estoy en la corrección de una novela que escribí en francés. es un proceso extraño, de palimpsesto, una escritura que va emergiendo, una escritura del pasado que, inscrita en el presente, se muestra distinta...
me doy cuenta de que el personaje que describo en este libro no tiene nada que ver con la realidad. cuando escribí mi primera novela, una amiga poeta me dijo: tu personaje es mucho más interesante que el real. me dolía el ego y me rehusaba a aceptar que el verdadero era una persona ordinaria. ayer veía una entrevista a Julia Kristeva, quien decía que el estado amoroso es un estado fundamentalmente literario, estamos en la invención. a veces hay que inventar con muy poca cosa...
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las expropiaciones que han habido en Argentina y en Bolivia, tienen algo de simbólico. parece un nuevo lenguaje, un lenguaje de la apropiación de valores nacionales simbólicos, la energía, la fuerza. a veces, me da la impresión que es como recuperar sus entrañas, es componerse como un cuerpo entero y no fragmentado. hay algo de simbólico en esto no solo en el gesto, sino también en el lenguaje: expropiar, lo ajeno que se hace mío.
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Con lluvia tupida en Caracas, hemos decidido con Patricio, releer los Rios profundos, de José María Arguedas, viajar por el Cusco mirando el Monte Ávila...
pienso que pronto estaré en París donde Olivier debe andar recorriendo calles acompañado de un grupo de invitados venezolanos...
impaciencia por el debate de esta noche entre Francois Hollande y Nicolas Sarkozy.
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