¿Leo el diario de Alejandra Pizarnik luchando contra los zancudos y los gegenes (mosquitos minúsculos que se meten en la ropa), abundantes en esta época de lluvias en Caracas. Hay una lucidez en ella, una naturalidad para decir las cosas, conmovedora. Me reconozco en esta descripción (tal vez por eso sean tan importantes los diarios de quienes observan, escriben): Es algo que les ocurre a algunos de los soñadores como el soñador de D (se refiere al persona de Las noches blancas de Dostoievski): una inadaptación que es más que este nombre, una rebelión, una lucidez, un ser muriéndose como una tortuga, alguien que más que los otros, que ve mejor, lleno de ternura que da, de amor, y no obstante se encierra, vive solo y solitario como en una tumba, condenado a una soledad sin remedio. He aquí lo incomprensible, viviendo como un criminal. Es el verdadero "maldito".
Extraordinario, y ordinario que ahora todoas estemos tan muertos de miedo por el futuro, tan angustiadoas, que no podemos ocuparnos de otra cosa que no se ala vida concreta. Cualquier problema social, cualquier lucha por un mundo mejor, nos parece irrisorio. Somos mucha incapaces de sentirnos involucradoas por algo que no esté en nuestro círculo radioactivo, somos planetas distantes, girando en sus propias órbitas. Siento que esa certeza me recorre las venas y empuja mi sangre, quiero salir, pero, ?¿adónde? No lo sé... y doy vueltas. Tengo la compañía de mi sobrino, iremos a ver el MAC, a recorrer obras, objetos con alma, trataremos de dialogar con ellos. Me digo que es un esfuerzo que debo hacer por él, tal vez será una experiencia que lo marcará. Salir del encierro, confiar...
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