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mardi, juillet 19, 2011

Mi país

Yo sé que un país es un territorio simbólico que nos limita, que contiene, y nos da una sensación de pertenecer a algo. Pero el país no siempre es el "territorio", el país, es la tierra que nos acoge, y a la que podemos llegar por azar. Hace unos días, después de mi regreso de Francia y de sentirme muy bien aquí, donde vivo, me decía, finalmente, el país es interior, es el estado interior que nos permite crear, soñar, avanzar en nuestra dirección, es un mapa interior que recortamos, formado de varios retazos. Claro que cuando piso suelo peruano siento una complicidad instantánea, una facilidad para vivir, para sonreír, una complicidad en el idioma, pero también puedo sentir exactamente lo contrario, porque no es una relación absoluta sino completamente relativa.
Pensaba en Karen Blixen, quien partió al África siguiendo a su marido y después, a su regreso a Inglaterra, encontró algo de desencarnado, de experiencia no habitada por ella, y decidió regresar y escribir: La granja africana, o en Ovidio que pasa el tiempo en el exilio, con miedo de perder su latín, y sobretodo a su amada. A lo mejor escribir es exiliarse siempre de un lugar para vivir en otro imaginario, siempre virtual. De ahí que no entienda los apegos a los territorios, las fronteras, las especificidades. La identidad de mujer, de peruana, no permanece, solo se transforma en ese movimiento de búsqueda no solo por vivir, sino existir...

y a part entiere!


5 commentaires:

Rocamadour a dit…

Y detrás de todo eso, el tiempo. La carrera de la identidad, de la existencia, de lo efímero contra ese invento racional que es el tiempo y su aprovechamiento. ¿Qué será lo valioso entonces, construir un rostro que finalmente será efímero porque la vida no dura más que algunos años o la escritura, donde se construyen los recuerdos, se inventan ficciones con imaginación y creatividad? Esta escritura que finalmente estará después de que el hombre pase a ser polvo y cenizas. Aunque cosa paradógica, la escritura también podría tornarse en polvo y cenizas.

Patricia De Souza a dit…

La escritura, cuando se convierte en un objeto, el libro, es como un objeto inerte hasta que alguien lo toma entre sus manos. Cada mensaje, cada texto, busca de alguna manera su lector, o lectora, para salir a la luz. Pero sucede que somos valientes y que, pese a esa soledad, y a una ausencia más radical de atención (justo hablaba del FB y es el lugar más fatuo y más bullicioso) la intención no cambia., Así, cumplimos con entregar lo que nos ha sido dado, casi como un mandato bíblico, Sí, tal vez haya algo de religioso en todo esto, no lo sé...

Patricia De Souza a dit…

La escritura, cuando se convierte en un objeto, el libro, es como un objeto inerte hasta que alguien lo toma entre sus manos. Cada mensaje, cada texto, busca de alguna manera su lector, o lectora, para salir a la luz. Pero sucede que somos valientes y que, pese a esa soledad, y a una ausencia más radical de atención (justo hablaba del FB y es el lugar más fatuo y más bullicioso) la intención no cambia., Así, cumplimos con entregar lo que nos ha sido dado, casi como un mandato bíblico, Sí, tal vez haya algo de religioso en todo esto, no lo sé...

Rocamadour a dit…

Entiendo,es el milagro de ese encuentro.

Patricia De Souza a dit…

Una epifania, sí...