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mercredi, juin 16, 2010

Tiempos

Estaba leyendo unos ensayos sobre la vida de Proust, sobre su relación con su madre, que, cuando muere, Proust está seguro de haber sido la causa (como Chateaubriand) y su necesidad de reconstruir la vida, y el sentido de su vida. Luego he caminado mucho, disfrutado de las calles de Lima, con veredas planas y anchas, visto una mala pieza de Yuyachcani, que no es una propuesta dramática sino verbal, retórica, chata. Anoche había luna nueva, el cielo estba despejado y hacía un poco de frío, pasé por la librería el Virrey, vi que tenían mis libros de Barataria a precios altísimos (no hay leye del libro en el Perú) y seguí caminando, recordé el concierto de música ayacuchana del sábado, las voces de los cantantes, las letrras barrocas, que no llegan al exceso (será porque se mantienen cerca de sus fuentes, de su geografía, de su cultura) mientras escuchaba a Alain Bashung, planes de ir a comprar discos, almorzar con Patricio y mi madre, ir a las afueras de Lima, mudarme donde Elba hasta el miércoles....

empiezan las despedidas, primero de Lima (aunque sea simbólica porque nunca me voy) luego, de México (y ya me está doliendo), para irnos a Francia y ahí preparar (nos quedan dos meses) nuestro viaje a Venezuela, que me acercará de Lima...

Ayer, durante un almuerzo con Rosella, recuperé una copia de un cuento inédito de Julio Ramón Ribeyro, Surf, publicado en una nueva edición de Seix Barral: lo lei. Me dejó impasible, o más bien, un poco contrariada porque no encontré nada, nada que me gustase. Y a veces deseas que un texto te guste, te dé algo, te haga fluir... El lenguaje es pobre, funcional, tal vez como suele ser  entre los escritores que se preocupan por narrrar una historia, pero cuando la anécdota es banal, el lenguaje parece que se aplana, la experiencia lo anula... Cuando yo era amiga de JRR, no tenía ni las agallas ni la capacidad de decirle cosas como las que escribo ahora, estaba frente al mito más que frente a la persona. Pero ahora me doy cuenta que solo los textos que quedan y que siguen existiendo a través de los libros, pueden justificar una presencia, o a veces, interpelarla...

2 commentaires:

Anonyme a dit…

Todavía no he podido leer "Surf", pero, ¿a qué cuentos exactamente te referís con esto? "Cuando yo era amiga de JRR, no tenía ni las agallas ni la capacidad de decirle cosas como las que escribo ahora, estaba frente al mito más que frente a la persona."

Porque para mí los cuentos tardíos ("Relatos santacrucinos") son entre los mejores que escribió Ribeyro. "Tía Clementina", por ejemplo, con todo su lenguaje funcional, me pone los pelos de punta cada vez que lo leo, y lo he leído y releído varias veces.

Es cierto que los dos o tres cuentos posteriores ("El libro en blanco", "Nuit caprense") son menos buenos; pero son buenos cuentos, simplemente no están del todo a la altura a la que solo Ribeyro ha podido llegar.

Patricia De Souza a dit…

Yo creo que siempre he dicho que prefería la obra autobiográfica de Ribeyro (Solo para fumadores, sus diarios), a los de ficción (salvo Silvio en el Rosedal), pero sí pienso que "Surf", texto que escribió en Lima, poco antes de su muerte (en la nueva edición de Seix Barral) me pareció complaciente. Las razones? Deben ser múltiples, y era una observación, aunque también un ejercicio de honestidad hacia mí y mis lectores. De ahí la frase reconociendo que nunca se lo dije en directo..