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mardi, juillet 31, 2007

La marca de otro idioma

Hace unos días, conversando con la escritora mexicana, Cristina Rivera Garza, surgió el tema del hecho de estar en contacto con otro idioma y terminar escribiendo y en ese nuevo registro.
Cómo es que un idioma extranjero se va apropiando de nuestra identidad, cómo se une al pasado y cómo se manifiesta en el presente? De golpe, convenimos escribir sobre este tema y aquí está el resultado de este diálogo. Como yo, Cristina vive entre dos países, Estados Unidos (donde enseña literatura) y México, donde según sé, reside. Una residencia no tan fija, pero inmediata. Este nomadismo de la época, nos hace pensar en cómo se escribe fuera del territorio y los efectos que produce en cada una. Pongo el texto de Cristina y, enseguida, el mío. Ambos textos están publicados en nuestros blogs. El de Cristina: http://www.cristinariveragarza.blogspot.com/


LA SEGUNDA LENGUA

[para Sara Poot-Herrera, en verano]

I: El número dos
Siempre me ha parecido mejor, por considerarlo más cómodo, el segundo lugar. También tiendo a creer que lo más importante, tanto en los libros como en la vida, suele ocurrir con pasmosa frecuencia en el penúltimo párrafo, capítulo, escena, piso. Entre el rimbombante inicio inaugural y la parca conclusión definitiva está, para el bien de todos, el número dos: la puerta de entrada para la postergación o el alargamiento o la interrupción o la duda. Acaso por eso, en lugar de la primera, prefiero hablar de la segunda lengua. Hay un cierto aire de libertad a su alrededor. El olor a cosa abierta. Lo que subyuga.

II: Después
En sentido estricto, por supuesto, toda lengua es una segunda lengua. En sentido estricto, quiero decir, la lengua que nos acoge y nos arropa desde el seno materno es ya, de por sí, una lengua madrastra. Aún sabiéndolo, sin embargo, me gusta llamarla así: La Segunda Lengua. Hay un cierto sentido de extrañeza y otro de consecutiva falta de importancia que me hacen sentir bien respecto a ella. No es mi casa, ciertamente, ni otra casa. Se trata, en todo caso, de la intemperie. No es la encargada de mantener las apariencias (de lo original o lo primigenio o lo natural), sino la otra, la que nada más por el hecho de existir logra ponerlo todo (a lo original y lo primigenio y lo natural) en duda. La de la pregunta difícil y el acento raro. La que no se acopla y, por lo tanto, no domina. La que llegó después y, por haberlo hecho, anuncia que puede haber todavía más. No es la casa, decía, sino el camino que me acerca o me aleja, según suba o baje la loma, como ya lo anotaba Juan Preciado en su camino a Comala, a esa casa.

II: Malentender
Hay un eco dentro de la cabeza. Un ligero zumbido. Un estertor. A todo eso le llamé por años La Segunda Lengua. Ruido sucio. Un leve mareo que asemejaba una vital levitación. El nombre que le puse al velo que no me permitía ver las cosas claramente o que, bien mirado, me invitaba a ver las cosas de otra manera. Una distorsión, en efecto. Una alterada alteración. La inminencia de un malentendido que es el otro nombre de la invención.

III: La otra manera
Suele pasar así: todo mundo habla una lengua alrededor de una mesa y, sin planearlo, sin pensarlo siquiera, aparece La Segunda. A veces es sólo el guiño diminuto de la palabra súbitamente intraducible y, en otras, el silencio en el que ocurre el puntual proceso de traducción. En algunas ocasiones es sólo un ligero tartamudeo y, todavía en más, el acento que sella lo que viene de lejos. Está ahí, me digo entonces, para recordarme que en toda circunstancia, aún en las felices, es importante hablar de otra manera. Está ahí para confirmarme que siempre soy, al menos, dos.

IV: Que no es lo mismo pero es igual
Alguna vez creí que sabía cuál era cuál. Viví por muchos años en el país de la Segunda Lengua y allá, cual debe, rodeada de nostalgia y alcanfor y una sesuda necesidad por La Gran Narrativa, surgió el mito de La Primera. Allá (que en este momento es aquí, por cierto) llevaba mis asuntos terrestres en la Segunda y los divinos, que son los más íntimos, en la Primera. Cosa de simetría. Asunto de claridad. Y todo habría estado bien si no hubiera ocurrido la proverbial noche del proverbial día en que tuve el proverbial sueño en la Segunda Lengua. No recuerdo la anécdota onírica (aunque estoy casi segura de que había un tren en todo aquello) pero recuerdo, casi a la perfección, el súbito despertar. Entonces, me pregunté ¿La Segunda ya es La Primera? Hacía un sol terrible allá afuera. Y todo habría estado bien una vez más si no me hubiera mudado al país de la Primera donde la Segunda volvió, no sin reticencia, no sin ese relinchar que suele despertarme en las noches sin sueños, a su propio lugar. Excepto que, de acuerdo a las simetrías que tienen la desgracia o la virtud, según se les vea, de ser estructurales, empecé a llevar mis asuntos terrestres en la Primera, dejando, luego entonces, todo lo privado, que es, como ya lo dije, lo más cercano a un cierto concepto de lo sagrado, en manos de la Segunda. Cosa de divinidad. Desde entonces sólo hablo de amor en una lengua con la que no nací.

V: La Libertad de la Segunda Lengua
Con ella puedo maldecir a mis anchas, cortar oraciones donde se me da la gana, hacer declaraciones escandalosas, cambiar los puntos de lugar, prevaricar que es casi lo mismo que mentir, equivocarme con lujo de detalles, bajar la voz hasta llegar al grado cero de sí misma, decirme y desdecirme con la misma solitaria convicción, dar un pésame, prometer lo imposible que acaso sólo sea otra forma de besar. Como si a mí y a La Primera nos atacara un súbito pudor cuando estamos cerca, hay cosas que no puedo ni siquiera concebir en su presencia. Como si hubiéramos vivido demasiado cosas juntas. Como si todo nos doliera.

VI: Manifiesto popular
Independientemente del idioma en que aparezca, la escritura siempre se hace en La Segunda Lengua.

c.r.g


ESCRIBIR PARA SOBREVIVIR

Para hablar de mi relación con el idioma francés tengo que ir hacia atrás. Atrás. Primero es la llegada a la Gare de Austerlitz, la ausencia de signos reconocibles. El invierno, no comprender nada, no comunicar, estar silenciada durante meses, en medio de la confusión. Poco a poco empiezo a descifrar, como cuando era pequeña y una palabra se quedaba resonando hasta obtener un significado. Se trataba entonces de Significar, pero yo no sentía que significaba más que mi condición extranjera en París, a veces, hasta el punto de no reconocerme. Yo sé que deseo ser mirada, aceptada como parte de ese grupo humano. Poseer las palabras es la única forma en que puedo existir. Lo intuyo cuando voy de compras y pago la suma exacta para evitar preguntas. Es siempre invierno, es el Boulevard Saint Germain, llevo un abrigo rojo y un cinturón a la cadera, sobre una falda negra. Voy así cuando entro a una tienda y extiendo los billetes y me pierdo en el intercambio de palabras, todavía no sé descifrar... Poco a poco ese silencio se va llenando de experiencias, aunque siento que pedaleo en la oscuridad. Las experiencias afectivas, la huella que termina produciendo una frase, una sintaxis, un contenido y acomoda el exterior con el interior. La escritura como la huella sensible de la experiencia en el lenguaje escrito. Tenía que aprender a hablar y escribir así como aprender a estar en otro país. Era otro nacimiento, otro alumbramiento que pondría a prueba mi capacidad de comunicar. Si en mi idioma había cosas que no me sentía en condiciones de decir (o confesar), en el francés empezaban a cobrar otro sentido, hablaban. Y sin embargo, mi relación con el idioma nunca ha sido fácil, ha sido más bien violenta, como lo es la experiencia del desarraigo. Posee todas las dificultades y conflictos que tuve que afrontar para entrar en posesión de mí misma: gritos, explosiones, injurias, transpiraciones, padecimientos, y, finalmente, goces... El idioma francés ha sido una lucha por poseerme, como aprender a caminar de nuevo y sin la ayuda de nadie. Plantar un árbol sólido, verlo crecer. Una noche de luna, yo empecé a entender lo que oía, sentir su música, su libertad, y adivinar otra vida. De ser una analfabeta pasaba a comprender que esa escritura emergía a la superficie. Y podía tocar sus contornos, moverme dentro de ella con facilidad. Era aprender a respirar con un pulmón artificial que se iría integrando a mi cuerpo. Porque aprender otro idioma no se trata solamente de comprender una realidad, sino de hacerla significante. Un idioma de la adultez, de la autonomía: aprender a pedalear sola en la oscuridad. Así como el castellano era el idioma de la niñez, también lo era del abandono, del desarraigo. El idioma de la otra orilla, en la que con un dedo, yo quería escribir sobre la arena una frase que me hiciera evocar el sueño de un idioma adámico, aquel que pudiera expresa la totalidad de la experiencia. Sí, yo me veo sentada en una terraza tratando de encontrar el lenguaje con el cual voy a intentar inscribir lo que me está pasando, cómo voy a tratar esa realidad imcompleta y transformarla en signos. Para sobrevivir. Hasta que se aprende a aceptar que el idioma no lo puede todo, a lo sumo, dar movimiento, poner la máquina de ficción andar, entrar en contacto con Eros. Comprendí que un idioma puede tener nuevos sentidos si se le deja respirar su experiencia, si se le deja estar vivo a través de la presencia de los demás. Por eso, también creo que aprendí a mantener un poco (solo un poco, porque siempre se trata de ejercer una cierta violencia sobre el idioma para arrancarle algún secreto) de silencio en el francés, aprender a dejar espacios en blanco. Lo indecible. No me olvido de que es un idioma que ha vivido los traumas de la guerra y que ha pasado por silencios terapéuticos (la crisis de géneros, en especial, la novela y el Nouveau roman). Sí, tal vez la inocencia con el idioma la perdí un poco con el francés, pero no fue para abandonar mi propio idioma como un fósil, sino para sacudir mi castellano de la retórica dominante. Una declaración de guerra. De ahí la escritura fragmentada, la escritura que se resiste al molde clásico, masculino, en el que yo había aprendido a escribir. Un día conversaba con Alain-Robbe Grillet sobre Marguerite Duras y me dijo algo que me gustó: si algo que tenemos que reconocerle a Duras, es el silencio de sus textos. Cerré los ojos. Yo quería hacer otra cosa con el idioma, ¿pero, qué? Creo que resistir a borrarme dentro de él, a que me pusieran una máscara y no un rostro. Yo necesitaba existir a través de mis textos como un verdadero trabajo de escritura, necesitaba hacer que el texto transpire su pathos, sus huellas. Sé que no he elegido el francés como segundo idioma, ha sido lo que se dice mi fatum, he aprendido a vivir con él y a recorrer-me en sus códigos, salir al mundo, estar en él. Es esa simetría entre la experiencia y el lenguaje, entre la sensación, nueva, sidérant (asombrosa), de llegar a París en invierno con 18 años y sentir el frío mordiéndome los riñones, es esa sensación de analfabeta, de no poder comunicar esa vulnerabilidad, la que puede haberme empujado a escribir en francés. Por eso un nuevo texto en este idioma se titula La disparition (La desaparición).
No sé si alguna vez tenga que elegir en qué idioma escribiré. Eso simplemente sucederá, como cuando vemos un rostro, un gesto, y nos conmovemos, o decimos: ¡qué acontecimiento, me gustas!Ambos registros me transmiten una humanidad. Un mundo. Y si pedaleo en la oscuridad, a ne plus en finir!, ya no me asusta, me atrae, me fascina.

vendredi, juillet 27, 2007

carta

He traducido esta carta que envía Anais Nin a un poeta que se encuentra en prisión y que va a salir en libertad. Me parece muy hermosa y lúcida. Son apuestas, no ciegas, conscientes... Siempre es una cuestión de elección, en eso consiste el libre albedrío, la autodetrminación y la resistencia a la alienación para no terminar anestesiados, dormidos de pie, ausentes, fantasmas...
Hoy hace sol en el D.F, por fin! Me entero de que hace 20 grados bajo cero en Puno, qué terrible padecer frío, yo no sé hasta qué punto la población está preparada, pero sé que hay una movilización internacional...


Carta a un poeta en prisión:

... Mi única inquietud es tu furor que nunca ha cicatrizado, y tu pesimismo, lo que yo llamo, cuando me siento culpable, la hemofilia del alma, heridas que no se cierran, originadas por la crueldad de los otros. Pero esas penas hacen parte de la vida, y tu capacidad de escribir y crear, deben opononerse (como es el caso para muchos entre nosotros) a la autodestrucción. Eres demasiado inteligente como para no comprender que la destrucción es la autodestrucción.
Varda vino ayer. Tendría razones de más para estar amargado. Sus collages, tan bellos, tan jocosos, no se exponen nunca en San Francisco, lugar donde vive, ningún museo posee uno de ellos. Pero dijo ayer que a partir del instante en que un artista se vuelve un amargado, deja de poseer su propio universo y pasa al campo del enemigo, a los enemigos de su obra que tuvieron la intención de amargarlo, sabiendo que eso mata la creación. ¿Cuándo descubriste la crueldad del mundo por qué no te has puesto del lado de aquellos de los que se esfuerzan en alcanzar la belleza y la humanidad? Desde mi juventud me dediqué a neutralizar la fealdad. Porque existe otro aspecto del hombre que no es destructor. La destrucción se produce alrededor de nosotros pero también la creación. Podemos elegir de qué lado estaremos. Cuano estés libre, no regreses a la corriente del mundo como lo dijiste sino a tu teatro, a tu creación.
Esta carta es un último esfuerzo por apartar en ti el deseo de venganza a raíz de las heridas que tienes. No siento que hayan cicatrizado. Todos hemos sido humillados un momento u otro, traicionados, pero nuestra verdadera vida depende de la manera cómo reaccionemos a esas situaciones. La ola de violencia es muy fuerte. Yo la combato individualmente mientras pueda.

jeudi, juillet 26, 2007

Cumbres borrascosas

Paseando por la calle Obregón, encontré otra librería de libros viejos. No recuerdo el nombre. Lo que importa es que allí conseguí una edición mexicana de Cumbres borrascosas, de Emily Bronte, con un prólogo de Sergio Pitol. Creo que no está mal cuando imagina la pieza de Chejov, Las tres hermnas, inspirada en la vida de las tres hermanas, Bronte, de las cuales, dos, Emily y Charlotte fueron las más conocidas. La primera por esa novela alucinante que es Cumbres Borrascosas, y la segunda por Jane Eyre. Otra cosa que hace Pitol es reconocer el lado revolucionario de la novela de Emily. En plena época Victoriana, personajes como Catherine Earshaw, o Heattclif, son verdaderamente subversivos. Inlcuso Linton, desde su aparente lado burgués. No resumiré la novela que es arciconocida, sino que citaré a Pitol cuando habla de la relación entre Cathy y Heattclif: "Ambos más que personajes, son concentraciones de energía, son una encarnación de esa parte inaprensible de la conciencia en que lo demoníaco, el elemento creador, la parte instintiva del alma, se conjugan en una fuerza terriblemente destructiva contra todo lo institucionalizado..."
Yo diría que más que demoníaca (porque no es sobrenatural sino humana) es una fuerza creativa, sin límites la que hace que ambos se encuentren como en un callejón sin salida. Porque la sociedad impone sus reglas de juego y de intercambio y para que los dos hubiesen podido sobrevivir, hubiesen tenido que permanecer en estado salvaje, aislados. Esa es la utopía amorosa, que siempre se ve obligada a ser admitida en la tribu... Y ser vista y evaluada por los ojos de los demás, que son también los nuestros. A no ser, que se viva ignorando el exterior, pero ?quién tiene esa valentía y esa personalidad? No lo sé, pero recuerdo bien una frase de Ctaherine Mansfield, que decía que en la vida todo es cuestión de personalidad. Presencia, en otras palabras y nada de cinismo.

mardi, juillet 24, 2007

Instantes


Todo es tan efímero en nuestras vidas, tan veloz, que, constantemente buscamos una sensación de unidad y de continuidad. A veces la encontramos en la mirada de algunas personas, aquellas que tienen la capacidad de estar presentes ante lo que viven, sin eso, vivimos und esgaste constante. Sucede que a vecs ignoramos esas miradas, las maltratamos o las ignoramos, por torpeza, o por miedo. Siempre tememos a la proximidad. Y es curioso, porque deberíamos buscarla.

Ganas de esa sensación de armonía que a veces logro a fuerza de coherencia (no engañarme con fuegos fatuos, al final todos sabemos qué necesitamos), que es como mirar un paisaje y que su belleza nos toque. Me gusta imaginarme parada en un lugar muy alto en el Perú (Cora-cora?), un cielo alto y limpio, la mirada lavada por ese cielo, y la sensación de paz, de austeridad, de no necesitar más que estar allí. Creo que parte de mi imaginación se la debo a ese silencio, porque acabo de hablar de ese tema reflexionando sobre lo que significa escribir, y, sin querer, he sido torpe con mi amiga Elba, al no querer aceptar sus observaciones... Y ese tema, me ha llevado a este, a querer, desear un poco de esa sensación de estar en simetría con el mundo, mi pequeño mundo uniéndose al exterior, y seguir pensando que no en vano hemos alimentado una amistad, un afecto; que podemos trascender nuestros límites al hablar, que podemos al final, borrar, olvidar, esos desfases y recuperar lo mejor.

samedi, juillet 21, 2007

Ruido

Leyendo a Karen Blixen, autora de La granja africana, me doy cuenta que solo en ciertas circunstancias, soledad, concentración, austeridad, logramos estar presentes ante nosotroas mismoas, porque el ruido que nos acompaña es enorme. Pocas veces logramos conectar con lo que realmene sentimos porque es un ejercicio que exige cierto rigor y rapidez. Tengo la impresion de estar constantemente puertas para que alguien abra y diga: !estoy aquí! Eso sucede pocas veces, y cuando es así, todo tiene un sentido y una justificación. Escucho música africana leyendo a Karen Blixen. He descubierto un canal de cable, world beat, que pasa esta música y es realmente un placer. Ayer vimos "Paris je t'aime", ganas de volvera París y disfrutar de esa serenidad que solo esta ciudad ofrece. Me gustó el corto de Isabel Coixet y otro muy poético sobre una mujer que ahorra casi toda su vida para ir a pasar seis días a París. En un momento se da cuenta de que está sola, comiendo sobre una banca su sánguche, pero, cuando observa a los demás, y empieza a detenerse en esto, sucede lo que se llama alteriad, empatía, siente la vida de los demás en ella, y viceversa. Está viva. Por eso nunca estamos soloas mientras estamos presentes ante nuestra propia persona, si amamos, si deseamos, si soñamos.

Por la noche, visita a la Bodeguita del medio, en la calle Cozumel. El lugar muy lindo, aunque me pareció frío y un poco impersonal. Esta mañana salí a caminar por las calles, temprano, las casas estaban abiertas, expuestas, y era como robarles un poco de intimidad a los habitantes del D.F.... Ahora, almuerzo en casa de unos amigos en Las lomas, que es un lugar lleno de parques y de casas con jardín. Muero de sueño, no sé si es por la altura, pero aquí, me despierto siempre temprano. Ayer pensaba en mis mañanas saorgianas, por decirlo de alguna manera, la luz en la montaña del valle de la Roya, recoger uvas frescas del jardín, caminar por el vivero, mirar la montaña, ir al pueblo de compras, pensaba en ese bienestar an diferente y que me ayuda revalorizar lo que vivo. Lo repito: constanemente hay que hacer esfuerzos para estar en nuesro presente. Ecce fémina!!!

vendredi, juillet 20, 2007

Héroes


Buscar un personaje es también buscar una compañía, una mirada que nos ilumine. Durante mucho tiempo, buscamos esa luz. La luz de una frase cualquiera y a la cual nos aferramos. Sobre todo, yo he buscado los anti-héroes, lo más alejados del modelo clásico, aquellos que saben perder, que se dejan atraer por el vacío, o que se enfrentan a situaciones de riesgo. Por supuesto Prometeo era un referente, nunca le ha tenido miedo al fuego, pero también Atena, la diosa, o Antígona, mis heroínas favoritas. Y por qué ese tipo de personajes? No lo sé muy bien, creo que porque nunca creí en los valores dominantes: éxito, notoriedad, dinero. Porque un héroe o una heroína son simplemente aquellos y, ella, sobre todo, que sabe trasnformar la adversidad en produccción, la carencia en deseo. Cuando el gran Gatsby se ama a través los ojos de Daisy, o Heathcliff a través la pasión de Catalina, lo que los condena es su aspiración a una aceptación social de ese amor que, esencialmente es antisocial , puesto que eso los separa del mundo y es casi una forma de autarquía. Toda experiencia amorosa es tambén metafísica. Solo que hay que traspasar las apariencias. Entonces, la figura del héroe clásico como un fuerte, siempre me ha parecido manida, porque el héroe para mí solo puede ser fiel a sí mismo, corriendo el riesgo de qudarse fuera de la sociedad, en ese juego de tauromaquia que puede llegar a ser su vida, y que no desea ganar nada, simplemente está. Es su dasein, su estar ahí respirando, con todo su drama y su pathos: por qué tendría que ser malo?

Ah, las categorías, !no podemos vivir sin ellas!

Descubro que los mayas tenían un juego de pelota que se jugaba en una gran terreno con un muro en que había enquistado un gran aro. Los jugadores teían que lograr hacer pasar la pelota a través de él. Y el ganador recibía como premio la muerte. Interesante manera de premiar al ganador!

Ni ganadores, ni perdedores, personas vivas, ni héroes ni villanos, simplemente cuerpos en movimiento.

jeudi, juillet 19, 2007

Intensidad

No es muy común que me encuentre con un texto y que no lo abandone hasta terminarlo. Pero me ha sucedido esta tarde: andar buscando espacios donde terminar una novela de Cristina Rivera Garza, La cresta de Ilión, Tusquets. El texto es tenso, plástico, ditirámbico, excelente. No resumo el contenido, porque hay que leerlo, hay que estar con él y entrar en ese mundo personal de la autora que maneja su aparato de ficción con pericia de relojera. Estaba en un café y un hombre se puso a tocar una trompeta, una canción triste, que se absorbió en las calles concurridas de la ciudad de México. De pronto, todo me pareció cargado de significado, creo que solo en este lugar se puede escribir así, con esa simetría entre el lenguaje y los sentidos, como si esto alterase nuestra percepción y la hiciera más intensa, más verdadera. Le agradezco a Cristina haberme recomendado esta novela suya porque la he disfrutado muchísimo y ahor aveo México con otra mirada. Pienso seguir leyendo otras más. De regreso, descubrimiento de un restaurante catalán, sentidos agudizados por la lectura, presencia, ganas de eros y la memoria activa, como una perfecta máquina de ficción. Obligatoriamente iré a este lugar a pedir una "fideuá"...

mercredi, juillet 18, 2007

verano

Es verano en el D.F, pero como es sierra, llueve. Ahora mismo me ha despertado un relámpago impresionante. Es un día extraño, muy gris. Estuve en el museo de arte contemporáneo Rufino Tamayo, y me gustó mucho la arquitectura, además de algunos cuadros del propio Tamayo (atmbién vi algunos Tapies y Chillidas y pensé en Barcelona, casi la extrañé!). Pensé que vería algo de José Tola porque había oído algo sobre eso, pero no, no había nada. Luego regresé a casa y la lluvia se desató. La persona que trabaja limpiando, me contó un drama familiar bastante duro y no supe cómo reaccionar. Creo que no me comprometí y me mantuve distante con una sensación de pesar. Esa sensación de soledad que se tiene a veces, esa incapacidad de alteridad, creo que tiene que ver con el hecho de no abrirnos a los demás, con nuestros límites para sentir lo que no nos sucede. Y constantemente hay que hacer el esfuerzo para reducir esa distancia. Porque sentirse encerrada, egoísta, es insoportable. Lo peor, es verse en ese estado, es como si nos pusieran frente a nuestro autoretrato y nos pareciera feo. Vanitas vanitatis... ad infinitum....
Pienso en Noemí, esta señora, luchadora, fuerte, que ha criado a sus hijos sola, caminando bajo la lluvia, y me da mucha tristeza no haber estado a la altura, no haberle dado un abrazo... un poco de sosiego...

lundi, juillet 16, 2007

Marx

Esaba leyendo la vida de Karl Marx; sobre sus múltiples exilios, cómo empieza a escribir El capital (muy tarde), su matrimonio con Jenny von Wetsphalen, que me hizo pensar en Emilio Wesphalen, uno de mis poeta peruanos preferidos. Y porque además de sentir ganas de leer E capital (en un grupo de gente, sería interesante), recordé las visitas que hacía con mi amiga Tatiana a la clínica Maison de Santé a E. Westphalen, la sensación de bienestar en su presencia, la curiosidad por sus palabras y sus gestos... Toda una una vida no es sino en parte la búsqueda de esas personas que nos ayudan a comprender y aceptar ciertas cosas, las personas cuya relación es siempre un desafío, ganas de saber, de moverse, de vivir. Pocas veces conocemos a personas que nos van a orientar en esa dirección. También recuerdo que una vez Ribeyro me dijo: Si una persona encuentra a la persona adecuada, en el instante adecuado, todo es posible... queriendo decir que hay azares felices. Yo creo algo más: tiene que haber ganas de provocar esos encuentros, en las amistades, en toda relación afectiva. Escribo esto porque con el tiempo somos más exigentes en nuestras relaciones y la necesidad de otro tipo de alimentos diferentes de la diversión y la evasión. Buscamos contenidos, calidad en el diálogo, pero esto... es cada vez más difícil... quien diga que no, que tire la primera piedra. Si son hombres, tengo la impresión que por razones históricas y sociológicas, hay una fenómeno cada vez más visible: el de Peter Pan, los hombres grandes, que pasan la treintena la cuarentena, son como unos adolescentes incapaces de aceptar su edad, sus responsabilidades frente al mundo y frente a los demás . Son padres e hijos, son amantes y son, también hijos engreídos, qué sucede? Creo que la época nos obliga a tener una responsabilidad y una injerencia sobre los otros y el mundo exterior mucho más importante que antes, y que, no es que las mujeres posean un ship que les permita adaptarse mejor, es que como están predispuestas a ser madres, adoptan siempre una actitud conciliadora, tienden a ser más maduras. Porque, creo que puede ser un síntoma de sociedades más jòvenes, ellas afrontan el lado más pesado de este cambio del mundo en que vivimos. No se pueden permitir ser hijas, son siempre madres. La falta de interlocutores que encontramos ahora, la ausencia de diálogo sino forzamos, sino estamos reclamando, tiene que ver con una pobreza en los contenidos, con falta de ganas en querer saber un poco más sobre nuestra condición en el mundo, con una actitud avestruz... Entonces, peter panes y evas desorientadas, soledad y aislamiento.

samedi, juillet 14, 2007

Astrid Hadad


Ayer por la noche he visto un esptáculo fuera de lo común, más que interesante, casi de ficción (quiero decir que desde el instante que estamos allí tenemos la impresión de asistir a la proyección de una película). Una artista realmente original, llena de vitalidad, con un humor fuera de lo común y un discurso, político, crítico, verdaderamete singular. Primero es un escenario en el barrio de la Condesa, en el Bataclán. Luego es una sala estilo italiano y, de pronto, en medio de vasos de tequila, esta cantautora que se presenta con un vestuario relampaguenate, barroco, irónico, y como en un sueño infantil: Astrid Hadad (elemetos de la estética popular recuperados en su valor simbólico y emocional). Recordaba que una amiga me había hablado de ella, pero no me esperaba esa sorpresa. Se trataba de un auto-homenaje que más que una verdadera celebración de su propia historia es una revisión crítica de lo que ha sido la historia de México, empezando por la llegada de Cortés, hasta la historia individual de la cantante que es una práctica insobornable del auto-análisis. Ha sido realmente un hallazgo oír a una artista que es capaz de arrojar una mirada tan lúcida sobre su propio país y sobre su condición de mujer. Si tengo estos zapatos (20 cm de plataforma) es porque están a la altura de mis complejos personales, dice Astris antes de empezar a cantar envuelta en un traje dorado, tocado de media luna... Síntesis de Ima Súmac, Olga Guillot y parodia de Isabel Pantoja y Nina Hagen reunidas. Realmente un espectáculo.

jeudi, juillet 12, 2007

Huir


Por instantes pienso que muchas veces es necesario huir. Irse, no demisionar, mantener silencio, huir del mundanal ruido. Cuando el diálogo se hace imposible, cuando, en posición crítica, nos convertimos en inquisidoras. Porque no soy animal doméstico, no. Lo siento. Cada vez entiendo más la actitud de un Blanchot o de un Claude Simon (desconocido para mucha gente aunque nóbel, supongo que eso le importaba poco). Recuerdo muy bien una entrevista con una periodista que trataba de ser simpática y que pasaba por aduladora para Simon. Ella le preguntaba cómo podía resumir su extraordinaria novela (sic), lo que todo el mundo pregunta: y de qué escribes, qué tipo de novela, y qué historia -inútil tratar de explicarse otros códigos- Simon contestó exasperado: Si pudiese rsumirla en dos frases no hubiese escrito 200 páginas! La periodista dio un salto y luego no supo qué decir. No era cruel su respuesta, era solitaria, indignada por esa falta de atención hacia lo que es el otro y a la incapacidad que todos tenemos de incluir, en nuestro lenguaje, en su gramática, al otro, como OTRO.


Por eso, a veces la actitud ermitaña tiene sentido. Para qué gastar tanta energía si es un diálogo de sordos? En esta época en que muy pocos nos interrogamos por los contenidos de lo que decimos, por la alienación de nuestros discursos y gestos, en esta época de afirmación del sujeto, pero como sujeto que duda (diablos!), para evitar la esquizofrenia y la despersonalización, aislamiento, austeridad, pueden ser una opción vital sana. Sino queremos entrar al circo, sino queremos ser una caricatura, pues, por qué no, huir? El y la que escribe, escribe, escribe, si es un acto de supervivencia, siempre será la única epifanía y la única forma de comunicar con los demás, los lectores, desde el silencio de un texto, una imagen.


Hay un texto de Jean Philippe Toussaint que se titula Fuir, huir, un texto intenso, sensible, vivo. Pienso en este texto en el instante de escribir esto...
Foto: una de las pocas imágenes de Murice Blanchot que siempre huyó del mundo exterior, refugiado en su casa de la banlieu parisina. Escribía mirando a un muro, con poquísimos objetos. Lo sé por Millet que visitó su casa y ha publicado un libro sobre él en Gallimard: Blanchot.

mercredi, juillet 11, 2007

El estoicismo

Tal vez siempre hemos interpretado el estoicismo como una vocación por el sufrimiento, casi como una volutad masoquista, pero me digo, no será que simplemente es una vocación por la vida y una interpretación en la que la vida se afirma incluso desde el el sufrimiento? Nadie está más vivo que aquel que sufre porque permite ver ciertas cosas que no vemos dentro de la estabilidad y la bienaventura. No es justificar el sufrimiento, hay algunos innobles y que no deberían existir, sobre todo cuando son impuestos por otra persona. Me refiero a las guerras, el hambre, todos los males que hemos creado, nosotroas, las personas. Pero también a los síntomas de nuestra época, a la sledad y la vulnerabilidad, al no saber compartir y saber dar una caricia, una frase de afecto, sin más...
Hay un fragmento del texto de San Mateo en el Nuevo testamento, muy bonito, que viene bien citar: Y lo digo de verdad, si tienes fe (yo traduzco como confianza), gruesa, como un grano de mostaza, le dirás a esa montaña: muévete de aquí a allí, y se moverá, y nada será imposible. Mateo, XII, 17.

Siempre he tenido como divisa esta frase del diario de André Gide: Existe la obligación de ser felices con la humildad de un San Francisco de Asís o la rebelión de un Nietszche...
Porque la vida es también cosntrucción, construcción incluso en el duelo (que implica esa humildad hacia lo que no hemos podido evitar), es ese obrar con la palabra, con la escritura y el gesto. Hay cosas que nos afligen, la desaparición de un ser querido, la pérdida, pero podemos hacer que eso no sea un hecho dramático, aunque lo sea. Podemos llegar a comprender ciertas cosas, a sentirnos en recogimiento y vivir nuestro duelo. Anoche soñé que mordía vidrios y fue una sensación muy desagradable, pero no me atemorizaba sino que, en el sueño, pensaba que debía ser así. Hoy me entero de una noticia triste, que concierne a una amiga muy querida y entendí que ese hecho, hay que digerirlo y hay que ayudar a digerirlo, poco a poco, y aunque duela.

lundi, juillet 09, 2007

Khalo, centenario


Todos y todas conocemos algo sobre Frida Khalo. Y hemos visto su rostro en algún lugar...

México celebra ahora, con muchas ganas, el centenario de su nacimiento. Frida Khalo y Diego Rivera resolvieron ese conflicto pasado-presente, identitario, dándole un contenido, una presencia estética, política, concreta. Tal vez ahora se hubieran encontrado con otros problemas (un pueblo que ha sufrido, como Perú, pero con otro historial, el maltrato de la historia y ha luchado por su dignidad), porque Frida Khalo era una mujer que sabía lo que hacía, que supo, creo que desde muy joven (cuando posa para el lente de la cámara de su padre) lo que quería: ser un icono popular, orgullosa de sus raíces, de su población y sus costumbres... Esas personalidades que se sienten identificadas inmediatamente con lo que viven, y que lo defienden y de las cuales yo no creo formar parte, porque siempre me sitúo en ese espacio de vacío, como si siempre hubiese que empezar todo de nuevo, desmontar todo, quedarse sin nada, y desde allí, construir. Pero reconozco que hizo un trabajo fenomenal, incluso con la idea clásica de la mujer, jugando con la hibridación del género, como un hombre, pero también como una mujer, sin simplificar su identidad. J.M.Le Clezio, ha escrito algunas cosas muy lúcidas: Diego y Frida dedicaron su vida a un ideal del mundo indígena en América, mundo en el que fundan su fe revolucionaria y que hace brillar, en medio de un país destrozado por la guerra civil, el brillo único del pasado, como una luz que atrae las miradas de toda América y simboliza la promesa de un nuevo esplendor.
Me gustaron sus cartas a su doctor (ne mdi d euna gran exposición en el Palacio de Bellas artes), donde se muestra con una fuerte personalidad, alguien que dice lo que piensa sin miramientos ni concesiones: (...)" y me late que lo más importante para todo el mundo en Gringolandia es tener "ambición", llegar a ser sobre todo "somebody", y yo no tengo ni la más mínima ambición de ser nadie, me vienen guango los "humos" y no me interesa en ningún sentido ser la "gran caca".
Coyoacán 15 de abril de 1941.


No está nada mal, no?


Breton decía de ella que era como una "cinta de terciopelo atada alrededor de una bomba", ese Breton que vio el rostro de varias mujeres de carácter, entre ellas Flora Tristán...


Hay una cosa que me hace mucha gracia en México, poder comprar cigarrillos en las farmacias...


Ayer fue la incursión en el barrio de Santa Fé, uno de los lugares más caros del D.F. Aglomeración de edificios altísimos en una especie de zanja, alrededor de shopings centenrs como todos los de América, ambiente aseptisado, dimensiones que no tienen nada que ver con la escala humana, una frialdad aplastante, casi diría, morosa. En medio de ese lugar, el restaurante (peruano) de moda: La mar. Una especie de lunar raro en ese lugar tan frío. Comparado con la belleza de Las lomas, o las colonias La condesa y Roma, ese lugar es simplemente siniestro... No entiendo cómo los mexicanos pueden irse a vivir allí pensando que lo moderno debe ser siempre, a priori, bonito.

Y antes, una cosa alucinante: ver bailar a parejas de todo tipo, sobre todo mayores, el danzón. Esto sucede en La citadella, en las plazas que revientan de orquestas y de gente. Las escenas son casi surrealistas porque las personas están vestidas muy elegantes y bailan muy bien (también se dan cursos). México, puede tener, en la calle, escenas de película, exuberantes, exageradas, de qué sacar material para el cine... Pienso en Buñuel. Son imágenes duras, no son difíciles de digerir porque hay algo de dramático, de desesperante en ellas... si lo racionalizo tendría que decir que hay algo que rechaza el mundo de ahora y sus reglas, que le da la espalda, y se refugia en sí mismo, pero, eso puede durar mucho?, no lo sé. Esa sensación de pétreo, de congelado la he sentido de nuevo, esta mañana, en un café. Se toma desayuno de 9am hasta las pasado el mediodía y se cena de 3pm hasta las 7pm, en horario continuo, lo que da la sensación de que se vive comiendo... Y ese hedonismo del paladar tiene que ver con algo muy básico en cada persona, con una relación con la tierra, con la familia, con los olores, los sabores... Que no se roto ni quebrado.

dicho sea de paso, me da ganas de comer una tortilla y no he almorzado!

vendredi, juillet 06, 2007

producir conocimiento

Gracias por ese poema tan bonito. Qué increíble que siempre busquemos significar, que alguien nos entienda, nos acoja, más allá de sus límites y sus necesidades. En eso consiste el lenguaje en significar algo para los demás, más allá de las formalidades y de toda ortodoxia. Pensaba también en cómo todos nos guiamos por ideas pre-concebidas del saber y el conocer, en realidad, en deuda con las influencias clásicas. Y lo poco críticoas que somos con ellas....
Yo siempre pienso, confío, que se produce saber y conocer en todos los niveles. Que, cualquier persona, sin educación, simplemente por intuición, por influencias externas, logra componer en su cabeza complejísmas interpretaciones. La educación es importante, de hecho, proque brinda la oportunidad a todos a acceder al saber, pero la parte personal, autodidacta, aquella que decide "ser esto y no otro", es la más interesante, la más humana, la más cerca de lo que a mí me gusta, más allá de todos los libros que haya leído, más llá de todos los estudios. Porque la cultura es integrar lo que vivimos de forma sabia y no es una erudicción o un conocimiento en frío, es, en resumen, sabiduría. Por eso, yo nunca desconfío de la palabra de nadie, siempre pienso que puede haber una sorpresa, y, felizmente, siempre las ha habido. Por supuesto, hay un radar, para la tonterá que siempre está encendido. Lo que quiero decir es que se produce conocimiento (ver Jacques Ranciere, que piensa como yo), saber, en todas las esferas, porque hay, existe una voluntad de supervivencia. No todo el mundo sobrevive, muchos, simplemente, viven. He ahí la diferencia.

mercredi, juillet 04, 2007

Escribir, dice ella

Vuelvo al tema de que siempre me sorprendo cuando alguien se refiere a escribir como una profesión o un oficio. Y sobre todo, cuando se habla de dinero. Es posible que eso se deba a que para mí escribir ha sido siempre una salvación, una forma de no desesperar del todo. Y no puedo calcular ni medir nada. Si he escrito, he escrito para arrojarme a los cuernos del toro, y me ha dolido, pero no tenía escapatoria. Por eso, no entiendo la plusvalía, los cálculos con los libros, en general, no entiendo nada que no sea afectivo, que no sea encontrar a alguien que escuche y que se entregue o que sienta un mínimo lo que le estoy diciendo. Si escribir es un riesgo, una cura, un trabajo espiritual, no puede haber forma que lo contenga ni que lo abarque, y esa es la razón por la cual no m siento concernida por el debate sobre los géneros (siemplemente no creo en ellos). Si la escritura emerge como una cicatriz, como una huella (palimpsesto), ella muestra el camino, la forma se va dando en la elaboración. Siempre hablo de textos. Hablar de la novela en canónicas es una manera de tratar de sistematizar lo que es siempre un trabajo de búsqueda, de recontrucción del Yo en la que no hay receta ni fórmula que funcione (el otro día vi aquí un anuncio que me sorpendió: curso de narrativa, área: novela) SIC. Se puede enseñar escribir, se puede enseñar a construir un mundo espiritual... se puede enseñar la sensibilidad? No sé, me sorprende la sed de sistematizar un trabajo con el lenguaje que es un terreno de afectos y de pasiones. Ego affectus est... ahí donde entra el ego, está el afecto. Imposible, para mí, utililizar o recomendar fórmulas. La escritura es como trazar una línea que una mi experiencia individual a aquella el mundo, es un trabajo que nunca termina y que siempre me deja insatisfecha. Pero a veces, siento que hablo sola, que pocas personas entienden que cuando digo, No a la narración, digo no a toda idea pre-concebida de construcción de un texto, a toda linearidad en el texto que no esté en armonía con le ritmo de lo que siento, de mi cuerpo y de mi mente. Es tan complicado entenderlo? Entonces es como si el mundo se dividiese en dos: aquellos que silban en la oscuridad y avanzan con o sin miedo, y aquellos que encienden la luz y, seguros de no caerám, construyen sus ficciones. O algo así.
Y como me atrae la noche, la luna, a veces, aparece.

Media luna las armas de su frente
y el sol todos los rayos de su pelo...

(Góngora)

lundi, juillet 02, 2007

El mar

Lo que más extraño de Lima, en cada ciudad a donde voy, es el mar... Ese espacio vasto por donde siempre soñaba escaparme a algún lugar (al frente está el Jaón)... Hace un momento fui a caminar por la avenida Obreggón, que es larga y llena de árboles y piletas con esculturas de la escuela mexicana del siglo XIX... Venus y el amor, Paolo y Francesca... Hay una plaza Cibeles, a unos 100 metros de la avenida Asnstrdan, que tiene la misma escultura de la de Madrid, tal vez ha sido una donación. Mientras caminaba por Obregón (y después de visitar la casa de Wilfredo Lam, de quien Michel Leiris ha escrito un ensayo), que tiene muchas construcciones "a la francesa", de la época de Porfirio Díaz, buscaba por donde fugar la mirada. Y pensaba en el mar... Encontré una libería muy buena, "El ático", llena de libros antiguos y compré "Itinerario", de Paz, para refrescar las ideas de lo que dijo sobre el México que descubro de nuevo. La primera parte, me gusta. Su mirada de desarraigo, la siento parecida a la mía. Siempre me siento una extranjera, en todas partes y en todas las comunidades. Luego me detuve en un salón de té que tenía sillones largos y lánguidos cojines, y donde algunas parejas se entregaban con fervor a sus caricias. Lo que me impresiona es que los mexicanos viven su presente con toda entrega, no miran a su alrededor, no tienen esa curiosidad picante de los limeños y los parisinos que se sientan a mirar pasar la gente en las terrazas. Luego, salió un sol muy fuerte, y luego regreso a leer a Paz, previa compra del diario la reforma en un 7 eleven... La verdad que siento que la ciudad me desborda, no sé cómo afrontarla... no por ahora... Ah, dos cosas, la primera, una frase que encontré en la exposición de un artista en la casa Lam, es del Tao... No escuches con los oídos sino con el espíritu, no sientas con la cabeza sino con el aliento, o algo así... Si la he inventado, mejor...
La segunda, es que he encontrado una traducción del libro de Georges Bataille, Mi madre, en edición de Los brazos de lucas, que perteneció a Fernando Tola. Recuerdo perfectamente mi visita a su casa, camino a Puebla. La comida exquisita que hizo y la enorme biblioteca que cuidaba con mucho cariño. También que para llegar, la pasé muy mal. Tomé un bus que me dejó en medio de una carretera, luego caminé horas hasta el pueblo donde pregunté por la Imprenta (bajo indicaciones de FT) y nadie supo decirme nada. Había muchos hombres con sombrero y botas tejanas. Yo tenía la impresión de ver una película. Mi madre, fue el último libro que Julia Kristeva analizó en el curso al que asitstí en París y que leí inemdiatamente después en su versión original. Es de un erotismo soberbio, limpio, estupendo, y la traducción es muy buena. Sé también que Tola publicó una de las mejores versiones de Los cantos de Maldoror (luego se haría una en Barcelona, en la ediorial Astrolabio), y también a una autora estupenda y desconocida en el mundo hispano, Violette Leduc (amiga de Jean Genet y de Simone de Beauvoir que la llamaba "La mujer fea")... Uno de sus libros más interesantes es La bastarda... De paso, ayer leí la entrevista a John Updike en el suplemento de El país. Citó (por fin alguien despierto!) a Nathalie Sarraute que tiene un ensayo muy bueno sobre la novela contemporánea: La edad de la sospecha. No sé si traducido, supongo que sí... bueno, después del Nouveau roman, no podemos ser tan inocentes, podemos sospechar que el lenguaje es más que un juego formal, es tracendencia, es reto, es pelea.

dimanche, juillet 01, 2007

Los domingos


Los domingos en el D.F., se suele ir a Cuernavaca o Tepoztlán, dos lugares de clima templado en un valle que se extiende entre una cadena de montañas cubiertas de espesa vegetación. Cuernavaca es ahora una ciudad de 400.00 habitantes, lo que puede dar una idea de su dimensión. Y sin embargo, mantiene el ritmo de un pequeño pueblo, las plazas revientan de gente y de vendedores ambulantes y las iglesias están repletas, hay matrimonios, y lo más curioso, niñas festejando su fiesta de quince años que es una ceremonia religiosa! Se visten de vestido de gala y los casi-niños de terno. Es una forma de ofrecer a la niña a sus futuros pretendientes. Esto sí que me impresionó. Al parecer ls hombres, en México ejercen un poder absoluto sobre las mujeres, sobre todo en los sectores más populares. Me comentan que para referirse a las mujeres utilizan la palabra "vieja", que es el equivalente de "tía" en España, y "una huevona" en el Perú.... Encantador! Así podríamos hacer un diccionario de los términos machistas en los países donde se habla castellano...

Luego, Tepoztlán, esas "eles" con "tes" son na pesadilla, es un lugar muy hermoso, siempre al ritmo lento de México. Pero también hay muchos matrimonios, y gente en las iglesias, lo que me hizo pensar que si en Francia, Italia, etc, yo visito las iglesias como monumentos, aquí hay que visitarlas como entidades vivas, porque todavía están activas. Como opio, deben funcionar... para que asista tanta gente. De paso, no sé si en México (tampoco en el Perú, porque no se votó la ley) la laicidad del Estado sea un hecho.

Hay una pirámide en Tepoztlán que se ve desde el pueblo, regado de pequeñas iglesias y restaurantes de campo. Emerge en medio de la suntuosidad de la vegetación (también se le puede ver desde el mirador del monasterio dominicano: es impactante). Es la primera que veo una pirámide azteca...Quetzacoalt, el dios de los aztecas se creó aquí en este valle sagrado....


Termino el libro de Le Clezio, y comprendo ese sentimient de pertenecer a otro un lugar que no es el de origen, en este caso, a Nigeria. Cito en mi propia traducción: Si leo las novelas coloniales, escritas por los ingleses de esta época, o de aquella que precedió nuestra llegada a Nigeria -Joyce Cary, por ejemplo, el autor de Missié Johnson, no reconozco nada. Si leo a William Boyd, que también ha pasado una parte de su infancia en el oeste africano, no reconozco nada tampoco. No siento nada de lo que describe, esa pesadez colonial, las ridiculeces de las sociedades blancas en exilio sobre la costa, todas las mezquindades a las cuales los niños están especialmene atentos, el desdén hacia los indígenas, de los que no conocen más que la fracción de empleados domésticos que deben inclinarse delante de sus caprichos, y sobre todo, esa especie de cofradía en la que los niños de la misma familia están reunidos y a la vez divididos, y en la que perciben un reflejo irónico de sus defectos y sus mascaradas, y que forma de alguna manera la escuela de la consciencia racial que suplanta para ellos el aprendizaje de la conciencia humana, puedo decir que, felizmente, todo eso me ha sido completamente extranjero.


...Pero a lo mejor escribiendo lo hago demasiado literario, demasiado simbólica ese furor que nimaba nuestros brazos cuando golpeábamos lo lugare donde se alojaban las termitas...


J.M.G: Le Clezio, El africano, Le Mercure, 2004.


Por qué he citado estos dos fragmentos? Porque me parecen importantes, porque me decía ayer que un escriotrao es un mundo que se despliega ante nuestros ojos, pero un mundo vasto y nunca homgéneo, porque, digo, un escritora es una conciencia despierta, alerta, consciente de su trabajo con el lado simbólico del lenguaje, y lo digo, porque pocas veces veo eso en las personas que escriben soñando con una "carrera" literaria, o todos los cretinismos que se justifican bajo la máscara de "escritor". Si no tenemos nada que ofrecer, creo que mejor no hacerlo. Es un imperativo moral. Pero tenemos esa sabiduría? No lo sé. Lo que más me asusta es que la vida no nos de esa oportunidad, de mirar el pasado con lucidez, con sensibilidad y con talento. Estas fragmentaciones de pasado-presente que entre los que escriben se transforma muchas veces un símtoma de melancolía, son la tela donde el que actúa de forma creativa traza su marca, deja su huella. Pero esas huellas, frescas, que podemos seguir, siempre serán pocas.
Foto: pirámide de Tepoztlán