Creo que esta pregunta se impone en estos momentos. ¿Qué puede hacer la literatura, qué le queda como espacio frente a la avalancha de imágenes, de microrelatos, de los twitter, el FB, y otras formas de narración de la "realidad"? Siempre hemos pensado nos reservaba un espacio, un espacio de imaginación, de reflexión, incluso de recogimiento y de diversión o de distracción. Este espacio, ahora, está saturado de mensajes, de textos hablantes, de voces, la literatura, como formas de representación y de evocación de la realidad, como algo paralelo, terreno intransitivo donde ella mantiene sus propias leyes, se ha transformado. Las leyes que la regían han sido, desde un punto de vista Occidental, la Academia, la universidad, las instituciones literarias. Resulta que ahora esas instancias, como podríamos llamarlas han perdido prestigio al ser identificadas como una forma de hegemonía y de imposición vertical, han perdido su contacto con las masas, o las mayorías populares que además, ya no desean entrar a ese espacio. Todo el mundo tiene cosas qué decir, todo el mundo posee el derecho de dar su propia versión de las cosas. ¿Hasta cuándo podrá la literatura servir de barrera a este embalse semántico de la época, y hasta dónde podrán los y las que escriben, con la idea de modernizar sus dispositivos, seguir este movimiento?
No lo sé, lo que se me ha ocurrido es que las personas que escriben han sido siempre las "mediadoras" de un contenido, de algo que flotaba en el aire pero que no estaba escrito, ¿qué hay ahora que todo el mundo escribe, quién autoriza, quién dice quién está en condiciones de producir un efecto de realidad con el lenguaje, no estamos todoas en lo mismo, día a día?
Honestamente, no me parede desesperante, simplemente honesto asumir la literatura, no como un hecho profesional, creo que la sistematización ha sido otra idea "mercantil" de la literatura, fabricar textos como si se fabricase cualquier otro producto, sino como un gesto de sobrevivencia, un gesto urgente que impone un problema de representación con el lenguaje. Tenemos que pensar que si la literatura no está a la altura de su época, no deja de considerarse como un producto más de mercado, no puede responsabilizar a nadie de su devaluación. No sé si escribir sea un proceso tan frío, ni calculado, creo que es una necesidad que no se reprime, pero su valor en tanto que objeto estético, solo la pueden determinar los demás. Por eso escribir es siempre un gesto de generosidad, dar sin pensar en qué vamos a obtener a cambio, es una moral de vida, una vocación que nos plantea el hecho de organizar nuestra vida en función de ella aunque esto implique una situación nada cómoda: no sabemos realmente para qué estamos trabajando. Estamos, diría alguien, para llenar un vacío en la representación que tenemos de nosotroas en las la historia del mundo, de nuestro propio país, de nosotroas como geografía humana hablante. Pero, de nuevo, ¿para qué si tenemos tantos, tantos testimonios? Vamos a tener que aprender de nuevo la humildad, olvidar los flashes y la idea de que quienes escriben son guías o personas extraordinarias, esa idea de autoría absoluta, también está en entredicho. Nadie escribe sin apoyarse en un idioma que ya existe, que es comparitido. Existe un "derecho moral" de los autores, pero no existe un derecho absoluto. Me cuesta tener una opinión clara, y quisiera decir que, solo puedo imaginarme que seguiré siendo una mediadora, que las maquinarias de propaganda, la difusión, son cosas que no podemos manejar ni prescribir, son consecuencias inmediatas de esta época. El otro día pensaba, a propósito de una editorial de poco prestigio, o nulo, literario que me proponía editar un libro digital en francés, que entraría en contacto con gente que no era lo que se dice "escritore(a)s", sino gente que necesitaba decir algo, que quizás no habían hecho de la literatura el eje de su vida, y si lo hubiesen hecho tal vez serían excelente escritores, sino una afición, un hobby. Ahora ¿qué hace que una persona sea más talentosa con las palabras que otra, lo que podría ser su autoría? No lo sé, intuición, disposición, atención, talento, el problema es ¿cuántas personas que tienen aptitudes literarias pueden dedicarse a escribir? En suma, sí, es necesario que tengamos gentes que imaginen nuestro mundo con los mismos códigos, que mantengan la oreja parada y sepan escuchar a su época, es necesario que se trabaje con el lenguaje, la memoria, pero es necesario también que se olviden de ser consideradoas como personas "especiales", de lo contrario esa "especificidad" terminará por aislarlos tanto que no se quedarán soloas. Tiendo a pensar que toda persona está en capacidad de inventar, imaginar, soñar, la posibilidad, que algunas de entre ellas, destaquen, es un azar. No podemos explicarnos el "genio" inventivo, sino no tendríamos a Mozart, a Dostoievski, ni a Emily Bronte, pero podemos tratar de pensar que la manera, el modo como pueden seguir existiendo, tendrá que adaptarse a la época. De lo contraria, tendremos que aceptar fosilizarnos y plantearnos otras formas de representación, que son también espacios en blanco. Sería terrible, pero, ¿cómo resistirse a esa contradicción de desear también desaparecer? Lo que dura, lo que se prolonga, no parece un valor de esta época, que, con sus combustión, consume todo. Nuevo desafío, imaginación, vocación. No se me ocurre otras ideas.
2 commentaires:
Patricia,
A propósito de tu pregunta ¿Qué hace que una persona sea más talentosa con las palabras que otra?. Definición interior. Creo que el secreto está en la organización de la atención, es decir el estado íntimo del alma que a su vez es responsable de su sensibilidad. Lo demás es el camino no todos osan tomar. La inteligencia asociativa, sensorial, los recursos de la lengua y prosodia son procuras de ese mismo estado del alma que, mediante la atención, fija su voluntad en estos inveterados placeres.
¿Qué hacer con la literatura?
Al bolsillo que todo es paisaje.
Me gusto tu blog, te visitaré seguido.
http://cieloprometido.wordpress.com/2012/09/13/el-fracaso-del-arte/
Gracias por este comentario, miro también el tuyo...
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