Oyendo los discursos políticos en plena campaña electoral, que se rifan el hambre de la población, pienso constantemente en una "república mundial de gitanos", de excluidos involuntarios, sin tierra, sin país, sin nombre. Releyendo "La politique de rebelle", de Michel Onfray, encuentro algunos fragmentos subrrayados que me han dejado pensando. Cuando Robert Antelme escribe que él veía en los campos de concentración una caricatura extrema en todas sus expresiones de lo que sucede en el mundo verdadero, al cual cada uno aspira, encerrado en su bloque (el autismo, tipo fortaleza de nuestra época). Estamos cada vez más encerrados en bloques que se tocan sin relacionarse realmente, insisto, además de haberlo escrito en Tristán... O en El último, la vida como un campo de concentración. Antelme, él, escribe: El campo de concentración es la exacerbación máxima de la política, donde se legitima la sumisión de una categoría de hombres a otra, una nuevos señores, nuevos esclavos... Una moral de dirigentes, asociada a su poder, cruza los deseos, los sueños y aspiraciones de almas errantes, privadas de destino....
Surgen los ídolos ahí donde hay miedo, desorientación, ausencia.... escuchar hablar a la candidata de Cambio 90 Keiko Fujimori, sobre reponer la pena muerte para violadores y delincuentes, es aterrador, solo una mente muy perversa, o alienada, puede especular con la pobreza de todas esas personas que no poseen ningún futuro y viven aterradas dentro de sus frágiles casas... Donde impera el miedo, no hay tiempo para pensar y un discurso tan radical como el de Keiko (tan joven y tan fascista) puede tener efecto.
Esta mañana fui a bañarme al mar, al menos él es generoso, no discrimina y hace a esta ciudad hostil, más amable... Adoro meterme en el mar, ne serait que pour me voir lavé de tout cela...
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire