LA CASA DE PUNTA NEGRA
(ESE IMPERIO) Primero se marcaron las fronteras con estacas y cal, y las antiguas tribus que habitaban los campos -culebras, lagartijas- fueron muertas sobre la tierra plana; sólo manchas de sal y restos de gaviotas como toda heredad, y en los últimos días del verano llegaron los camiones con ladrillos y arena de agua dulce: así vi edificarse ante mis ojos Tebas, Jerusalem, Nínive, Roma, Atenas, Babilonia, y apenas la casa fue techada hubimos grande fiesta el maestro albañil hizo una cruz de palo y amarré geranios, mimosas lluvia de oro, hubimos también panes con carne asada y yerbas y cebollas -un bosque de botellas de cerveza- y el mar era una loma de algas muertas mezcladas con la niebla: los pelícanos viejos celebraron mi canto antes de alimentar a las arañas, a los cangrejos peludos de las rocas. La casa fue clavada con la cara al Oeste, a más de 80 metros de las aguas en arenas seguras -y ese sol- tras los muros del Este los camiones y los autos veloces ardían en la brea como torres de paja, y al fondo inacabables las colinas de arcilla, el aire rojo, los perros salvajes, y fue todo, y ese mar ya no puede lavarnos otra vez -aunque brillé en los 7 veranos- (y yo fui dorado, alegre, veloz) y busco algunas veces esas piedras chatas y redondas para tirar al agua -revuelta a 87 millas sur de esta vieja caverna edificada en la isla del viento donde llevan los hombres a sus muertos colgados de la espalda y brilla este mal sol más frío que un cangrejo entre la boca: el parque de St James sembrado de muchachos y muchachas que se enredan comoblandas culebras bajo el aire (y fue un desenredarme y enredarme sobre todos los campos de la sal y la arena mojada antes de la caída de ese Imperio). Algunos Libros
LIBROS DE ANTONIO
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samedi, octobre 06, 2012
In memoriam Antonio Cisneros
Primero llegué eufórica, en plena fiesta electoral al Caracas, me tocó un atasco y descender en calles repletas de gente vestida de rojo, la algarabía era general y el ambiente familiar. Esta mañana me levanto y veo se anuncia la muerte de Antonio Cisneros (1942) en el facebook. "Toño", como lo llamábamos todas las personas que nos considerábamos próximas ha sido no solo un escritor fundamental en la poesía peruana : su relación con el idioma y nuestra historia, ha sido siempre tan libre, llena de resonancias orales y de imágenes poderosas, sino en mi pequeña historia personal. Un día, cuando empezaba a interesarme en la literatura (debe ser a los veinte años o más) recuerdo haber visto una foto de Toño en una revista y soñar con conocerlo. Er una rostro era hermoso, ojos de halcón, nariz pronunciada y filuda, rostro anguloso, los cabellos largos y alborotados, una expresión irreverente, fantasiosa. Una noche lo conocí y quedé impactada por su sentido del humor, de una inteligencia mordaz, rápida. Cuando publiqué min primer libro, Julio Ramón Ribeyro debió dárselo, o yo se lo mandé con él, no sé muy bien, pero sí recuerdo su llamada en medio de una mañana de invierno y la euforia que sentí cuando me dijo que le había encantado. Siempre he seguido los libros de Toño, son esas personas que acompañan y que llevamos siempre presentes, sin pensar que un día morirán- Por eso, cuando me dijeron que estaba muy enfermo, y que se había traslado a casa de su madre, pensé que resistiría, que volvería ver a Toño y su sonrisa pícara, que volvería a oír sus comentarios demoledores, y a reírme o a conversar con él. Pero no, eso es solo en la imaginación y ahora es el tiempo de duelo, darse el tiempo de duelo. O son esas "enormes preguntas celestes" a las que nadie sabe poner una respuesta, pero la vida termina por ponerle una.
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