Royal Romance" se traduce en español por "Romance real", o un romance de "Realeza", que es lo que quiere decir directamente en francés pero que me gusta pensar que ha querido decir "real", una historia de amor "real", de carne y de huesos, de goce y padecimiento. No puedo evitar hablar de FW sin evocar a la persona también en carne y hueso. Una persona que debí conocer en los pasadillos de la editorial Grasset, tal vez en el año 1999, o tal vez en el 2000, no recuerdo muy bien, pero sí recuerdo los paseos con FW por las calles del Marais, las conversaciones en un café de Beaubourg, los encuentros en la librerías, las caminatas, las cenas, una noche en un local que llevaría su nombre: "Chez W" y donde bebimos un champagne excelente mientras me enseñaba las piezas donde otros escritores y escritoras se reunirían, y alguien me esperaba impaciente en una esquina. Se acababa de ganar premio Goncourt o el Goncourt recibía el premio W! Tal vez para escribir un libro con pasión, se tenga que estar en estado de hacerlo. FW es como una máquina vital en movimiento, la vida es él, y él la vida (suena rimbombante, poco importa), pero de veras que fluyen al mismo ritmo. Entramos en sus libros en un mundo donde todo lo que sucede es tan verdadero como la persona que escribe, una persona que escribe y se acerca a todas sus debilidades, a todas sus limitaciones como hombre y como persona, con una naturalidad que nos sorprende. Mucha gente podría ver en este gesto algo de arrogancia (algo de snob en sus referentes, que es un más bien un refinamiento interior), alguien que fascinado con su propia historia, considera que todo lo que le sucede es importante, pero no, creo que es mucho más complejo y más arriesgado: FW siente que toda su experiencia, grandiosa y miserable es la de todo hombre (y mujer) de la calle, de cualquiera que, aunque no tenga una cultura literaria, puede comprender y sentir lo que está escribiendo. De ahí que sus libros hagan que quienes leen se encariñen con el que escribe.
Justine, Laurence, Olga, Ingrid, mujeres que están de acompañantes de la vida de Daniel, el personaje central. Mujeres que son espejos, espejos de la propia vulnerabilidad, y, aunque haya un apasionamiento, la pasión siempre lleva a quien la siente, siempre regresa a quien la inventa. ¿Será que los demás siempre son el reflejo de lo que somos? Sí, y no, y ese reflejo, ese espesor de quienes nos rodean, depende de nuestra fascinación, de nuestra generosidad para conocerlos. Conócete en mí, decía Teresa de Ávila, pues, sí, hay una especie de beatitud en esto. La pasión por unoa mismoa es la pasión por los demás.
Ahora pienso en Francois, ese rostro fino, de manos delicadas, esa manera apresurada en hablar, esa manera de decirme "chiquilla"! entre exclamaciones, esa manera tumultuosa de existir, sí, FW, es todo eso y esta novela es real porque no se aleja de la vida, gira dentro de ella.
Ojalá escribas pronto otra novela Fr...
en espera, en el tórrido clima de Caracas!!
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