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lundi, mai 27, 2013

En busca del tiempo ido

Entiendo perfectamente la idea principal de Marcel Proust, me es tan próxima, tan querida. Me refiero a eso de ir detrás del tiempo que se fue, caminar tras tus huellas, tratar de recuperar una parte de ti en cada lugar donde has estado. He sentido que, en México, yo estaba tras esas huellas, pero también que no regresamos nunca a nada, solo pasamos. Ganas de llamar a algunas personas que me inspiraron personajes, luego la idea lúcida de que no ganaría nada comparando mis versiones con las personas en carne y hueso. Tengo una sensación intensa de una cierta angustia al sentir que México seguía igual a cómo lo había dejado, ardiendo en su brillo, su monumentalidad me pareció más importante, casi con una total indiferencia. México es ese país hermoso, apasionante, que mantiene siempre sus venas abiertas, no sé por qué tengo esa sensación, es un país de un poder económico innegable y también es aquel país que empieza una campaña "contra el hambre". Un amigo me decía: a mí me pone muy en conflicto México, pero está hasta la cabeza en esta lógica ultraliberal, vamos a ver hasta dónde va.
En Cuernavaca otra vez esos campos con coronas de silencio prolongado, esa luz quemada y melancólica, esa discreción, ese secreto de la gente que percibí la primera vez a través de la novela de Malcolm Lowry. Si algo había percibido en su novela era esa forma de existir hacia el interior que nos da la impresión de no existir para ellos. Es una cultura que se mira a sí misma, y se mira en algún espejo del pasado. Tendré que regresar pronto a México, lo sé, como también vuelvo a mí en esta realidad más austera (quizás Caracas, que es muy pequeña comparada con México d.f me deje circular mejor en mi espacio interior) y me encuentro con alguien distinta, alguien que comprende que, cada día, cada mañana, la vida sigue, pero nosotroas hemos visto algo nuevo, hemos comprendido algo más, y tal vez eso haga que la vida, el tiempo, envejecer, sea también transformarse, cambiar siempre, ser feliz en esa aceptación de la absoluta contingencia en
nuestras vidas.

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